Santiago
de Chile
Domingo
24 de abril de 2016
Título: La sanidad de un sordomudo, tres
R para recordar
Texto: Marcos 7: 31-37
Introducción
Jesús termina su trabajo en Galilea y
comienza el período que algunos autores llaman de retiro. Sale de Israel y va a
la región de Tiro y Sidón. Baja luego por decápolis y muestra su bondad y poder
a personas no judías. Ya hemos visto en el párrafo anterior el milagro con la
hija de la mujer sirofenicia. Hoy veremos otro milagro ocurrido al otro lado
del Jordán, con un hombre que tampoco es judío, casi una profecía de su
ministerio universal.
I. Un
ruego. V. 32. “ “Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron
que le pusiera la mano encima”
Esto era lo que tal vez ellos habían
visto u oído que Jesús hacía cuando sanaba a los enfermos. Ponía las manos
sobre ellos.
No tienen dudas acerca del poder y la
compasión de Jesús, a pesar de que tal vez no eran judíos, sino gentiles.
Supieron que Jesús estaba en la región e
inmediatamente le trajeron a este hombre enfermo, que era sordo y tartamudo.
Mateo, en el capítulo 15, que es el
pasaje paralelo dice que no solo le trajeron y rogaron por este hombre sino que
trajeron muchos otros enfermos para ser sanados y que Jesús respondió a esos
ruego como lo hace aquí en el pasaje con el hombre sordo y tartamudo.
En estos versículos vemos como de
conjugan tres elementos para que el milagro se produzca:
1. Un enfermo. Esta condición es
universal y ha estado presente en la historia del hombre desde siempre y se
manifiesta de mil maneras. Todos nos enfermamos, conocidos y no conocidos,
ricos y pobres, niños y adultos. Todo esto ha sido cubierto por el escritor
Marcos a lo largo del evangelio. La enfermedad es algo real, existe, no lo
podemos obviar y no siempre tiene solución.
Al parecer, la enfermedad o incapacidad
de este hombre no tenía solución en ese tiempo y quizás tampoco ahora lo
tendría. Frente a esta realidad solo queda un camino, rogar.
2. Gente que cree que Jesús puede hacer
el milagro y que practica la fe y que lleva a este hombre a la presencia de
Jesús. No sabemos si ya lo habían visto hacer un milagro o si lo habían
escuchado de labios de otros, pero creían que era posible y que Jesús podría
hacer algo, por lo que no se avergüenzan de rogar por él.
3. Un Jesús poderoso y bondadoso que
escucha los ruegos y tiene misericordia de los enfermos que acuden a él.
Ilustración
Spurgeon y la veleta de su amigo con la
Inscripciòn Dios es amor. -¿”el amor de Dios es cambiable?- NO dijo el amigo,
el amor de Dios es el mismo no importa donde sople el viento”
Aplicación
Cada cristiano tiene al menos dos trabajos,
según este pasaje:
1. Rogar a Jesús por los enfermos
físicos y espirituales
2. Llevar a esas personas a un encuentro
con el Cristo sanador
II. Una
respuesta. V. 33 “Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en la
oreja de él, y escupiendo tocó su lengua; y levantando los ojos al cielo, gimió
y le dijo: Efata, es decir sé abierto”
Ante el ruego de las personas la respuesta del
Maestro no se deja esperar, pero no hace lo que ellos esperaban que hiciera,
sino que, en el ejercicio de su soberanía hace algo distinto.
Jesús no coloca su mano sobre el enfermo
como se lo habían solicitado, sino que hace algo inesperado, toma al hombre, le
introduce los dedos en los oídos, escupe , tal vez sobre uno de sus dedos y con
él toca la lengua del este hombre.
¿Necesitaba Jesús hacer todo esto? No,
en el párrafo anterior lo vemos haciendo un milagro a distancia, sin siquiera
tener cerca a la persona. No necesitaba tocar a este hombre para sanarlo, pero
lo hace, ¿por qué?
Especulemos sobre este acto soberano del
Maestro:
1. Quería remarcar sus actos para dejar
una enseñanza visible, las orejas y la lengua eran los órganos dañados.
2. Quiso mostrar cercanía con una
persona que no era judía y enseñar así la universalidad de su ministerio y de
su amor.
3. Jesús escupe en tres ocasiones:
En Marcos 7:33, para sanar a un sordo y
tartamudo.
En Marcos 8:23, en Betsaida, con el
ciego
En Juan 9:6, cerca del estanque de
Siloé, Jesús sanó al ciego de nacimiento.
4. La saliva de Jesús representa algo de
sí mismo que se traspasa al sordomudo.
El verso 34. “Gimió” indica la reacción
emocional, el dolor que Jesús sintió al ver a a aquel hombre.
“Efata” es una palabra aramea, el idioma
materno de Jesús.
Ilustración
Si otro hombre hubiere hecho esto sería
extraño y hasta repugnante, pero viniendo de Jesús, aunque no sea comprensible
para nosotros tiene un significado especial. Qué extraño suena, pero la saliva
de un hombre sobre otro es sinónimo de ofensa, en el caso de Jesús es sanidad.
Aplicación
1. El Señor responde la oración de sus
hijos y muestra su amor en favor de quienes se ora.
2. El Señor tiene sus propios métodos
para actuar y es un acto de soberanía
III. Una reacción. V. 37 “Y en gran manera se maravillaban, diciendo:
Bien lo ha hecho todo; …”
Los ruegos y la fe de los amigos de este
hombre y la fe del propio enfermo, sumados a la misericordia de Jesús obraron
el milagro y este provocó en las personas que se maravillaran de Jesús.
Él les pidió que o hablaran, pero el
asombro y la alegría era mayor que su intención de obediencia y caen en la
desobediencia, no pueden dejar de decir lo que Jesús hizo con el hombre sordo
mudo o tartamudo.
Con las palabras “bien lo ha hecho todo”
nos recuerdan las palabras de Dios en el libro de Génesis “Y vio Dios lo que
había hecho y era bueno en gran manera”.
El asombro es la reacción natural del
hombre frente a la obra divina, porque esta obra sobrepasa muchas veces la
lógica o la razón del hombre.
Aplicación
1. Cuando la intercesión humana y el
poder divino se conjugan, la reacción será siempre de asombro.
2. Dios nos sigue maravillando cada vez
Conclusión
Resumen de los tres puntos
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