jueves, 19 de enero de 2017

"Hay un lugar vacío en nuestra mesa"

Amigos, hoy 19 de enero, ocho años atrás nuestro hijo partió al cielo y como acostumbro a hacerlo le escribo un texto, no sé hasta cuando lo voy a hacer. El texto de este año lo titulé: "Hay un lugar vacío en nuestra mesa"

Hay un lugar vacío en nuestra mesa


                 Juan E. Barrera
Nuestra mesa comenzó en año 1993 con dos puestos, el de tu madre y el mío. Era una mesa de mimbre, pobre pero llena de ilusiones y felicidad. Al poco tiempo otro puesto vino a ocupar nuestra mesa, el de tu hermano, yo estudiaba y él dormía sobre la mesa en su cuna nido. Finalmente, en noviembre de 1999 nuestra mesa se completó con tu llegada. Se llenó de comida salpicada, de cucharazos sobre los individuales. Tu puesto, al lado de tu madre se llenó también de mimos, de risa y de un apetito voraz.
Desde ese tu puesto contabas el número de sándwiches , dividías los trozos de comida en cuatro y desde tu puesto, con un ojo comías de tu plato y con el otro vigilabas lo que todavía quedaba en el centro de la mesa. Tu hermano se enojaba, nosotros nos reíamos y te controlábamos. De tu puesto salían las bromas, las risas, las conversaciones interminables, los comentarios a tu hermano y algunas peleas. Hoy 19 de enero hace 8 años que tu puesto está vacío y no hemos conseguido llenarlo. Te fuiste sorpresivamente a comer a otra mesa, a llenar con tu risa la mesa eterna allá en el cielo, junto con tu primo y tus abuelos.
No fue lo que imaginamos o soñamos para ti con tu madre, teníamos otros planes, pero Dios decidió alterarlos. Te imaginamos alto y fuerte, cantando, jugando, tocando el piano y estudiando. Hoy tu puesto vacío en la mesa nos recuerda cada día, de manera silenciosa tu ausencia y que no todos los sueños se cumplen y que no todo lo que imaginamos se realiza y que difícil es, Joaquín aceptar esa verdad simple, que las cosas son como son y no como nos gustaría que fueran. Estuviste con nosotros nueve años y fueron muy pocos. Fueron pocos los besos y los abrazos, nos faltaron aventuras que vivir, que locura, ha escrito alguien, es anhelar lo que nunca ocurrió, ellos no te conocieron y no pueden imaginar esa contradicción, pero extrañamos el tiempo que no hemos estado juntos. El tiempo, además lentamente va borrando algunas cosas, algunos recuerdos y yo no sé hasta cuando te escribiré una carta cada 19 de enero contándote que tu puesto en la mesa está vacío y que pocas veces alguien lo ocupa. Tal vez deba dejar de escribirte.
Tú puesto vacío es la metáfora de la ausencia, de la contradicción entre estar y no estar y tu ausencia no hace más que develar mis contradicciones ¿Si me gustaría que volvieras y te sentarás allí frente mío? Sí, lo anhelo profundamente y unos minutos contigo borraría todos estos años de vacío. ¡El cielo podría esperar! Un abrazo tuyo se llevaría todo el cansancio y tantas interrogantes y nos devolvería la sensación de plenitud que perdimos cuanto te fuiste. Un almuerzo contigo nos traería de vuelta esa sensación especial que poco a poco lentamente se nos va perdiendo.
Tú puesto vacío es también el símbolo de la esperanza. Aquí en esta tierra ya no nos sentaremos nunca más los cuatro. Ya no habrá algarabía por la comida preparada por la mamá ni gritos al ver el postre preferido. Te has ido y hay un espacio que no podemos ni deseamos ocupar, pero vendrá el día, Joaquín, cuando nos sentaremos otra vez y ya no habrá puestos vacíos. Será en un lugar hermoso, más allá de nuestro sol, cuando el tiempo y el espacio desaparezcan y solo exista aquella sensación espiritual que llamamos felicidad. ¿Nos extrañas tanto como nosotros a ti?

Coloca la mesa, Joaquín para que cenemos. Allá no hay un puesto vacío ¿verdad? ¡Hay tres!