Blog dedicado a la reflexión psico-espiritual del escritor Juan E. Barrera
sábado, 21 de febrero de 2015
Extracto de la Introducción de mi libro "Tengo un hijo en el cielo. La experiencia de ver partir un hijo"
Los medios de comunicación nos presentan
las vidas de muchas personas, que aunque muy distantes a nosotros, las sentimos
como cercanas. Entre ellos se incluyen actrices, escritores, deportistas,
políticos. La gran mayoría es presentada como gente de éxito, con mucho dinero
y glamour, sin embargo hay aspectos de sus vidas que permanecen desconocidas o
poco conocidas para el común de las personas y son esos aspectos los que los
hace personas comunes y corrientes, la humanidad de estas personas que casi
parecen divinas está en los que no se cuenta y eso nos vuelve iguales.

Qué tienen en común las
siguientes personas
Sylvester Stallone, Gérard Depardie, Paul Newman, John Travolta, Kirk Douglas, Marlon Brando, Eric Clapton, Lily Alen, Mías Farrow, O J Simpson, Myke Tyson, Sigmund Freud, Melany Klein, Marco Antonio Solís y otras muchas personas públicas a quienes conocemos a través de los medios de comunicación. Hay algo que los une aunque ellos no se conozcan personalmente.
Sylvester Stallone, Gérard Depardie, Paul Newman, John Travolta, Kirk Douglas, Marlon Brando, Eric Clapton, Lily Alen, Mías Farrow, O J Simpson, Myke Tyson, Sigmund Freud, Melany Klein, Marco Antonio Solís y otras muchas personas públicas a quienes conocemos a través de los medios de comunicación. Hay algo que los une aunque ellos no se conozcan personalmente.
También
podemos preguntarnos qué tienen en común estas otras personas, chilenas, como
nosotros.
Danaiela Campos, Susana Rocatagliata, Christian Warnken, Pedro Carcuro, Maricela Santibañez, Alejandro Jodorowsky, Benjamín Vicuña, Coco Legrand y muchas otras personas más, no conocidas, pero muy reales como tú y yo.
Danaiela Campos, Susana Rocatagliata, Christian Warnken, Pedro Carcuro, Maricela Santibañez, Alejandro Jodorowsky, Benjamín Vicuña, Coco Legrand y muchas otras personas más, no conocidas, pero muy reales como tú y yo.
La
respuesta es que todos han pasado por la experiencia de haber visto partir un
hijo. Algunos de ellos los vieron partir antes que estos nacieran, otros se
fueron siendo pequeños, en un accidente, de muerte súbita, por una enfermedad, muchos
vieron partir sus hijos cuando estos eran adolescentes y otro grupo cuando sus
hijos eran adultos. No importa la edad de los hijos, su partida siempre deja
una huella indeleble en la vida de los padres, de los hermanos y del resto de
la familia.
Qué difícil es para cualquier persona, hombre o mujer enfrentar la muerte de un hijo. Es una experiencia devastadora, que arrasa con las defensas emocionales aun de los más fuertes.
Qué difícil es para cualquier persona, hombre o mujer enfrentar la muerte de un hijo. Es una experiencia devastadora, que arrasa con las defensas emocionales aun de los más fuertes.
Hay
muchos artículos y libros sobre el tema y en diferentes medios cada cierto
tiempo se habla de ello, cuando alguna persona conocida pasa por esta
situación. Sin embargo escuchar personalmente los testimonios de padres que han
pasado por esta situación es mucho más duro, y vivirlo personalmente es
desgarrador y no tiene parangón con otra experiencia que no sea tal vez la
muerte de otro ser muy querido.
Prácticamente
todos los testimonios dicen que la muerte de un hijo deja un dolor y un vacío con
el que se ha de vivir toda la vida. Esto es cierto, no obstante hay caminos que
los padres pueden tomar para sanar de esa profunda herida. Caso contrario a estas
personas les costará mucho volver a re estructurarse y seguir con su vida. Es
ya un lugar común la expresión “ese es un dolor que dura toda vida” y es verdad,
pero no se debe usar como una especie de excusa para pasarse la vida sufriendo.
La partida de un hijo es muy fuerte, pero en vida quedan otras personas importantes,
cónyuges, hijos, padres, hermanos quienes no tienen responsabilidad en la
partida del hijo o la hija y no se merecen vivir con una persona que se quedó
atrapada en el pasado y que no se esfuerza por seguir adelante y vive como si
ellos no existieran. Para ellos tal vez eso es morir en vida. Recuerdo a una
persona, una niña casi adolescente todavía que había visto partir a su hermana
un poco mayor que ella, un día, en una conversación muy íntima me narró que su
madre en pleno período de dolor había dicho “se murió mi mejor hija” ¿Se puede
dimensionar el impacto emocional y la herida que esas palabras provocaron en
ella y sus hermanos? La partida de un hijo es desgarrador, pero se debe elegir
sin otra opción, la de continuar viviendo y ser feliz, volver a amar y reír con
el mismo entusiasmo de antes. Este libro pretende ser una ayuda para conseguir
eso.
Veamos
a continuación algunos testimonios de padres que han visto partir un hijo o una
hija. Leamos con un espíritu reflexivo, intentando separar las palabras y el
mensaje de fondo que ellos nos entregan. Leamos con un espíritu empático y
comprensivo, sin emitir juicios ni opiniones. Algunos testimonios son
verdaderamente dolorosos y otros muy esperanzadores.
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