sábado, 26 de noviembre de 2016

Las fotos en la puerta del refrigerador

Las fotos en la puerta del refrigerador
Juan E. Barrera

Querido Joaquín, hoy cumplirías 17 años en esta tierra pero no estás. Este mes lucí una chapa del gato cósmico, el Doraemon, en tu honor y a todos lo que me preguntaban por qué la usaba les hablé de ti. Este año también noté, al mirar las fotografías en la puerta del refrigerador, que en mi mente sigues teniendo 9 años y continúas siendo ese niño gordito y divertido, inteligente y sensible que comía sándwiches de lechuga y escuchaba a la Shakira. La puerta del refrigerador se parece a mi mente y a mi corazón. Allí paró el tiempo para ti y para nosotros, al menos este tiempo. En estas fotografías eres un bebé, tomando mamadera sentado en medio de la piscina. Eres un niño pequeño aprendiendo a andar, sentado en las piernas de un viejo pascuero junto con tu hermano. Celebramos uno de tus cumpleaños con torta y regalos. Luego estás con tus eternos amiguitos y tus primos. La puerta del refrigerador está llena de recuerdos, de risas, de aromas, de bromas. Allí están también tus abuelos, que se marcharon poco tiempo después de ti, está tu primo, está tu madre un poco más joven y estoy yo con muchísimos años menos, en la puerta del refrigerador ¡paró el tiempo!
Hoy tendrías 17 años y me cuesta imaginar cómo serías físicamente ¿Serías alto, pequeño, gordo flaco? ¿Serías alegre como cuando te fuiste? Fuera de la puerta del refrigerador el tiempo ha seguido indolente su curso, como un río torrentoso sin retorno. Hoy Simón es un gigante que toca la guitarra eléctrica, tu amiga Isidora va a la universidad y es muy linda. Vicente trabaja y Alonso hace vida de pareja. Nuestro “cochino Larry” ya terminó su carrera y está trabajando y todavía tiene la pieza desordenada, la Pupy sigue pelucuna y regalona.
En la puerta del refrigerador todo es felicidad, perfección en la imperfección, seguridad en la vulnerabilidad, confianza en la fragilidad, es alegría, movimiento, crecimiento. Fuera de ella nos has enseñado varias cosas: a vivir con la casi felicidad, porque nunca será la felicidad completa sin ti. Vivir la omniausencia, porque no estás pero siempre estás y en esa ausencia apareces, vienes. Estás en mis canciones favoritas, en mis novelas predilectas, en las películas, en los atardeceres estivales en Santiago, en el canto temprano de los pájaros, en un niño que ríe fuerte, en los Simpsons. Vivo en ese dueto estás-no estás, esperando el estar eterno y pleno.
17 años de los que solo disfrutamos 9. Me esfuerzo en no preguntar por qué y me quedo con lo vivido en el tiempo que te tuvimos, aunque hay días que me pregunto cómo sería la vida si tú estuvieras aquí. ¿Contarías todavía los pasteles en la mesa? ¿Rayarías la pared aún con las palabras Juan y Lupe?, ¿Cantarías hasta quedar afónico?
Sé que ese “si” es una fantasía y sacudo la cabeza y la desecho. Me llevo a la boca la realidad, con reticencia, con resistencia y cerrando los ojos la masco, con precaución como cuando se sabe que algo es amargo. Otras veces con furia o con resignación la mastico y me la trago, entre lágrimas. La hago parte de mí, de lo que soy. Joaquín, caminas conmigo, te ríes, lloras, enseñas, oras, cantas, adoras, dudas, te aburres, reflexionas, amas conmigo.

Cada día, cada noche al abrir el refrigerador te veo y en mi mente sigues teniendo 9 años, aunque hoy cumplirías 17.

viernes, 23 de septiembre de 2016

El retrato para mi madre

 El retrato para mi madre
Juan E. Barrera
Transcurrían los años setenta y yo debería haber tenido unos siete u ocho años y el profesor, en la escuela decidió que el regalo para el día de la madre de ese año sería una foto de cada uno de nosotros en un marco confeccionado por nosotros mismos. Esa sería un trabajo con nota de Técnico Manual.
El marco de la foto tenía que ser construido con palitos de fósforo. Era un rectángulo de cartón piedra en forma vertical con nuestra foto al centro y con un recuadro alrededor formado por palitos de fósforos. Yo no tenía fotos mía, excepto una foto de estudio de cuando era bebé lo que despertó las risas y las burlas de mis compañeros apenas la vieron.
Una vez a la semana un montón de chiquillos sacaba una bolsa plástica llena de materiales: tijeras, pegamento, regla, cartón, recortes, fotos y ¡un millón de palitos de fósforos! Los más atrevidos, a escondidas del profesor encendían algunos fósforos y simulaban fumar, otros estornudaban o tosían disparando los palitos por el piso de la sala, otros a propósito movían el banco y botaban los palitos al suelo. La algarabía comenzaba por noventa minutos que a nosotros llenos de alegría y energía nos parecían nada. Algunos movían la cajita cerca del oído recreando un ritmo de moda y la alegría era completa. Con paciencia íbamos pegando un palito al lado del otro en el borde del cartón, todos con la cabeza hacia arriba. Algunos bordes eran rojos pero la mayoría eran negros, ¿Serían Copihue o Los Andes? algunos pegados chuecos, al revés, pegoteados, pero todos hechos con mucho cariño y dedicación para la mamá ¡Qué tiempo ese! Nuestras preocupaciones eran ¡jugar a la pelota, jugar a la pelota y jugar a la pelota!
Pasaron las semanas y los retratos quedaron terminados, ¡Qué emoción! Entonces cada alumno sacó su papel de regalo y una cinta de color. Hicimos un sobre y cada uno colocó en su interior el tesoro ¡El porta retrato con la foto al centro!...

No recuerdo la fiesta de la entrega de los regalos ni la cara de mi mamá cuando recibió su regalo. Si recuerdo lo que pasó después. El portarretrato con mi foto de bebé al centro fue a ocupar un lugar de privilegio en el “aparador” del living de la casa. Un mueble negro y antiguo que siempre estuvo allí. En la parte superior tenía unos adornos con barritas y bolitas negras. Allí, en una de sus divisiones estaba el portarretrato, destacado, hermoso, orgulloso. Entonces, un día en plena crisis del gobierno de la Unidad Popular se produjo una escasez de fósforos. Mi madre, que era previsora, tenía guardadas varios paquetes de estos, que rápidamente se convirtieron en diamantes, pero como estos mismos, se hicieron escasos con el tiempo y llegó el momento en que en un apuro, alguien, secretamente sacó uno de los palitos para encender la cocina. Luego fue otro palito y luego otro y otro y otro…Un día miramos el portarretrato y de él solo quedaba la foto al centro y unos palitos quebrados, los que se resistieron a salir. Saqué una lección de mi portarretrato desnudo, la necesidad está por sobre la belleza o el cariño.

viernes, 16 de septiembre de 2016

La satisfacción espiritual y sus consecuencias en la vida de un creyente

Título: La satisfacción espiritual y sus consecuencias en la vida
             de un creyente
Texto: Apocalipsis 3: 17
                                                                                                    
INTRODUCCIÓN
Algunos comentarios
1. Este texto está inserto al final del mensaje a las siete iglesias del Asia:
Efeso: La iglesia que abandonó su primer amor
Esmirna: La iglesia perseguida
Pérgamo: La iglesia imperial
Tiatira: La iglesia del remanente fiel
Sardis:  La iglesia confundida doctrinalmente
Filadelfia: La iglesia verdadera en medio de la apostasía
Laodicea: La iglesia apóstata.

2. Cada mensaje va dirigido al ángel de la iglesia ( Al líder o pastor de la iglesia)
3. Cada mensaje va precedido por unas palabras introductorias identificando a Jesús con determinadas características que guardan relación con el mensaje dirigido a la iglesia.
4. Cada iglesia recibe un “yo conozco tus obras” donde se destaca lo positivo de esa iglesia, salvo en la iglesia de Laodicea.
5. La condición de la iglesia es descrita solamente en cuatro versículos. El mensaje es certero, sin rodeos.
Los 5 versículos restantes son la prescripción espiritual que Dios hace a la iglesia.
6. "Laodicea" viene del griego laos (pueblo o muchedumbre) y dike (derecho); que se traduce perfectamente como "derechos de la muchedumbre", "derechos humanos" o “derechos del pueblo”
7. Laodicea es una ciudad del antiguo Imperio Seléucida, establecida entre 261 a. C. y 245 a. C. por el rey Antíoco II Theos y nombrada en honor de su esposa Laodice. Estaba ubicada a unos 6 km al norte de la actual ciudad turca de Denizli, en la provincia del mismo nombre, cerca de la aldea de Eskihisar.
Fue una próspera ciudad comercial, ubicada en la intersección de dos importantes rutas, y famosa por sus textiles de lana y algodón. Era un centro comercial y bancario clave. Vendía una muy conocida pomada para los ojos que contribuía a su riqueza, y también era famosa por prendas de vestir de alta calidad hechas de excelente lana negra allí mismo. También contaba con un acueducto que les proveía de agua tibia.
8. El tema clave del pasaje está en el verso 17
“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”

La enseñanza de este pasaje es muy clara y no es necesaria mayor interpretación:

 I. La auto satisfacción espiritual produce Tibieza.v.15
Estas palabras debieron ser muy bien entendidas por los habitantes creyentes de la ciudad.
Una interpretación de Tibieza se encuentra en el contexto:
“Dicha ciudad se encontraba entre otras dos ciudades importantes, llamadas Colosas e Hierópolis. Colosas estaba edificada en un valle y hasta ella llegaban desde las montañas arroyos de frías aguas, mientras de Hierópolis brotaban manantiales de aguas minerales termales que llegaban hasta Laodicea formando una cascada. Cuando el agua llegaba al valle donde estaba ubicada Laodicea, ya estaba tibia, putrefacta y nauseabunda. No servía ni para beber y refrescarse (como la de Colosas) ni para darse un buen baño (como la de Hierópolis). Unas revigorizaban y las otras eran curativas.”

Tibieza en el griego : “metafóricamente , de la condición de un alma miserablemente fluctuando entre un sopor y un fervor de amor “
Tibieza es la condición espiritual que fluctúa entre la frialdad, la indiferencia al mensaje de Dios y el fervor absoluto por Dios”

¿Si Cristo no estaba en esta iglesia , pues está llamando a la puerta para entrar, donde encontraba la satisfacción espiritual la iglesia de Laodicea?
La encontraba en el entorno, la vida social y los valores de la cultura imperante habían contaminado la iglesia y los creyentes encontraban satisfacción en otras actividades
Pero no en Dios
La satisfacción de Laodicea era el dinero, la riqueza y todo lo que el dinero proporciona

“porque tú dices yo soy rico”
Resultado de esto: Dios dice que “te vomitaré de mi boca” Griego “Emeó”
APLICACIÓN

1. El mismo Señor años antes ya lo había dicho:
Mateo 6:24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las RIQUEZAs.

Mateo 13:22 El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las RIQUEZAs ahogan la palabra, y se hace infructuosa.

2. El dinero cambia las prioridades espirituales:
a. Porque conseguir el dinero nos demanda una cantidad importante de tiempo día a día
b. Porque su mala administración produce problemas serios
c. Porque el dinero nos proporciona placeres que traen satisfacción rápida.
d. Porque el uso desmedido del dinero se ha vuelto una cuestión cultural
Con el dinero compramos:
·         Bienes
·         Placeres
·         Adrenalina
·         Seguridad
·         Status
·         Autoestima
·         Orgullo
·         Religión
·         Satisfacción

“Respecto de su poder económico, un artículo publicado en la revista Qué Pasa, de noviembre de 2012, indica que las iglesias evangélicas, producto de los diezmos, tienen ingresos mensuales que fluctúan entre los 40 y 70 millones de pesos. Mientras que, en promedio, las corporaciones mayoritarias recaudan hasta un millón de dólares anuales, recursos que permiten cancelar los sueldos de unos 18 mil pastores. Como referencia, la Iglesia Católica admite que sólo el 7% de quienes se declaran fieles hacen la contribución mensual que alcanza al 0,5% de sus rentas.”

3. La riqueza produce tibieza espiritual.
No el rechazo total de Dios en el caso de los creyentes, pero si una falta de compromiso y falta de fervor verdadero ¿Por qué?
·         No necesito de un Dios proveedor: ( Tengo las cosa materiales que necesito y el placer que ellas me proporcionan.
·         El dinero y sus efectos se transforma en un ídolo
·         El dinero me produce la falsa sensación de “estoy bien” y no necesito de Dios.
  
II. La autosatisfacción espiritual produce un conocimiento falso de la verdadera condición. V.16
“Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad…”

El Señor le escribe:
“…y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo” v. 17

Jesús ve la verdadera condición de la iglesia en Laodicea y la verdadera condición del hombre de hoy y su juicio es triple:
A. Desventurado-miserable-pobre.
Jesús hace esta reprensión a in aiglesia ubicada en un centro financiero e industrial.
a. Desventurado (Griego “Talaiporos”)
Aparece dos veces en el NT, Romanos 7:24 “¡MISERABLE de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Significado:
1. desgraciado (‖ que padece desgracias).
2. adj. coloq. Sin malicia, pusilánime.
 Una paráfrasis de este párrafo sería: “Tu vida, hombre, es una tragedia y tú no te das cuenta”

b. Miserable (Griego “Eleinos”) aparece 2 veces en el NT. 1Corintios 15:19 “1 Corintios 15:19 “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de CONMISERACIÓN de todos los hombres.”
Significado:
1. Ruin o canalla.
2. Extremadamente tacaño.
3. Extremadamente pobre.
4. Dicho de una cosa: Insignificante o sin importancia.
5. Desdichado, abatido o infeliz.

c. Pobre.(Griego “Tochós”. Aparece 34 veces (El mismo significado que en español)
Significado:
1. Necesitado, que no tiene lo necesario para vivir. U. t. c. s.
2. Escaso, insuficiente. Esta lengua es pobre de voces.
3. Humilde, de poco valor o entidad.
4. Infeliz, desdichado y triste.
5. Pacífico, quieto y de buen genio e intención.
6. Corto de ánimo y espíritu.
7. Mendigo.
B. Ciego (Griego “Tuflos” aparece 50 veces en el NT y no hay diferencia con el español)
Jesús hace esta reprensión, acusa al ángel de Laodicea de Ciego aunque habitaba en una ciudad conocida por el colirio, pomada para los ojos.

C. Desnudo (Griego “Gymnos”. Aparece 15 veces en el NT y se traduce desnudo, desnuda, mal vestido).
Una vez llama la atención el uso exacto d ela reprensión, la iglesia de Laodicea estaba desnuda aunque en la ciudad existía todo un campo industrial textil. Ellos entendieron muy bien las
palabras.

APLICACIÓN
1. Jesús ve la verdadera condición de la iglesia y del creyente actual.
El hombre se engaña a si mismo y se siente satisfecho con cosas externas. Esta cosas externas nublan su visión y no le es posible verse a sí mismo como “desventurado, miserable y pobre”
2. La visión autosatisfecha del hombre es el resultado de su ceguera espiritual, de la alteración de sus prioridades.
Nuestra principal petición debiera ser “Señor abre nuestros ojos para vernos como tú nos ves”
3. La condición del hombre autosatisfecho es de desnudez, de desvestimiento espiritual, de escasez de espíritu

 III. La satisfacción espiritual rompe la relación con Cristo. V.20

“He aquí, yo estoy a la PUERTA y llamo; si alguno oye mi voz y abre la PUERTA, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
La autosatisfacción y la ceguera espiritual que esta produce no nos deja ver que el contentamiento de que gozamos no proviene de Cristo.
Esta escena es un cuadro fuerte sobre el cual debemos reflexionar. Vemos aquí una iglesia que está llena, completa, contenta, agradada pero sin Cristo y su presencia.
Es el mismo Señor quien muestra el camino de retorno a Él:
1. Sé celoso:v.19
-Cuidado, diligencia, esmero que alguien pone al hacer algo.
-Interés extremado y activo que alguien siente por una causa o por una persona.

2. Arrepiéntete: v.19 Griego Matanoeo” “metamelomai”
·         Cambiar de pensamiento”
·         Lamentar, sentir remordimiento”
3. Compra oro refinado.
En el AT, la madera representaba la humanidad de Cristo y el oro su divinidad.
Yo entiendo estas palabras como “busca mi presencia divina, esta es la que verdaderamente te hará rico”
¿Recuerdan el himno “Tesoro incomparable, Jesús amigo fiel?
4. Vestiduras blancas: La justicia, la santidad que proviene de Jesús.
5. Unge tus ojos con colirio: La obra del Espíritu Santo, que de acuerdo al Salmista “abre los ojos para ver las maravillas de la ley de Dios”
6. Abre la puerta y déjame entrar

APLICACIÓN
1. Hay dos actividades o prácticas que nos pueden ayudar a sacudirnos de esta falsa satisfacción:

a. El retorno a las Escrituras, pero de la manera correcta:
-no racionalmente
-no “legalmente”

b. La oración en el Espíritu.: Juan 14:15-26
La promesa del Señor fue que tras su partida, el Espíritu Santo revelaría todas las cosas.

CONCLUSIÓN

Resumen de los tres puntos.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Escucha Chile

 Escucha Chile
                       Juan E. Barrera

En el septiembre de 1973 en Chile yo estaba por cumplir los 10 años. A fines de ese mes los cumplí. Tengo muchos recuerdos de ese tiempo duro para nosotros los chilenos. La primavera llegó en ese año pero no había forma de disfrutarla. Sólo floreció el dolor y el horror como nunca en nuestra historia y un recuerdo de este complicado tiempo que nunca he comentado brotó en mi mente hace poco.
Era de noche, y afuera, en nuestra casa, cerca de Gran Avenida se escuchaban disparos. Tiros de fusiles y ráfagas de ametralladora que quebraban el silencio de la noche y me asustaban. No había bocinazos, bulla, música, no recuerdo perros ladrando, nada, solo reinaba el silencio que era roto por los disparos y mi fértil imaginación infantil volaba lejos. Nos sentábamos en el living alrededor de una gran mesa y mi hermana Isabel y yo sentíamos miedo. Tomábamos un té y cualquier ruido extraño nos espantaba.
Recuerdo que a mí me asustaba asomar la cabeza por la ventana del comedor y mirar la oscuridad del patio. Sentía que algo grave podía pasar afuera y la luz del living y la presencia de mis padres me daba seguridad. Con mi hermana Isabel no entendíamos que pasaba alrededor y las explicaciones que recibíamos tampoco lograban aclarar nuestras dudas. No recuerdo las conversaciones de mis padres ni de mi abuela, si recuerdo su cara de susto y a mi mamá moviendo la cabeza de lado a lado como diciendo “esto no puede ser”. Recuerdo la luz amarillenta del comedor, las manchas de barniz en el techo de madera, las paredes pintadas de un verde agua muy desteñido, la gran puerta y nosotros sentados alrededor de la mesa.
En un mueble de madera con cajones, a uno de los costados del comedor, sobre una superficie amplia estaba nuestra radio y entonces mi papá hacía algo que me producía más temor todavía. La encendía, buscaba en el dial la onda corta y entre ruidos de interferencia sintonizaba Radio Moscú y escuchábamos el programa Escucha Chile.
Tengo grabado de forma nítida la voz de la mujer que cada noche hablaba en un español perfecto. Googleando hace poco tiempo supe que su nombre era Katia Olesvkaya, que era ukraniana y que había aprendido español en Méjico.
Mi papá, sin ser militante ni simpatizante comunista, solo por el deseo de informarse, cada noche oía las noticias de lo que pasaba en el país o lo que la radio Moscú decía que pasaba. Agudizaba el oído cuando la onda radial se perdía y escuchaba atentamente lo que se decía y repetía en voz alta algunos de los comentarios de la radio. Muchas veces subía el volumen a un nivel muy alto para oír mejor y eso despertaba en mí el terror. Imaginaba a los militares entrando a nuestra casa con sus armas destruyendo todo y llevándose a mi papá, a mi mamá y a mi abuela. Mi papá, terco como era, se negaba a bajar el volumen de la radio aunque nosotros se lo pedíamos y yo aterrado, lleno de nervios esperaba que el programa terminara pronto.
De ese programa guardo en la memoria muy claro algunas palabras que en ese entonces no entendía: golpe de estado, quiebre de la democracia, intervención, dictador, compañero, etc y había nombres que se repetían: Pinochet, Volodia Teitelboim, Luis Corbalán, la junta de gobierno, tortura… No recuerdo si ponían música chilena ni cuánto tiempo duraba el programa pero la sensación de miedo sí que la recuerdo.

No olvido esa sensación de nerviosismo mirando constantemente la puerta temiendo que los militares entraran violentamente. No sé cuánto tiempo escuchamos el programa, ni recuerdo alguna expresión u opinión de mi padre, si recuerdo que nuestra rutina cambió por un buen tiempo. Cada noche nos sentábamos alrededor de la mesa y escuchábamos “Escucha Chile”.

Extracto de mi libro Tengo un hijo en el cielo



Extracto de mi libro Tengo un hijo en el cielo
(Se puede adquirir a través del correo)

A la mayoría de las personas, el día 19 de enero del año 2009 no le dice nada. Sin embargo, para mí y mi familia, ese día cambiaría nuestras vidas para siempre. En esa mañana calurosa de verano, en Santiago de Chile, algo sucedería que dejaría huellas para siempre en nuestras vidas. Una mezcla de horror e incredulidad, de dolor y aceptación, de esperanza y eternidad se apoderó de nosotros esa mañana. Nos partió el corazón y soltó nuestras lágrimas como un río desconocido, tibio, salino y desbocado. De manera imprevista, inesperada y dramática nuestro hijo más pequeño partió de este mundo esa mañana, con apenas nueve años.
Comenzaba a disfrutar de sus vacaciones y, junto con unos amiguitos, salió a andar en bicicleta. Nunca más volvió a su casa, ni almorzó en ella ese día, ni comió sándwiches de lechugas que sacaba del refrigerador, ni se acostó en su cama azul con su colcha de caricaturas, viendo Los Simpson o escuchando a Shakira o a su Dulce María.
El alegre y divertido Joaquín, se fue ese día dejándonos el rostro desfigurado por la pena y el corazón partido en dos, a nosotros sus padres, a su hermano, a sus abuelos, a sus tíos y tías y a sus amiguitos.
En la noche de ese día 19 de enero lloramos hasta la madrugada, abrazados con mi esposa, repitiendo una y otra vez entre sollozos: “¿Qué vamos a hacer sin el Joaco?”
Por la mañana del día 20, al salir el sol, oí el canto de los pájaros en el árbol de mi vecino y una tristeza profunda me inundó. “Mi hijo, nunca más va oír esto”,  pensé. Lo sentí tan bello y tan ajeno a mi pesar que comencé a llorar. Le pedí a Dios que me diera las fuerzas para vivir ese día; el canto de los pájaros me dolió hasta el alma, esa mañana del 20 de enero de 2009.
Me costaría un tiempo volver a pasar por la esquina aquella sin estremecerme y, cuando lo hago, aún, a veces, siento el corazón y la garganta apretados. Muchos recuerdos en forma de imágenes vinieron a mi mente; por un buen tiempo, cada vez que pasaba por ese lugar repetía: “Desde este lugar, mi hijo partió al cielo”. ¡Qué contradicción! Como si el cielo fuera un mal lugar; debo aceptar como muchas veces lloro por mí, y no por él. Nuestro Joaco está feliz, nosotros, débiles y humanos lloramos su ausencia.
¿Por qué suceden tragedias que alteran nuestra vida para siempre? Esa pregunta no tiene una respuesta completa, conocemos parte de ella y su completitud forma parte del misterio y como todo misterio no nos es develado, no por ahora, al menos.
Una fecha precisa, una hora precisa, las personas, las circunstancias, un olvido, un descuido y las cosas cambian para siempre. Los que estaban, ya no están y nos dejan estelas de su presencia para que no olvidemos que fueron reales y para pedirnos que no dejemos de recordarlos y amarlos; para recordarnos que fueron parte de nuestra vida, y que parte de ella se ha marchado también con ellos.
Mi hijo, mi querido, precioso y sonriente hijo de nueve años ya no está más con nosotros, aunque eso es solo en el plano físico, pues siempre está presente. Si pudieran abrir mi corazón, allí encontrarían la imagen de un niño gordo con pómulos colorados que me sonríe y la imagen de una tosca pero poderosa cruz que me sostiene y me anima cada día.
Visitando la tumba del poeta chileno Vicente Huidobro, en Cartagena, leímos en su lápida: “Abrid esta tumba, en el fondo se ve el mar”. En cambio la lápida mía debería decir: “Abran esta tumba, en el fondo se ve el cielo” y un niño lindo que me espera.
Nosotros, mi familia y yo, sin saber vinimos a formar parte de una lista importante de personas en el mundo que han pasado por esta misma experiencia.
Qué tienen en común las siguientes personas
Los medios de comunicación nos presentan las vidas de muchas personas que, aunque muy distantes a nosotros, las sentimos como cercanas. Entre ellos se incluyen actrices, escritores, deportistas, políticos. La gran mayoría es presentada como gente de éxito, con mucho dinero y glamour, ¡gente feliz! Sin embargo, hay aspectos de sus vidas que permanecen desconocidas o poco conocidas para el común de nosotros. Son esos aspectos íntimos los que los hace comunes y corrientes. La humanidad de estas personas, que casi parecen divinas, está en lo que no se cuenta y es eso lo que nos vuelve iguales.
¿Qué tienen en común Sylvester Stallone, Gérard Depardieu, Paul Newman, John Travolta, Kirk Douglas, Marlon Brando, Eric Clapton, Lily Alen, Bill Cosby, Mia Farrow, O. J. Simpson, Myke Tyson, Sigmund Freud, Melany Klein, y otras muchas personas públicas a quienes conocemos a través de los medios de comunicación? 
Hay algo que los une, aunque ellos no se conozcan personalmente.
También nos preguntamos ¿qué tienen en común estas otras personas, chilenas, como nosotros? Por ejemplo, Daniela Campos, Susana Roccatagliata, Christián Warnken, Pedro Carcuro, Maricela Santibáñez, Alejandro Jodorowsky, Benjamín Vicuña, Coco Legrand, Javier Margas, Pedro Carcuro y muchas otras personas más, no conocidas, pero muy reales, como tú y como yo.
La respuesta es que todos han pasado por la experiencia de haber visto partir un hijo. Algunos de ellos los vieron partir antes de que estos nacieran; otros se fueron siendo pequeños, en un accidente, de muerte súbita, por una enfermedad. Muchos vieron partir sus hijos, cuando estos eran adolescentes y otro grupo cuando sus hijos eran adultos. No importa la edad de los hijos, su partida siempre deja una huella indeleble en la vida de los padres, de los hermanos y del resto de la familia. Nuestros hijos parten de este mundo, jugando, divirtiéndose, en desastres naturales, por consumo de drogas, asesinados y otros prefieren dejar este mundo de manera voluntaria. Son muchas las formas, y algunas difíciles de explicar y entender de la partida de nuestros hijos.
Qué difícil es para cualquier persona, hombre o mujer, enfrentar esta situación. Es una experiencia devastadora, que arrasa con las defensas emocionales, aún de los más fuertes.
Hay muchos artículos y libros sobre el tema y en diferentes medios, cuando alguna persona conocida pasa por esta situación, cada cierto tiempo se habla de ello. Sin embargo,  escuchar personalmente los testimonios de padres que han pasado por esta situación es mucho más duro, vivirlo personalmente es desgarrador, y no tiene parangón con otra experiencia que no sea, tal vez, la muerte de otro ser muy querido.
Prácticamente, todos los testimonios dicen que la muerte de un hijo deja un dolor y un vacío con el que se ha de vivir toda la vida. Esto es cierto, no obstante, hay caminos que los padres y demás familiares pueden tomar para sanar de esa profunda herida. En caso contrario, a estas personas les costará mucho volver a re-estructurarse y seguir con su vida.
Es ya común la expresión: “Ese es un dolor que dura toda vida”; y brota muchas veces en labios de personas que no lo han experimentado, y es una verdad; pero no se debe usar como una razón o una especie de excusa para sufrir toda la vida. La partida de un hijo es muy fuerte, pero en la vida de los padres quedan otras personas importantes: Cónyuges, hijos, padres y hermanos; quienes no tienen responsabilidad en la partida de ese hijo o la hija y no se merecen vivir con alguien atrapado en el pasado y que no se esfuerza por seguir adelante y vive como si ellos no existieran. Para estos familiares, tal vez, eso es morir en vida.
Recuerdo a una niña, casi adolescente todavía, que había visto partir a su hermana un poco mayor que ella. Un día, en una conversación muy íntima, me narró que su madre, en pleno período de dolor, había dicho: “Se murió mi mejor hija”. ¿Se puede dimensionar el impacto emocional y la herida que esas palabras provocaron en ella y sus hermanos? Ella, de un corazón noble, entendía que esas palabras habían surgido del dolor de su madre y la había perdonado. No sé si la madre, alguna vez le pidió perdón a ella.
La partida de un hijo es dolorosa, pero se debe elegir, sin otra opción, la de continuar viviendo y ser feliz, volver a amar y reír con el mismo entusiasmo de antes. Justamente, este libro pretende ser una ayuda para conseguir eso.


viernes, 9 de septiembre de 2016

La chicha con naranja

La chicha con naranja
                          Juan E. Barrera            

Eran otros tiempos y otra escuela, otros profesores y otros alumnos. Otra manera de vivir y de ver el mundo. Un mundo visto a través de los ojos de niño. Un mundo escolar lleno de buenos recuerdos y anécdotas. De bromas, de infantiles angustias, de travesuras y pequeños grandes dramas, ¡de tiempos inolvidables!
Estudié en una escuela pública cerca de mi casa, la Escuela 33, “la aviadores” “la de la plaza” hasta casi fines de los setentas y guardo en mi mente muchísimas imágenes de esa escuela aunque solo un par de veces volví a entrar en ella. La banda de guerra de la Fach tocando para el aniversario de la escuela, toda esa marcialidad y el sonido espléndido de los tambores y vientos retumbaba en todo el establecimiento cada año. El grupo folklórico y sus coloridos trajes, el oscuro escenario al final del corredor lugar de encuentro de los primeros amores, la cancha de baby futbol, las entradas furtivas al sector del kinder y otros recuerdos. No obstante guardo en mi memoria de manera especial una escena relacionada con mi profesor. No es de abuso, ni de “mala barra”, ni de discriminación, ni ninguna de las razones que hacen noticias hoy, es un recuerdo cariñoso. Tuvimos el mismo docente de primero a sexto básico y aunque era un hombre exigente y a veces severo, también tenía rasgos muy afectuosos. Él me llamaba por mis dos nombres Juan Enrique y otras veces me llamaba solo Enrique. Solo él ha hecho eso en toda mi vida, nadie más me ha llamado así, Enrique a secas. Cuando andaba chispeante me molestaba con un relato infidente que mi madre le hizo un día que tuve fiebre y me puse a delirar con unos monos que se subían a mi cama, cuando tenía 7 años. ¡el curso completo reía con la historia que me persiguió por años! ¿No te has puesto a llamar a Tarzán, Enrique?-decía y todo el curso reía a carcajadas. Yo me ponía rojo y reía apenas junto con ellos.
Un día, una tarde de un cuarto o quinto básico en la tercera sala de clases, a la izquierda, en el segundo piso, el profesor me llama -Enrique ven- me dijo. Me paré de mi asiento y me dirigí a su escritorio sin temor alguno. Entonces, en voz baja me pidió que saliéramos de la sala y una vez afuera, no sé de dónde sacó un cambucho de papel con una botella de vidrio transparente dentro y con voz misteriosa me dijo-Enrique, anda al frente, a la botillería de don Carlos y cómprame un litro de chicha y unas naranjitas. Yo asentí con la cabeza y puse atención a las instrucciones:
-Dile que vas de parte mía-prosiguió el profesor- mira bien para los dos lados antes de cruzar la calle. Yo hablé con el auxiliar para que te deje salir y entrar- Hablaba con cara de “guarda el secreto” y yo entendí de inmediato. Me hice cómplice y compinche suyo y me gustó. Disimuladamente bajé la escalera del segundo piso y le dije al auxiliar “el profesor Mario me mandó”, parece que esa era la contraseña porque sin preguntarme nada el hombre de cotona azul desteñida me abrió la puerta y yo salí.
La plaza donde se ubicaba la escuela me pareció distinta a esa hora de la tarde. Estaba vacía e iluminada, no recuerdo si hacía frío o calor. Rápidamente la atravesé, con mi encargo escondido entre la cotona beige. Llegué a la esquina, miré a ambos lados y crucé.
Supongo que el dueño de la botillería también sabía del tema pues no me preguntó nada y me vendió la chicha y las naranjas. No recuerdo como entré a la escuela ni que pasó después. Supongo que entré a la sala y seguí con mis tareas. Tampoco conté el hecho en mi casa. De alguna manera supe que era un secreto entre mi profe y yo.
Han pasado años de la anécdota. Yo también me convertí en profesor de Educación Básica y recuerdo esa anécdota con cariño, casi con nostalgia. Yo también tuve algunos amigos de nueve años: Mejías, Espinoza, Suárez, Valenzuela, Olguín y tantos otros. Con ellos redescubrí la risa, la fantasía, la alegría, la sencillez y el cariño sincero.

La chicha y las naranjas son una muestra de la relación y afecto que se puede generar entre profesor y alumno. Relación basada en la honestidad y en el respeto mutuo. Entre la formalidad y la cotidianeidad. No sé si esas situaciones se pueden dar o repetir en el día de hoy. Si yo mandaría a un alumno a comprarme un litro de chicha y unas naranjitas y si habrá un alumno que cuarenta años después recuerde ese evento con cariño.

sábado, 13 de agosto de 2016

Tengo un hijo en el cielo. La experiencia de ver partir un Hijo.

Tengo un hijo en el cielo. La experiencia de ver partir un Hijo. Posibles caminos de restauración
 Ps. Juan E. Barrera

Sobre la muerte de un hijo se ha escrito mucho. Aunque no todo lo que se escribe puede que sea de ayuda para quienes han tenido que enfrentar este evento en la vida que usualmente, deja serias complicaciones emocionales en los progenitores.

Algunas estadísticas muestran que esta no es una experiencia tan infrecuente. Son 9 millones de niños los que mueren al año (Cardonet 2014). Muchos de ellos mueren por causas que podrían evitarse si existiese la voluntad política para ello. Más de la mitad de estos niños, provienen de los siguientes países: India, Nigeria, la República Democrática del Congo, Etiopía y China; prácticamente la mitad muere de hambre o de otra causa relacionada. Pero también mueren los niños en las ciudades de Latinoamérica. Las causas más frecuentes son:

•             Accidentes caseros.
•             Atropellos.
•             Accidentes de tráfico.
•             Asesinatos.
•             Ahogos.
•             Otras formas.

El dolor que produce la muerte de un hijo o de una hija deja devastados no solo a los padres, sino a toda una familia. Bucay (2003) ofrece un listado, tomado de los países anglosajones, sobre la intensidad del dolor puntuado de 0-100 donde la muerte ocupa los primeros lugares:
•             La muerte del cónyuge ocupa el primer lugar con 100 puntos
•             La muerte de un hijo el segundo lugar con 83 puntos
•             La muerte de un hermano y padres con 65 puntos
•             La muerte de un amigo 48 puntos
•             La muerte de una mascota 37 puntos.
Charles Corr, (2001) un autor dedicado al estudio de la muerte en niños, citado en Acero-Rodríguez (calcula que, por cada muerte repentina e inesperada de un niño, al menos diez personas (10X1) sufren un efecto directo de ello, por lo que si se reflexiona en torno a las cifras de los accidentes, homicidios, suicidios y problemas de salud que afectan a los hijos, descubrimos que son muchísimas las personas tristes en el día de hoy.

¿Qué es duelo?
El duelo, es definido por el experto e investigador J. Bowlby, (2007) como “todos aquellos procesos psicológicos, conscientes e inconscientes, que la pérdida de una persona amada pone en marcha, cualquiera que sea el resultado”. Por su parte, Guic y Salas (2005) definen duelo como “[…] la reacción ante una pérdida que puede ser la muerte de un ser querido, pero también la pérdida de algo físico o simbólico, cuya elaboración no depende del paso del tiempo sino del trabajo que se realice. Claramente cambia el curso normal de la vida de una persona, pero es un proceso normal. ”

¿Cuánto dura el duelo y cómo se manifiesta?
No hay acuerdo entre los autores especializados y para algunos va desde los seis meses hasta los cinco años. Testimonios de padres que han visto partir un hijo hablan incluso de un duelo que abarca los siete años y el profesor Alonso-Fernández, (2013) catedrático de Psiquiatría de la Universidad Complutense de Madrid, por su parte, afirma que alrededor de un 20% de los padres no logra superar la muerte de un hijo.
El duelo se caracteriza por una profunda tristeza y las consecuencias se extienden a los pensamientos, de impotencia, de confusión, de dudas y preguntas sin responder. En lo emocional los dolientes se llenan de emociones negativas, desde la tristeza hasta la ira. Desazón, sensación de vacío, decepción, nostalgia. En lo social muchos dolientes buscan la soledad, evitan el juntarse con otras personas. El mundo entero cambia para los padres que han visto partir un hijo.
Esta experiencia, de acuerdo con Roitman et al (2002) se vuelve fundacional. Marca un antes y un después para los padres y el resto de la familia. Prácticamente todas las actividades, de manera principal al inicio de la partida del hijo o hija giran en torno a un antes o a un después de la partida del hijo o hija.
Algunas de las razones, citadas por el mismo autor para el profundo dolor de los padres, están el hecho de que la paternidad es irrenunciable. El hijo o la hija ya no está, pero los padres siguen siendo padres. Siempre se va a recordar el día de su nacimiento. No se pueden olvidar las anécdotas vividas, las experiencias compartidas, el afecto entregado y recibido. Se puede dejar de ser novio, esposo, amigo íntimo, pero no se puede dejar de ser padre o madre. El profeta bíblico, escribiendo 500 años antes de Cristo pregunta de manera retórica “¿Olvidará la mujer lo que dio a luz? (Biblia RVR 1960) La respuesta en el mismo texto es un rotundo no. No se puede dejar de ser padres.

¿Cómo brindar ayuda a esos padres que quedan?
Algunos caminos de restauración son los siguientes:
Recibir una actitud de acogida. Los que han pasado por la experiencia de haber visto partir un hijo necesitan hablar de sus hijos, de cómo eran. De su carácter, recordar anécdotas, llorar, reír, volver a llorar o guardar silencio. Necesitan un psicólogo empático, auténtico, que llore con ellos, que no apresure nada, que no dirija nada, que escuche solamente y lo más importante, les ayude en ese proceso a desarrollar los medios o herramientas psicológicas que los padres tienen para seguir adelante con la vida, porque no hay otra posibilidad. La vida debe continuar, a pesar de la pena profunda que se siente. Nadie puede realizar este trabajo por los padres, por difícil que sea y aunque muchos deseen ayudar, la restauración debe provenir desde los propios dolientes. La duración de ese proceso es muy variable y va a depender de los recursos psíquicos de las personas.
Aceptar la realidad .Este es otro camino a seguir y requiere más dedicación terapéutica y más elaboración por parte del que sufre. Este principio proviene de la psicología cognitiva y es lo opuesto a la negación. Aceptar la verdad, es mirar la situación sin taparse los ojos, la boca o los oídos. Es aceptar que la vida es como es y no como nos gustaría que fuera. Entender esto aminora el sufrimiento, lo que no ocurre sin una importante intención de trabajo para lograr esto. Aceptar la realidad, que el hijo o hija ya no está toma tiempo. Durante las primeras semanas la sensación es de adormecimiento, de estar anestesiado, de vivir un sueño o una pesadilla. Al pasar los días se descubre que no es un sueño y que lo que ha sucedido es real. Aquí comienza la lucha por aceptar la realidad.
El dolor como una oportunidad de aprendizaje. Dicen las personas que han vivido un tiempo de mucho éxito, fama y euforia: cantantes, actores, modelos, deportistas y otros, que en ese tiempo no han aprendido mucho o tanto como en el tiempo de dolor. El éxito está lleno de ego, ruido, dinero, mucha actividad y esto no da tiempo para reflexionar o aprender de la vida. Se está “arriba de la máquina” y no se puede bajar, no hasta que algo inesperado ocurre. Conflictos importantes, una enfermedad sorpresiva, un divorcio, la ruina o la muerte de un hijo. Nos dicen entonces estas personas, que es en este tiempo donde más se aprende.
Pilar Sordo (2012) conocida psicóloga chilena, emplea una metáfora interesante para referirse al dolor, ella habla de la encomienda:
“Definir el dolor es simple y lo pueden encontrar en cualquier diccionario, es básicamente una sensación subjetiva lacerante, que muchas veces hace que duela literalmente todo y a través de la cual muchos hemos podido comprobar que el alma existe, porque de verdad se siente cuando lo padecemos. El dolor es una encomienda que llega a nuestras vidas, la mayoría de las veces sin que la hayamos solicitado, y directamente a domicilio. Es una “caja” de feo aspecto que cuando la recibimos nos hace preguntarnos ¿Por qué a mí?, “yo no la quiero recibir, vemos entonces la forma de devolverla y de rechazar el envío”
Aprender a vivir un día a la vez. “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” Este principio aplicable frente a la pérdida de un hijo o hija son palabras de Jesús refiriéndose a la ansiedad por el futuro. De manera automática, cuando un hijo parte, vienen a la cabeza de los dolientes una serie de pensamientos. Verdaderos huracanes mentales confusos que traen todo tipo de pensamientos e imágenes que producen mucho dolor. Inmediatamente se piensa en la navidad que se celebrará sin el hijo. En su cumpleaños, las vacaciones donde no va a estar, sus amigos, su pieza, su ropa, etc. Estos pensamientos crean gran aflicción y casi no se pueden controlar. Apenas se sabe la noticia de la partida, la mente de los dolientes vuela por toda la vida que se vivirá sin el hijo o hija. Desde el primer momento se piensa que la ausencia del hijo será muy difícil de llevar. Estas palabras de Jesús son preciosas, cargadas de sanidad, de gran valor terapéutico, palabras que restauran. Se relacionan con la preocupación por el futuro que tanta paz quita.
La partida de un hijo siempre dejará una huella en la vida de los padres, pero es posible seguir adelante. Hay caminos de restauración, se han nombrado algunos de ellos. Ninguno está exento de dificultades y todos requieren de la implicancia de los dolientes, pero elaborados apropiadamente traerán alivio a quienes han visto partir a un hijo o hija.

Bibliografía
Alonso-Fernández. F. Citado en Sánchez de Haro B. (2013) “Muerte de un hijo. Padres “shjol” que necesitan ayuda. Bajado de http://suite101.net/article/muerte-de-un-hijo-padres-shjol-que-necesitan-ayuda-a53114) el 20/05/2015
Bowlby J. Citado en Cabodevilla, I. Las pérdidas y sus duelos. Anales Sis San Navarra [online]. 2007, vol.30, suppl.3, pp. 163-176. ISSN 1137-6627. Bajado de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1137-66272007000600012 el 20/05/2015.
Bucay J. El camino de las lágrimas. Colección hojas de ruta. Ed. Sudamericana/Del Nuevo Extremo. (2003) P.149 Bajado de Biblioteca UACA en files.biblioteca-uaca.webnode.es/200000154-aaa07ac96f/22.pdf el 27/02/2016
Cardonett L. (Traductora) La mortalidad infantil en el mundo. Bajado de http://www.humanium.org/es/mortalidad-infantil/ el 04/10/2014
Corr Ch. 2001. Familias en riesgo de duelo complicado en Bogotá. Citado en Acero-Rodríguez, P. D. (2013). Revista de Psicología GEPU, 4 (2), 134-140. Bajado de http://revistadepsicologiagepu.es.tl/Familias-en-Riesgo-de-Duelo-Complicado-en-Bogot%E1.htm el 23/05/2015
Guic Sesnic E, Salas Nicolau A: El trabajo de duelo. Ars Médica. Revista de Estudios Médico humanísticos. V.11 N.11 PUC. (2005) Bajado de http://escuela.med.puc.cl/publ/arsmedica/arsmedica.html el 23/05/2015
Libro del profeta Isaías capítulo 49 versículo 15 (VRV 1960)
Roitman, A; Armus, M; Swarc, N. El duelo por la muerte de un hijo. Publicado en Aperturas Psicoanalíticas nº12 el 05/11/2002. Bajado de http://www.aperturas.org/autores.php?a=Roitman-Aida-Armus-Marcela-Swarc-Norberto el 17/05/14

Sordo P. Bienvenido dolor. Una invitación a desarrollar la voluntad de ser feliz. Ed. Planeta. Santiago de Chile 2012. p 90
Amigos, les comparto mi segundo libro. Lo estoy enviando por correo, escrìbanme
Un saludo
Juan

martes, 31 de mayo de 2016

miércoles, 25 de mayo de 2016

Aflicciones presentes gloria venidera

Aflicciones presentes gloria venidera

Pr. Juan E. Barrera

El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia en Roma dice textualmente “pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Romanos 8:18) Para el apóstol el sufrimiento experimentado por la iglesia no era algo ajeno a la vida y con estas palabras los anima a perseverar en la fe. Ellos tenían dos cosas: sufrimiento y gloria. Este dueto se conjugaba muy bien en los primeros cristianos. A mayor sufrimiento mayor la esperanza en la otra vida, a mayor la amargura producida por el sufrimiento mayor la dulzura del cielo.
Este sufrimiento está presente desde un inicio y deja huellas profundas en la persona y el trabajo del apóstol Pablo. Este sufrimiento mata al duro y feroz fariseo Pablo, al fanático religioso que no duda en matar por su doctrina y hace aflorar al Pablo humilde hijo de Dios, hermoso siervo de Cristo, conocedor de la gracia divina.
El sufrimiento mata en Pablo el orgullo y la arrogancia intelectual y espiritual y deja en cambio en evidencia toda su debilidad y toda su dependencia. La aflicción mata en Pablo toda seguridad y deja florecer la esperanza y lo lleva a la arrobadora experiencia de conocer al Cristo glorificado y a pesar del dolor el apóstol se rinde en servicio, amor y adoración.
Muchas veces en sus epístolas deja ver que sin sufrimiento no hay avance, que sin oposición y sin lucha no hay poder espiritual, porque este se desarrolla y está al servicio del hombre de Dios cuando este enfrenta oposición y sufre, paga el precio por ser un hijo de Dios y se regocija en ello.
En Pablo es posible ver también las expectativas de la gloria futura y estas se refleja también en su ministerio. Los escritos de Pablo huelen a la gloria venidera, la puede ver por fe, la puede sentir cerca, la tiene allí, frente a su cara, casi tocándola con la mano. Sus epístolas están llenas de cielo, de eternidad, de gloria y con esta esperanza alienta a los hermanos de Roma y a cada generación de cristianos que sufre. La gloria venidera es real. Hay un mundo paralelo, invisible pero muy real. Por eso trabajamos, por eso sufrimos, la verdadera morada del cristiano está allá en la gloria, este cuerpo es solo una tienda de campaña. Por eso tantas personas prefirieron morir a negar su fe, a renegar, a traicionar, tenían puestos los ojos en ese mundo invisible pero muy real.
Nuestra amada iglesia presente carece de ambas características, al menos una buena parte de ella. No hay ni sufrimiento ni esperanza gloriosa y esto también deja huellas. Hombres y mujeres procuran el éxito espiritual pero sin pagar el precio del sufrimiento. La iglesia busca el respaldo en las leyes, en la opinión pública, en los medios de comunicación, pero evita el dolor y sufrimiento de la oposición y la persecución.
Hombres y mujeres bien intencionados buscan hacer la obra de Dios y vivir la vida de Dios pero sin sufrimiento y gustamos de la imagen de un líder cristiano ejecutivo, con oratoria, que grite mucho, que sea motivador, que proyecte éxito y sin embargo olvidamos las palabras de Jesús “en el mundo tendréis aflicción”. Proyectan y predican un evangelio humano, cómodo, sin cruz olvidando una vez más las palabras de Jesús, “aquel que quiera venir en pos de mí, tome su cruz y sígame” y millones de personas creen un evangelio donde no hay aflicción, solo éxito y fiesta contínua.
La obra de Dios sin sufrimiento es distinta a cuando surge o se realiza en medio de la aflicción. La iglesia que avanza en medio de la aflicción es una iglesia que busca el poder, la gracia y el gozo que viene de la presencia misma de Dios. Es una iglesia que ora y que adora, porque ha visto a Dios consolando a su pueblo. Cada alma salvada es el resultado de un precio alto que más de alguien pagó, a costa de su tiempo, su salud, sus recursos y hasta su propia vida.
La iglesia actual tampoco tiene esperanza gloriosa. Vivimos como si todo lo que existiese fuera este mundo y tal vez por eso evitamos el sufrimiento. No hay esperanza gloriosa, somos esclavos de los valores de la modernidad, la razón, la salud, el escepticismo, el presente, lo relativo y nos cuesta tanto alzar nuestros ojos al más allá. Vivimos apegados al suelo, nuestras predicaciones giran en torno al hombre y sus necesidades, estamos preocupados de la estética, del medio ambiente, pero no escuchamos hablar de la gloria venidera, de cómo se ven las aflicciones o la muerte frente a esta perspectiva, donde el morir es ganancia y si se vive o se muere somos del Señor. Como los no creyentes negamos la enfermedad y la muerte, nos avergüenza sufrir, nos quita dignidad porque hemos perdido de vista esa gloria venidera prometida donde todo será hecho nuevo. Sin la esperanza de esa gloria seguimos siendo niños y juzgamos como niños.

Una iglesia que recibe oposición, que sufre, que paga un precio y que al mismo tiempo que lucha tiene puesto los ojos en el futuro, en la gloria, en es capaz de dividir el tiempo entre un “ahora doloroso” y un “pronto glorioso” no se apega al suelo ni al cielo. Tiene un ojo aquí y otro allá. Sufre y en medio de la endecha escucha los acordes angélicos de la gloria que le espera. Una obra divina que se hace en medio de la aflicción no es superficial, el dolor quema lo superficial. En una obra así hay belleza, hay pureza, hay santidad. El fuego purifica el oro, y su brillo crea admiración, sorpresa, alegría. El dolor crea sinceridad, autoridad, crea el carácter de Cristo, crea futuro, crea eternidad.

Un olvido revelador

Iglesia Cristiana Metropolitana
Santiago de Chile
Domingo 22/05/2016


Mensaje: “Un olvido revelador”
Texto     : Marcos 8:14-21

Introducción
-Lo que se relata aquí probablemente tuvo lugar en el mar de Galilea, durante el viaje desde Dalmanuta a Betsaida
-El olvido de los apóstoles de pan da lugar para que el Señor toque un tema fundamental, arraigado en el corazón de ellos y del cual no estaban conscientes.

I: El olvido: “Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.”v. 14
Este olvido de los discípulos revela algo de sí mismos que ellos no pensaron haría. Veamos paso a paso este proceso
1. El Señor aprovecha el comentario de los discípulos para introducir en la conversación un gran tema:
II. La advertencia: V15 “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes”
En el original las dos advertencia están en tiempo continuo: “estén mirando todo el tiempo y guárdense constantemente de…”
3. v. 16 Los discípulos confunden los dos temas y entienden de manera literal el problema de la levadura.

¿A qué se refería el Señor con la levadura?
La levadura es un hongo unicelular que produce enzimas capaces de provocar la fermentación , pero cual era el significado que le estaba dando el Señor que los discípulos no entendieron?
Los discípulos habían escuchado la enseñanza del Maestro en Mateo 13:33 y debieron haber comprendido, pero no lo hicieron.
El Señor se refería a la enseñanza de estos grupos
Levadura y enseñanza tienen varios puntos en común:
a. Ambas actúan invisiblemente
b. Ambas son muy potentes
c. Ambas tienen la tendencia a incrementar gradualmente su esfera de influencia.

Según el contexto la levadura de los fariseos era su incredulidad que los llevó a demandar señal en lugar de creer a lo que habían visto.
El concepto de levadura aplicado a los tres grupos enemigos de Jesús:

a. Los fariseos enseñaban el tradicionalismo (Mr. 7:4, 8).
b. Herodes y sus seguidores, los herodianos, el secularismo (Mr. 6:17ss).
c. Los saduceos, el escepticismo (Mr. 12:18; cf. Hch. 23:8).

4. v. 17-18 “ Y entendiéndolo Jesús les dijo:…”El Señor entiende la confusión de los discípulos, pero los reprende solamente haciéndoles preguntas (6)
-¿Discuten porque no tienen pan?
-¿No entienden ni comprenden?
-¿Todavía tienen endurecido el corazón?
-¿Tienen ojos pero no ven?
-¿Tienen oídos pero no oyen?
-¿No pueden recordar?

5. v.19-20 Como ellos estaban confundidos, con el corazón duro, ciegos, sordos y olvidadizos el Maestro les recuerda los hechos recientes:
-había alimentado a cinco mil personas con solamente con cinco panes y habían recogido doce cestas sobrantes.
-Había alimentado a cuatro mil personas con solamente siete panes y habían recogido siete cestas sobrantes
6. v.21 Y el Señor los vuelve a reprender “¿Cómo aún no entendéis?
¿Qué es lo que ellos no habían comprendido?

1. Después de lo que habían visto debían comprender que un pan era más que suficiente para alimentar a 13 personas.
2. Que él no hablaba del pan cuando se refirió a la levadura
3. Qué la levadura era la enseñanza de los enemigos del Maestro
4. Que esa levadura, la incredulidad, estaba en ellos todavía y podría traerles serias dificultades.
Un autor, (Hendriksen) ha dicho que este pasaje enseña que se debe tener cuidado con 4 cosas:
a. El tradicionalismo de los fariseos.
b. El secularismo ( sacar a Dios de todo aspecto de la vida) de los herodianos
c. El escepticismo de los saduceos
d. El pesimismo de los apóstoles

ILUSTRACIÓN

Cuentan que un alpinista, con el afán por conquistar una altísima montaña, inició su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria solo para él, por lo que subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar, sino que decidió seguir subiendo, y oscureció. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, la luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo unos pocos metros de la cima, se resbaló y se desplomó por el aire, cayendo a velocidad vertiginosa. El alpinista solo podía ver veloces manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los episodios gratos y no tan gratos de su vida. Pensaba en la cercanía de la muerte, sin embargo, de repente, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba de la cintura a las estacas clavadas en la roca de la montaña.
En ese momento, suspendido en el aire, gritó: ¡¡¡ayúdame Dios mío!!!
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-¿QUE QUIERES QUE HAGA?
- ¡¡¡¡¡¡Sálvame Dios mío!!!!!!!!!
-¿REALMENTE CREES QUE YO TE PUEDO SALVAR?
-sí, Señor
-entonces corta la cuerda que te sostiene...
Hubo un momento de silencio; y el hombre se aferró más aún a la cuerda....
Cuenta el equipo de rescate, que al siguiente día encontraron al alpinista colgando muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a una cuerda... a tan solo un metro del suelo...

APLICACIÓN
La aplicación de este pasaje a nuestra vida fundamentalmente es:
1. Tenemos que creer, no tener dudas frente a lo que viene.
2. Desechar la incredulidad en base a lo que ya hemos visto actuar a Dios.
3. Lo que no hacemos (el olvido) a veces revela nuestro interior
4. La incredulidad nos paraliza y nos confunde
5. Debemos tener cuidado con la tradición (Fariseos)
6. Debemos tener cuidado con el secularismo (Herodianos)
7. Debemos tener cuidado con el escepticismo (Saduceos)