Juan E. Barrera
En el septiembre
de 1973 en Chile yo estaba por cumplir los 10 años. A fines de ese mes los
cumplí. Tengo muchos recuerdos de ese tiempo duro para nosotros los chilenos. La
primavera llegó en ese año pero no había forma de disfrutarla. Sólo floreció el
dolor y el horror como nunca en nuestra historia y un recuerdo de este
complicado tiempo que nunca he comentado brotó en mi mente hace poco.
Era de noche, y afuera,
en nuestra casa, cerca de Gran Avenida se escuchaban disparos. Tiros de fusiles
y ráfagas de ametralladora que quebraban el silencio de la noche y me
asustaban. No había bocinazos, bulla, música, no recuerdo perros ladrando, nada,
solo reinaba el silencio que era roto por los disparos y mi fértil imaginación
infantil volaba lejos. Nos sentábamos en el living alrededor de una gran mesa y
mi hermana Isabel y yo sentíamos miedo. Tomábamos un té y cualquier ruido
extraño nos espantaba.
Recuerdo que a mí
me asustaba asomar la cabeza por la ventana del comedor y mirar la oscuridad
del patio. Sentía que algo grave podía pasar afuera y la luz del living y la
presencia de mis padres me daba seguridad. Con mi hermana Isabel no entendíamos
que pasaba alrededor y las explicaciones que recibíamos tampoco lograban
aclarar nuestras dudas. No recuerdo las conversaciones de mis padres ni de mi
abuela, si recuerdo su cara de susto y a mi mamá moviendo la cabeza de lado a
lado como diciendo “esto no puede ser”. Recuerdo la luz amarillenta del
comedor, las manchas de barniz en el techo de madera, las paredes pintadas de
un verde agua muy desteñido, la gran puerta y nosotros sentados alrededor de la
mesa.
En un mueble de
madera con cajones, a uno de los costados del comedor, sobre una superficie
amplia estaba nuestra radio y entonces mi papá hacía algo que me producía más
temor todavía. La encendía, buscaba en el dial la onda corta y entre ruidos de
interferencia sintonizaba Radio Moscú y escuchábamos el programa Escucha Chile.
Tengo grabado de
forma nítida la voz de la mujer que cada noche hablaba en un español perfecto.
Googleando hace poco tiempo supe que su nombre era Katia Olesvkaya, que era
ukraniana y que había aprendido español en Méjico.
Mi papá, sin ser
militante ni simpatizante comunista, solo por el deseo de informarse, cada
noche oía las noticias de lo que pasaba en el país o lo que la radio Moscú
decía que pasaba. Agudizaba el oído cuando la onda radial se perdía y escuchaba
atentamente lo que se decía y repetía en voz alta algunos de los comentarios de
la radio. Muchas veces subía el volumen a un nivel muy alto para oír mejor y
eso despertaba en mí el terror. Imaginaba a los militares entrando a nuestra
casa con sus armas destruyendo todo y llevándose a mi papá, a mi mamá y a mi
abuela. Mi papá, terco como era, se negaba a bajar el volumen de la radio aunque
nosotros se lo pedíamos y yo aterrado, lleno de nervios esperaba que el
programa terminara pronto.
De ese programa
guardo en la memoria muy claro algunas palabras que en ese entonces no
entendía: golpe de estado, quiebre de la democracia, intervención, dictador, compañero,
etc y había nombres que se repetían: Pinochet, Volodia Teitelboim, Luis
Corbalán, la junta de gobierno, tortura… No recuerdo si ponían música chilena
ni cuánto tiempo duraba el programa pero la sensación de miedo sí que la
recuerdo.
No olvido esa
sensación de nerviosismo mirando constantemente la puerta temiendo que los
militares entraran violentamente. No sé cuánto tiempo escuchamos el programa,
ni recuerdo alguna expresión u opinión de mi padre, si recuerdo que nuestra
rutina cambió por un buen tiempo. Cada noche nos sentábamos alrededor de la
mesa y escuchábamos “Escucha Chile”.
Sin el ánimo de ser controversial, ni ponerme en ningún bando político, también viví esa etapa de la vida, con los mismos temores e incertidumbres. Es bueno tener en cuenta que la historia no comienza en un sólo día, especialmente cuando el país tiene una larga vida.... La idea de la acción, puede ser una reacción y no una sola acción aislada sin el mérito de la causa. Cada uno recuerda de la manera que le afectan y hay que tomar en cuenta que los cristianos estamos por sobre los partidismos y el deber es orar y pedir a Dios que dirija a los gobernantes para que el país no se divida en dos bandos y no ocurra lo que sucedió en 1973. Saludos
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