jueves, 15 de septiembre de 2016

Escucha Chile

 Escucha Chile
                       Juan E. Barrera

En el septiembre de 1973 en Chile yo estaba por cumplir los 10 años. A fines de ese mes los cumplí. Tengo muchos recuerdos de ese tiempo duro para nosotros los chilenos. La primavera llegó en ese año pero no había forma de disfrutarla. Sólo floreció el dolor y el horror como nunca en nuestra historia y un recuerdo de este complicado tiempo que nunca he comentado brotó en mi mente hace poco.
Era de noche, y afuera, en nuestra casa, cerca de Gran Avenida se escuchaban disparos. Tiros de fusiles y ráfagas de ametralladora que quebraban el silencio de la noche y me asustaban. No había bocinazos, bulla, música, no recuerdo perros ladrando, nada, solo reinaba el silencio que era roto por los disparos y mi fértil imaginación infantil volaba lejos. Nos sentábamos en el living alrededor de una gran mesa y mi hermana Isabel y yo sentíamos miedo. Tomábamos un té y cualquier ruido extraño nos espantaba.
Recuerdo que a mí me asustaba asomar la cabeza por la ventana del comedor y mirar la oscuridad del patio. Sentía que algo grave podía pasar afuera y la luz del living y la presencia de mis padres me daba seguridad. Con mi hermana Isabel no entendíamos que pasaba alrededor y las explicaciones que recibíamos tampoco lograban aclarar nuestras dudas. No recuerdo las conversaciones de mis padres ni de mi abuela, si recuerdo su cara de susto y a mi mamá moviendo la cabeza de lado a lado como diciendo “esto no puede ser”. Recuerdo la luz amarillenta del comedor, las manchas de barniz en el techo de madera, las paredes pintadas de un verde agua muy desteñido, la gran puerta y nosotros sentados alrededor de la mesa.
En un mueble de madera con cajones, a uno de los costados del comedor, sobre una superficie amplia estaba nuestra radio y entonces mi papá hacía algo que me producía más temor todavía. La encendía, buscaba en el dial la onda corta y entre ruidos de interferencia sintonizaba Radio Moscú y escuchábamos el programa Escucha Chile.
Tengo grabado de forma nítida la voz de la mujer que cada noche hablaba en un español perfecto. Googleando hace poco tiempo supe que su nombre era Katia Olesvkaya, que era ukraniana y que había aprendido español en Méjico.
Mi papá, sin ser militante ni simpatizante comunista, solo por el deseo de informarse, cada noche oía las noticias de lo que pasaba en el país o lo que la radio Moscú decía que pasaba. Agudizaba el oído cuando la onda radial se perdía y escuchaba atentamente lo que se decía y repetía en voz alta algunos de los comentarios de la radio. Muchas veces subía el volumen a un nivel muy alto para oír mejor y eso despertaba en mí el terror. Imaginaba a los militares entrando a nuestra casa con sus armas destruyendo todo y llevándose a mi papá, a mi mamá y a mi abuela. Mi papá, terco como era, se negaba a bajar el volumen de la radio aunque nosotros se lo pedíamos y yo aterrado, lleno de nervios esperaba que el programa terminara pronto.
De ese programa guardo en la memoria muy claro algunas palabras que en ese entonces no entendía: golpe de estado, quiebre de la democracia, intervención, dictador, compañero, etc y había nombres que se repetían: Pinochet, Volodia Teitelboim, Luis Corbalán, la junta de gobierno, tortura… No recuerdo si ponían música chilena ni cuánto tiempo duraba el programa pero la sensación de miedo sí que la recuerdo.

No olvido esa sensación de nerviosismo mirando constantemente la puerta temiendo que los militares entraran violentamente. No sé cuánto tiempo escuchamos el programa, ni recuerdo alguna expresión u opinión de mi padre, si recuerdo que nuestra rutina cambió por un buen tiempo. Cada noche nos sentábamos alrededor de la mesa y escuchábamos “Escucha Chile”.

1 comentario:

  1. Sin el ánimo de ser controversial, ni ponerme en ningún bando político, también viví esa etapa de la vida, con los mismos temores e incertidumbres. Es bueno tener en cuenta que la historia no comienza en un sólo día, especialmente cuando el país tiene una larga vida.... La idea de la acción, puede ser una reacción y no una sola acción aislada sin el mérito de la causa. Cada uno recuerda de la manera que le afectan y hay que tomar en cuenta que los cristianos estamos por sobre los partidismos y el deber es orar y pedir a Dios que dirija a los gobernantes para que el país no se divida en dos bandos y no ocurra lo que sucedió en 1973. Saludos

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