jueves, 20 de diciembre de 2012

La flauta y el clavel


                                                     La flauta y el clavel                                  

                                                   

Es probable que fuera una tarde de primavera por los colores amarillentos y anaranjados que comenzaban a inundar el cielo poniente de la zona sur de Santiago, y es probable también que yo no tuviera más de diez u once años. Iba en quinto o sexto básico y no había mayor algarabía para algunos de nosotros que participar en el grupo folklórico de la escuela. El director del grupo musical era obviamente, el profesor de música, el señor Figueroa. Un hombre estricto de bigote grueso, de gran envergadura física que fumaba pipa y usaba una cotona blanca impecable y que venía del sur de Chile.
Al interior del grupo pasaban muchas cosas. Los que desde esa corta edad disfrutábamos de la música éramos felices entre flautas dulces, tambores, instrumentos de viento, guitarras y otros muchos instrumentos. De nuestras infantiles y púberes manos salían acordes de melodías clásicas de Clarita Solovera, Diego Barros Ortiz, las tonadas de Manuel Rodríguez, la Luna Tucumana, el Aire, los versos de Neruda dedicados a O´Higgins. El Negro José de Los Illapu era el hit del momento y el más interpretado y favorito de todos.
Ensayábamos mucho; canto, guitarras, flautas, un contrabajo, que tocaba la niña más alta del grupo. Algunos instrumentos de viento-metal de color refulente y muchísimo entusiasmo pre adolescente eran los ingredientes justos para pasarlo bien disfrutando de la música. Pero no he nombrado el ingrediente más importante ¡Había niñas! Flaquitas, gorditas, casi todas morenas, todas con calurosos jumpers y calcetas azules hasta bajo la rodilla. De cabello largo algunas, la mayoría con el pelo hasta el hombro y con cintillo. De entre todas las morenas destacaba una blanquita, con pecas, con un cintillo blanco y de sonrisa amable y divertida todo el tiempo. Los años, que borran muchos recuerdos, han borrado su nombre  prácticamente han hecho desaparecer sus facciones ¿Era flaca? ¿Era gorda? No lo recuerdo, ¿sus manos? Tampoco las recuerdo, pero sí recuerdo lo que hicieron una tarde, durante un ensayo, en la sala 13, la que daba a la calle y a la plaza.
La primavera había despertado ciertas inclinaciones románticas en nuestras precoces compañeras y nosotros, los hombres, “los pavos”, éramos el objeto de sus deseos románticos, seudo eróticos. Nosotros que solo pensábamos en la pichanga del recreo y los sándwiches de la colación, aunque claro está, también había de aquellos que les gustaba mirar un poco más arriba de la rodilla, pero en general solamente nos dejábamos querer sin comprender todo lo que pasaba por las mentes de estas seductoras adelantadas.
Al parecer, yo era uno de los escogidos, privilegiado de la pecosa  y con cintillo blanco en el pelo, pero en lugar de disfrutar de tal elección me sentía avergonzado e intentaba por todos los medios posibles “mantener distancia” con la pecosa. A pesar de eso, un buen día llevó al ensayo un clavel blanco, o no recuerdo si ella lo llevó o lo encontró tirado por ahí entre los bancos de la sala de clases, pero éste comenzó a transitar de mano en mano y de atril musical en atril musical hasta que llegó a las manos de la bonita pecosa. Ella en un gesto inolvidable me lo obsequió, pero yo, aprendiz fracasado y desconcertado de galán, lo rechacé. No recuerdo qué cara puso la pecosa, ni sé si las pecas se le oscurecieron de rubor o rabia, pero el momento romántico coincidió con la orden del director de comenzar a tocar. Entonces, en otro gesto imborrable, espontáneo e impensado, antes de ser descubierta con el clavel en la mano, la pecosa lo introdujo en mi flauta por la parte de abajo, en medio de las sonrisas de quienes observaban la escena y hacían esfuerzos por no soltar las carcajadas. Todos reían menos yo.
Al movimiento descendente de la mano del profesor, el conjunto comenzó a tocar. Las guitarras, el bombo, el pandero, las flautas y el coro comenzó con la letra de una canción que he olvidado. Sin embargo las risas de las primeras filas no paraban. El profesor miraba, tocaba su acordeón pero no entendía que pasaba y ya estaba perdiendo la paciencia. El motivo del jolgorio era que yo, en un esfuerzo por no ser descubierto con el clavel dentro de mi flauta, seguía tocando, aunque en realidad solo movía los dedos porque de la flauta dulce no salía ningún sonido. El clavel blanco obstruía la salida del aire, con todo, yo muy serio seguía “tocando” muy concentrado sin mirar hacia los lados. Alguien le sopló al profesor lo que pasaba y yo solamente movía los ojos. Estaba rígido y pálido, no hacía ningún movimiento, quería hacerme invisible. Con un gesto severo el profesor hizo silenciar la tonada que el conjunto interpretaba o intentaba interpretar. Los de las últimas filas no entendían lo que estaba pasando y por la cara que tenía el profesor se acabaron también las risas de las primeras filas.-Haber Juancito-me dijo el profesor, y yo quedé petrificado, como traspasado, sin respiración y con la garganta seca.-Toca tú sólo tu parte, toca tu flauta- Quedé unos segundos en silencio, segundos que me parecieron una eternidad, mientras como telón de fondo lejano se oían las risas de todos que me miraban atentos para saber que iba a hacer…tragué saliva y soplé al tiempo que digitaba unas notas mudas que por más que yo soplaba no salían de mi flauta ¡El conjunto explotó en carcajadas contenidas hacía mucho rato!, mientras yo, sintiendo la cara hervir, trataba de mantener la compostura e intentaba sonreír torpemente y seguía soplando, solo para recibir el aroma y sabor del clavel en mi boca. De pronto el rictus severo del profesor  cambió y una sonrisa divertida y pícara salió de debajo de su tupido bigote negro. A mí el corazón me latía a mil y sentía la cabeza como un tomate caliente. -Saca el clavel-me dijo el profesor riendo, y yo como pude introduje un lápiz nerviosamente y comencé a destrozar la flor, que tan azorada como yo se negaba a salir. Al final, prácticamente destrozado, húmedo y fragante, deshojado y triturado quedó en mi mano todavía temblorosa y sudada.-Pásamelo-dijo el profesor, riendo tan alto como los demás. Tomó el clavel todo destartalado, lo levantó, lo giró varias veces y haciendo callar las risotadas dijo -“por favor las enamoradas, contrólense, no ven que me distraen al muchacho aquí”-. A esa altura no tenía idea donde estaba la pecosa ni supe si estaba tan avergonzada como yo, si lo estaba se quedó callada y yo asumí el papelón.
El profesor dejó el clavel sobre un banco cerca suyo, colocó su gran mano en los botones del acordeón y alzando la mano derecha, a la cuenta de 1,2 y… el conjunto comenzó a tocar. Ya todo había pasado. Yo tenía la frente empapada de sudor que entre más lo secaba más me inundaba y llegaba hasta los ojos y tenía la camisa celeste mojada en la  espalda y eso que ya se había escondido el sol hacía rato.

lunes, 3 de diciembre de 2012

El arte de ser pareja


                                               Ps. Juan E. Barrera 
Ser pareja, en la opinión de los expertos es un arte, es decir, que es una mezcla de técnica y capacidades “innatas”, como lo es la pintura o la música. Esto pudiera parecer una exageración dada la gran cantidad de parejas que existen en comparación con el desarrollo artístico, siguiendo el mismo ejemplo, pero no lo es. Ser pareja es algo que se aprende, pero que necesita construirse a partir de algunos elementos básicos. Elementos emocionales desarrollados en la niñez, en la familia, en una red emocional sana. Existen muchas parejas, pero no todas se llevan bien ni son felices. Algunas sobreviven por años a la rutina y el tedio. Otras viven peleando y este llega a ser el único vínculo que los une. Si dejaran de pelear verían que no tienen nada. Otras parejas jamás debieron casarse. ¿Pueden cambiar las personas? ¿Se puede esperar un cambio del cónyuge? Sí, el cambio es posible, no obstante éste se produce bajo ciertas condiciones elementales para su realización. La primera es que la persona desee cambiar. No porque el cónyuge desee que cambie este lo va a hacer. Hay parejas que llevan años esperando que su cónyuge cambie, sin embargo esto no ocurre. El cambio es un proceso profundamente interior, un deseo íntimo de renunciar a ciertos hábitos, conductas, pensamientos, actitudes que son los que están dañando a la otra persona. La bibliografía y la propia experiencia clínica revelan que las condiciones para el cambio son:
1. Hacerse cargo de uno mismo. Escribí sobre esto en mi blog (Contra el mundo a favor del mundo) Esto quiere decir, en pocas palabras, que la persona debe asumir la responsabilidad por sus actos. No escudarse en un “es que yo soy así” ni culpar al otro, sino que en un acto de reflexión debe reconocer aquello que está dañando la relación y buscar el cambio.
2. Calmarse ante la situación conflictiva. Dejar de enredarse en los conflictos, “bajarse” de ellos y en lugar de gastar tiempo y energía en conflictos repetitivos o circulares, centrarse en la búsqueda de un cambio verdadero, perdurable, restaurador. Dejar de pelear y centrarse en el cambio.
3. Ordenar el “desorden”. Determinar cuáles son las conductas o actitudes que están dañando la relación. Priorizar en esta lista negativa. Focalizarse en los verdaderos conflictos y no en el ruido que ha inundado a la pareja. Dejar de buscar responsables y centrarse en la relación conflicto-emoción-interacción, pues este es el verdadero origen de los conflictos. El tipo de interacción que la pareja ha forjado, la música con la que bailan y las emociones involucradas.
4. Ser preciso.Centrarse en un problema a la vez. Partir con aquella conducta-emoción-interacción que más daño causa y que requiere urgente un cambio. Reflexionar (lo que ya es un desafío para muchos) cuándo y cómo se inició esa interacción negativa y los caminos hacia el cambio. Centrarse en ello hasta ver resultados.
5. Escribir la historia de los intentos de las soluciones pasadas, las que en lugar de producir el cambio lo han perpetuado. Los conflictos no se resuelven solos, el tiempo no arregla los problemas, al contrario, si estos no se solucionan el conflicto crece hasta el punto en que ya no hay marcha atrás, por cansancio, falta de compromiso, desinterés, etc. ¿Cuáles han sido las soluciones planteadas para cambiar? ¿Han resultado?
Hasta aquí algunas sugerencias en la búsqueda del cambio en la pareja. Recordemos las palabras del profeta Amós en el capítulo tres de su libro “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?” y las palabras de Salomón en el Cantar número 2  “Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas, porque nuestras viñas están en cierne”. Para ser pareja hay que caminar en la misma dirección, estar de acuerdo, caminar “enyugados”: El cambio es posible pero el yugo debe ser compartido. Las zorras pequeñas son aquellos conflictos, al parecer menos importantes y que si no se les toma en cuenta acabarán con el matrimonio. No cazarlas en el momento oportuno hará que el cambio se vuelva cada vez más difícil de realizar.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Hoy es tu cumpleaños


                                                            Hoy es tu cumpleaños 
Este 25 de Noviembre es tu cumpleaños, el tercero desde que ya no estás. Hoy cumplirías doce años, doce alegres y divertidos años. Muchas cosas han cambiado desde que te fuiste. Nuestra familia ha cambiado, yo he cambiado, tu madre ha cambiado, tu hermano ha cambiado y las circunstancias han cambiado. Muchas cosas no te gustarían y tal vez por eso te fuiste. Nada es lo mismo sin ti. Cuatro años es muy poco tiempo para olvidarte y dejar de llorarte y nueve años fueron muy pocos para amarte. Fuiste un ángel gordo que pasó por nuestras vidas, como un suspiro, como un aroma dulce pero breve. Recién había abierto mis ojos y ya no estás. Aunque en verdad no te has ido, no te puedes ir y nunca te irás. Todavía no recupero mi energía de antes y tal vez nunca la recupere. Lucho por rearmarme y seguir con el consejo de tu dedicatoria para mi cumpleaños “papito que seas feliz”. Muchas veces he dicho que tu partida apresurada me cambió. Quiero contarte algunas de las cosas en que tu partida me cambió.
Desde que tú no estás:
-no puedo andar en bicicleta
-no puedo ver a la Rupertina
-no puedo escuchar a “Los Rebeldes”
-no puedo escuchar a la Shakira
-no puedo pasar frente a los “Dos por uno”
-no puedo pasar frente a tu escuela
-no puedo no llorar al ver a tu amigo Marcelo
-no puedo comer pizza
-no puedo ver los Padrinos Mágicos
-no puedo ver el Gato Cósmico (te le pareces mucho con tu polerón verde con el cierre en el estómago y me recuerda tus carcajadas)
-no puedo hacer un asado sin recordarte con el rociador en la mano
-no puedo ir a Fantasilandia
-no puedo dejar de mirar a cada niño gordo que se te le parece
-no puedo ir a la casa de San Antonio
-no puedo jugar “al tiburón” ni a la “tormenta” en el agua
-no puedo pasar por la esquina aquella
-no puedo disfrutar de la navidad
-no puedo borrar tu foto del computador
-no puedo no extrañarte los sábados por la tarde
-no puedo no recordarte y entristecerme al ver a tu amiga Isidora
-no puedo ir a San Sebastián
- no puedo no entristecerme al ver niños jugando en la calle
-no puedo no llorar al ver tu puesto vacío en la mesa
-no puedo escuchar ni ver a la Dulce Roberta
-no puedo escuchar a Karen Paola
-no puedo ver ni deshacerme de tus juguetes
-no puedo cantar "Mueve el ombligo" de la Kristel
¿Seré el mismo después de tu partida?
Me preguntan -¿Cómo estás?- Yo digo -más o menos- y ellos me preguntan ¿por qué?
Te amo
El papá


lunes, 5 de noviembre de 2012


Se ha ido mi viejo. O el mundo en un dormitorio
Ps. Juan E. Barrera
Este fin de semana recién pasado se fue mi viejo, se llamaba Enrique, así a secas, un solo nombre, Enrique Barrera Sanhueza. Era un hombre pequeño de estatura pero de un gran aguante en el trabajo. Hizo muchas cosas en su vida. Fue repartidor de diarios, aprendiz de mecánico, chofer de micro, maestro, chofer repartidor de madera y todas estas actividades las realizó con mucho esfuerzo. Por sobre todo fue un hombre bueno, bebedor solitario, mezquino de amigos, quien no faltó un día al trabajo. Tomó el camino sin regreso el 27 de Octubre y lo hizo de forma inesperada. Su cuerpo debilitado no aguantó más ¡Qué sensación! Pena, resignación, dolor, vacío, nostalgia y muchas emociones más. A los 73 años murió mi papá y quedé huérfano. Me va a ser falta verlo sentado en el patio leyendo La Cuarta, con su sombrero café y el bastón sobre la mesa. Ya no reclamará más, ya no sufrirá más y no peleará más con la mamá. Hoy debe estar manejando su camión allá en el cielo, junto con sus nietos y algunos amigos. Debe andar repartiendo madera de morada en morada, con el volante frotándole la panza y tarareando algún viejo tango, con sus gafas negras chuecas y sus patillas a lo Elvis. La vida le tocó dura y no tuvo el tiempo suficiente para reflexionar y llorar. Él era alguien al que solo había que amar. Somos nosotros, su familia quienes lo lloramos y lo extrañamos. Partió el tata y se fue sonriendo, por primera vez en mucho tiempo. ¿Qué habrá visto al abrir los ojos en la eternidad que le hizo sonreír? ¡A Jesús el Hijo de Dios! ¡A sus nietos que le recibieron! Ya sin dolor, ni lágrimas, porque todo ha quedado a tras para él. La eternidad se le vino encima y se vistió de ella al terminar esa mañana de sábado. 
Una vez en casa, terminado todo el ajetreo de las exequias y de los abrazos y buenos deseos de los amigos, entré a su dormitorio y entrar allí fue descubrir otro mundo, su mundo. Me emocioné y sus imágenes vinieron automáticamente a mi mente. Su porte, su aroma, su bigote, el tono de su voz, su manera de toser, su postura. Allí estaba sobre el velador su vieja radio cassetera, uno de sus tesoros. El closet lleno de cachureos, el televisor, compañero en su soledad y algunas fotos, suyas, de nosotros, de mis hijos. Una Biblia deshojada abierta en el Salmo 121 y ropa tirada por todas partes. El mundo de mi viejo cabía en un dormitorio al que nadie podía entrar mucho tiempo. Se encerraba allí y nadie lo sacaba de manera alguna. Con la partida del papá se cierra para mí un ciclo importante. Ya nunca más seré el mismo, aunque hace ya algunos años que no lo soy. Con la partida de mi viejo se acabó el tiempo de la familia primera, la de los primeros recuerdos, la de la infancia, de la adolescencia, la de los conflictos y las alegrías, la de los almuerzos juntos, de las navidades y de unos pocos veraneos en Cartagena. Me vendrá a ver como él creía que hacían sus nietos ¿en una mariposa? ¿En una estrella fugaz? ¿En una brisa suave de atardecer veraniego y santiaguino? Tal vez sí, tal vez no, porque los que amamos y que se van, en realidad no se van, están aquí con nosotros, en nuestra mente y en nuestro corazón, en nuestras pupilas, en nuestras gargantas y salen y se dejan ver continuamente. Recordamos las palabras del escritor bíblico quien nos recuerda, por si lo olvidamos que “…¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece”, eso somos, una neblina tenue que se deshace al sol, el Sol de Justicia, que nos espera. Hasta el re encuentro mi viejo, con un abrazo, ese que nunca quisiste darme aquí en la tierra.

domingo, 21 de octubre de 2012

Qué es el estrés y cómo combatirlo


Qué es el estrés y cómo combatirlo
Ps. Juan E. Barrera

Estrés es una palabra que viene del idioma inglés y quiere decir fatiga, en el contexto de una reacción fisiológica orgánica frente a cierto tipo de situaciones.
El estrés es una defensa natural del organismo frente a situaciones límites que se presentan a diario en la vida de cualquier persona. Estas situaciones pueden ser de variada intensidad. Las dificultades se inician cuando estas situaciones límites se extienden por mucho tiempo, porque entonces el cuerpo entra en un estado de tensión que no es lo habitual ni lo natural para el organismo. Este estado de tensión abarca a la persona completamente. El estrés tiene componentes cognitivos, emocionales, por supuesto, físicos y también sociales.
La persona bajo estrés se siente agotada, con dolores de cabeza, trastornos gastro intestinales. Emocionalmente se siente sobrepasada, con angustia, con ganas de llorar. Preferiría pasar el tiempo durmiendo. Se aísla socialmente, está irritable, siente que ha perdido el control de la situación y hasta de su vida.
Los factores estresantes son muchos. Los test evalúan aspectos relacionados con la salud, la relación de pareja, pérdidas, horas de descanso, satisfacción personal, expectativas, etc.
El estrés produce mucho daño a la salud porque pone en alerta a todo el cuerpo y si este estado de alerta o alarma se prolonga en el tiempo comienza a producir efectos nocivos en muchas áreas. Algunas enfermedades asociadas al estrés son: úlceras, gastritis, dispepsia, trastornos sexuales, migraña, hipertensión arterial, infarto al miocardio, entre otras.
Algunas estadísticas, como las realizadas por la Sociedad Americana de médicos clínicos dicen que el 70% de las consultas realizadas por la población norteamericana tienen su origen en problemas psicosomáticos y que tienen como origen el estrés. El 30% restante consulta por enfermedades orgánicas de tipo gastrointestinal.
A las enfermedades físicas producidas por el estrés hay que agregar los trastornos psicológicos como las neurosis, trastornos de ansiedad, depresión y otros.
La vida moderna en sí se ha vuelto estresante. Las largas distancias en la ciudad, los problemas de tráfico, la falta de dinero, el peligro de la delincuencia, jornadas laborales agotadoras, la ideología del consumo, etc. Estas situaciones no van a mejorar con el tiempo y se debe aprender a vivir con ellas. Algunas soluciones son los llamados Enfrentamientos al Estrés o Cómo manejar el estrés.
Algunas sugerencias útiles son las siguientes.
Eliminar actividades de la agenda. Quedarse con aquellas que son imprescindibles. Eliminar las actividades secundarias o prescindibles. La sobre carga de actividades produce estrés, la renuncia a alagunas de ellas trae tranquilidad, alivio.
Dormir la cantidad de horas apropiadas. Algunos llaman cura de sueño a aquellas ocasiones planificadas para dormir mucho. Acostarse temprano y dormir hasta tarde sin interrupciones. El dormir permite al cuerpo y a la mente, a través del descanso, recuperar la energía.
Manejar el diálogo interno. Todos hablamos con nosotros mismos. Habitualmente tenemos un diálogo interior. Frente a las tensiones, hasta verbalizamos ciertos pensamientos. Este diálogo puede ser negativo “no voy a ser capaz”, “No puedo hacerlo”, “de esto sí que no salgo”, etc. Este diálogo debería ser positivo “soy capaz, voy a terminar el trabajo en el plazo que me pidieron”, “es difícil pero lo puedo hacer”, “soy capaz, es cuestión de tiempo”, etc. La diferencia en el diálogo interno marca la diferencia en cómo se reacciona frente al estresor. Este diálogo también puede ser catastrófico lo que complica más la situación.
Resolver aquello que se puede resolver. Solucionar aquellas situaciones que están al alcance, baja el nivel de estrés. Esas cosas sencillas que si no se resuelven se vuelven una carga son las primeras que se deben resolver y se debe hacerlo una a la vez, no “chutear” estas situaciones. Esto devuelve la sensación de control, de ser el dueño de la vida. Muchas veces el estrés es la acumulación de cosas pequeñas no resueltas en el tiempo y no las grandes cosas sin solucionar.
Evitar el sedentarismo. Las salidas al aire libre, conectarse con la naturaleza coloca a la persona en contexto. Lo saca del ensimismamiento, le revela que no es el centro de todo, que las circunstancias cambian. La belleza del entorno reanima, reconforta. Junto con esto, el ejercicio físico apropiado es una buena forma de evitar el estrés. El esfuerzo realizado tiene un efecto sanador. Si a esto se suma una dieta apropiada la persona se sentirá mucho más saludable.
Evaluar el estilo y ritmo de vida que se lleva. El estrés es un aviso que le advierte a la persona
que hay situaciones que debe cambiar. El estilo de vida tiene que ver con el tiempo que se dedica al trabajo, al ocio, a la diversión. Se relaciona con los gastos que se tiene, con los valores que se tiene y se vive. El estilo de vida también se relaciona con el ritmo, con la intensidad con que se vive. Muchas personas viven de manera ansiosas, desean esto, lo otro, no termina algo y ya comienza otra, se llena de culpa, de ira, etc. A veces será necesario “sacar el pie del acelerador” y vivir mejor. No se trata solo del tiempo de calidad, la cantidad es importante, hacer las pausas, darse tiempo, ir más lento ayudará a mantener la salud.
Finalmente, el desarrollo de una espiritualidad apropiada funciona como elemento protector. Si la persona es creyente y acepta que Dios tiene el control y que toda circunstancia tiene un propósito, que la vida tiene un sentido, sentirá menos estrés que la persona que se considera víctima de las circunstancias, del destino o del azar. Además será capaz de mantener la serenidad, la esperanza  y la alegría frente a las situaciones que le toque enfrentar.



Bibliografía
Orlandini O.: El estrés. Qué es y cómo evitarlo. Ed. Fondo de cultura. U.S.A. 1996
Lush Jean.: Las mujeres y el estrés. Ed.Unilit, Miami 1997
Weiss Brian: Eliminar el estrés. Ed.Vergara.U.S.A 1994
http://remedios.innatia.com/c-remedios-sintomas-estres/a-definicion-de-estres.html
http://www.desestressarte.com/estres/estres-enfermedades.html
http://www.derf.com.ar/despachos.asp?cod_des=76039&ID_Seccion=52

domingo, 30 de septiembre de 2012


Facebook y la infidelidad en la pareja
Ps. Juan E. Barrera 
Las redes sociales han revolucionado la manera como nos comportamos. Crean una realidad que nunca antes conocimos y sus alcances y ventajas son infinitos. No obstante, su uso inapropiado contrae riesgos. A los peligros ya conocidos que enfrenta toda pareja, falta de comunicación, falta de dinero, problema con los hijos, etc, se debe agregar ahora el uso de facebook. Aprox. 400 millones de personas usan esta red social y Chile, de acuerdo a un estudio citado por el diario La Tercera, es el tercer país del mundo que más horas dedica a su uso, superado solo por Filipinas y Malasia, con una cobertura de 90, 3 %. Es decir casi cada persona que usa internet en Chile tiene una cuenta en facebook o en otra red social. Esto se ha convertido en otra oportunidad para la infidelidad. Es una tendencia que es posible comprobar en la práctica clínica. Son muchos los hombres y mujeres que consultan porque han iniciado una relación a través de internet. Al inicio es solo un juego. La mayoría de las veces con alguien con quien se tuvo una relación en el pasado, los “ex”. Esos fantasmas que muchas personas no logran espantar de sus vidas. Comienza con una amena conversación que luego va derivando en conversaciones más íntimas, recuerdos, imágenes, bromas, etc. Después deriva en una conversación de carácter más afectivo y que puede terminar en temáticas sexuales. Desde ahí solo hay un pequeño paso a la infidelidad real, basta una cita y esta se materializa. ¿Por qué ocurre esto? Hay varias respuestas, una de ellas es que el mundo virtual no tiene fronteras o barreras geográficas y es posible ubicar personas que de otra manera sería imposible hacerlo. Los límites y las formalidades, el pudor, y las distancias de la vida real se ven disminuidos frente a una pantalla. Resulta mucho más fácil escribir algunas cosas que decirlas mirando cara a cara a la otra persona. La falta de comunicación en pareja, la soledad, el aburrimiento, la falta de intereses comunes son otras razones de por qué muchas personas buscan esta compañía virtual, que como se ha dicho, muchas veces deja de ser virtual y se vuelve real. Ya es común oír testimonios de personas que se conocen a través de facebook o de otro medio en internet y abandonan sus parejas o las engañan. Ayudan a esta situación también algunas características; se puede comunicar desde la propia casa, en el trabajo donde el cónyuge está ausente, desde un teléfono móvil, etc. El “sabor” lo coloca el juego, lo clandestino, la curiosidad, la novedad. Las consecuencias son siempre las mismas, engaño, culpa, dolor, desilusión, vidas destrozadas por no saber parar a tiempo lo que puede convertirse en una adicción, en una seducción, estar permanentemente conectados. ¿La solución? Si se da cuenta que cierto tipo de comunicación o conversación se torna cada vez más frecuente y la intensidad de estas conversaciones va variando y cambiando de tono no siga adelante con eso. No pierda tiempo en facebook. Si lo abre desde el trabajo no lo haga, si estar conectado llega a convertirse en una conducta habitual y dañina, cierre su cuenta. Si usted es de las personas que no puede no estar conectado, que ventila su vida, que cuenta lo que hace y no hace, aunque a nadie le importe, usted tiene un problema importante ¡Cierre su cuenta! Cuide su relación de pareja, no abra su intimidad a otras personas, mantenga límites claros. No hay que olvidar las palabras del Maestro en el evangelio de Marcos “…no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido que no haya de salir a luz”. Que no nos cubra la vergüenza si no la luz y el arrepentimiento.

lunes, 3 de septiembre de 2012

La soledad


La soledad
                 Ps Juan E. Barrera
Era casi un adolescente cuando leí el libro de Nicky Cruz Solitario pero no solo. Es un libro que narra distintas historias de vida, todas ligadas a la soledad. Ese estado por el que todas las personas pasarán alguna vez o más de alguna vez en su vida. Nadie desea estar solo, nadie desea perder a quienes ama, nadie desea ese estado mental de nostalgia y la desazón que esto produce, no obstante, la soledad es algo real y llega sin que se le llame. La soledad la sufre quien ve partir un hijo, quien deshace su matrimonio, quienes ven sus hijos crecer y marcharse, quien está privado de libertad, quien dedica toda su vida a ganar dinero y luego no tiene con quien compartirlo y también la padece quien está rodeado de personas con quienes no logra comunicarse ni comprenderse, que vive en medio del bullicio de la vida moderna y que sin embargo interiormente no tiene a nadie. Frente a la soledad se pueden tomar varios caminos, desde el desarrollo personal hasta el suicidio. ¿De qué dependerá el camino que se tome? Como muchas cosas en la vida dependerá de un sinfín de factores, pero básicamente de la elección que la persona haga. La soledad puede ser la ocasión para sufrir, para sentirse víctima, para la auto conmiseración, para mirar las circunstancias y no ver en ello contentamiento ni gozo. ¡Cuántas personas optan por el suicidio! ¿Se le puede juzgar? La soledad es mala compañía si se toma la decisión errada. Una persona sola se puede ensimismar de tal manera que pierde contacto con la realidad, deja de socializar, se centra en sí misma, en la introspección, en la amargura, en la pena. Podemos hacer tanto llevando una palabra de aliento a quienes se encuentran solos. Están esperando una palabra, un gesto, un amigo, una mirada. La otra elección es aprovechar la soledad como un tiempo de crecimiento personal y espiritual. Esta elección eleva a la persona por sobre sus circunstancias y le permite dar un sentido a la soledad. Los hechos pueden ser idénticos o similares al caso anterior, pero la persona que opta por el crecimiento aprovecha el tiempo a solas para hacer aquello que siempre quiso hacer y por una u otra razón no lo consiguió. Dedicarse a la lectura, a aprender una actividad manual, pintar, aprender un instrumento musical, ejercer actividades de servicio con otras personas, realizar actividad física, etc. Esta segunda opción no evitará del todo las emociones propias de la soledad, pero el poner la atención en otras actividades, en otras personas, en otros proyectos, en otras expectativas obliga a la persona a salirse de sí misma y poner su mirada no en lo inmediato, en lo circunstancial, si no que en el futuro. De esa manera la soledad se transforma en la energía necesaria para la creación. Cuantas obras de arte preciosas no han salido de un corazón solitario que optó por imaginar, crear, crecer. Hay un tercer camino que no se debe obviar, el camino ofrecido por un hombre que supo de soledad, que colgado de un madero llegó a decir “Padre, Padre ¿por qué me has desamparado?” En esa soledad y en ese sufrimiento podemos vencer hoy, victoria que es el fruto de la aflicción del precioso Hijo de Dios, Jesús, nuestro tesoro, aquel que la soledad nunca nos podrá quitar.

viernes, 31 de agosto de 2012

El almendro de mi patio


El almendro de mi patio
                                                         Juan E. Barrera
Hubo un tiempo en mi casa de niño en que cada día de primavera nevaba. Nos levantábamos con mi hermana y por las mañanas veíamos el suelo cubierto de copitos pequeños, blancos, o rosáceos, frágiles, breves y aromáticos. Sí aromáticos porque no eran copos de agua nieve si no que eran las flores blancas del almendro de nuestra casa. Era un árbol gigante, inmenso. Mucho más alto que el techo de nuestra casa, aquel techo que para nosotros era un misterio ¿Qué habría allá arriba? Era un árbol enorme, chueco, despeinado por el viento y que extendía sus largos brazos sobre nosotros y nos tocaba y abrazaba y al mismo tiempo se dejaba acariciar y despojar pasivamente por nosotros, que devorábamos ávidamente sus pequeñas crías, nuestras más queridas golosinas. Mudo y tranquilo nos vio nacer y crecer y el tiempo pasó por su cuerpo sin que lo notara o le afectara. A sus pies nos revolcábamos, nos columpiábamos y coleccionábamos sus hojas angostas y alargadas, verdes, cafés o amarillas. Hacíamos marcas en su tronco y él, cosquilloso se reía a carcajadas y dejaba caer sus productos pequeños y deliciosos, los que con una piedra rompíamos y comíamos a destajo o almacenábamos enteros en un tarro de nescafé y contábamos las almendras una y otra vez como un gran tesoro. Muchas veces también se dejó apedrear por nosotros con tal de conseguir sus frutos. Lanzábamos la piedra a lo alto de sus ramas y arrancábamos para que no nos cayera encima y nos alegrábamos si este era un buen tiro. Acto seguido volvíamos y el suelo plagado de pequeñas estrellas verdosas y ovoides alimentaban nuestra codicia y llenaban nuestros tarros.
Mi almendro también nos vio reír y llorar. Enojarnos y desenojarnos, huir y escondernos después de alguna travesura. Estaba en nuestro patio desde antes que naciéramos, él llegó primero que nosotros y permaneció allí por muchos años después que nos marchamos. En las tardes estivales solíamos oírlo dialogar con el ciruelo o con la higuera, sus compañeros y cuando había viento hasta los veíamos acariciarse y retozarse mutuamente a la vista de abejas sedientas y envidiosas de esa amistad y muestras de cariño.
Recuerdo su piel áspera tocando mis piernas de niño desnudas. Piel de color café y arrugada como la de un viejo querido y respetado. Lo miraba con deferencia cada mañana y a su sombra verde y fresca en verano inventé muchas cosas. Sentado en el suelo, sobre restos de su cabello amarillento en otoño, y bajo su atenta mirada salieron de mis manos y de mi alma de niño, un botellófono sacado de una revista de historietas, volantines, baterías musicales conformadas de ollas viejas (y algunas nuevas de mi mamá) autos y camiones de madera, pelotas de cuero pintadas y chorreadas a mano y un sinfín de cosas de niño. Mi almendro se inclinaba y miraba todo aquello sonriendo suavemente y a veces el muy travieso dejaba caer una almendra sobre mi cabeza, para regocijo de ambos.
Pero no solo yo amaba nuestro almendro. Los gorriones y los zorzales lo adoraban. Cada mañana y cada atardecer venían a juntarse con él y la algarabía que se oía indicaba que lo pasaban muy bien, eran pajaritos de todos portes y variados tonos. Los gorriones se cobijaban entre su seno, y él generoso los abrazaba a todos. Incluso algunos pasaban la noche con él y eran estos los que lo saludaban temprano al nacer el día con alguna nueva canción.
Un día de mi niñez, con el aroma de sus copos dulces y tibios entrando en mi nariz, miré hacia arriba y lleno de admiración, vi como se movía de un lado a otro y como sus descomunales brazos levantados al cielo se agitaban al viento. La clara luz del día, el ruido que hacían sus hojas, el olor a tierra y miel y mi curiosidad fueron más que suficientes. No resistí ese espectáculo y sin demorarme ni saber cómo me encaramé en mi almendro. Agarrado a sus ramas y troncos pequeños, poco a poco fui subiendo por lo que en aquel entonces me parecía un largo y principal tronco. Me raspé varias veces los brazos y los codos y una que otra vez, el almendro, jugando conmigo me golpeaba la cara o me pinchaba la espalda o el trasero y se hacía el indiferente. Con un poco de miedo llegué hasta lo más alto que se podía y mi corazón de chiquillo quedó embriagado por el perfume que mi almendro expedía a esa altura. Era un aroma suave y acaramelado, deleitoso, que hasta el día de hoy recuerdo. Desde la rama más alta se veía todo. Se veía el techo de mi casa, el misterio fue develado. Era un techo viejo y parchado, con ladrillos y piedras, con pelotas de plástico desteñidas por el sol y el tiempo. Pero se veían también los techos de las otras casas, ¡qué descubrimiento! Algunos eran tan feos y divertidos como el mío. Otros eran elegantes, lisos, pintados, se veían hermosos, simétricos. La vida se veía diferente desde mi almendro. Veía los vehículos pasar por las calles aledañas, veía a las personas caminando en las veredas, podía ver la copa de otros árboles, agudizaba mi mirada intentando observar lo más lejos posible, pero de lo que nunca me olvidé es del viento. La sensación que este provocaba sobre mi cara, ¡Qué alegría! ¡Qué libertad! me puse a cantar y a gritar de gozo. ¡Mi corazón de niño rebozaba de vida subido en aquel árbol!Desde aquella vez mi almendro pasó a formar parte habitual de mis aventuras de niño. Me subía, de memoria, trepando por su tronco rugoso y tosco y allá arriba, en lo más alto ya no era yo. Algunas veces era un pirata navegando contra el viento y surcando mares desconocidos. Despeinado y muy agarrado a alguna de sus ramas, el palo mayor, para no caer al agua. Yo era también un capitán que avanzaba penosamente sobre las aguas y sacudiendo violentamente sus ramas simulaba las olas que querían hacer naufragar mi embarcación. Cada pájaro que volaba cerca de mi cabeza era una gaviota que me anunciaba que estaba a salvo, que la costa estaba cerca. Otras veces era el conductor de una locomotora que viajaba por el aire y cada sacudida del viento era el tirón de uno de los vagones. Entonces doblando sus ramas avanzaba a toda máquina para llegar a destino, jalando de un cordel imaginario y haciendo sonar la bocina a muy alto volumen, casi hasta quedar afónico. Mi almendro nunca se quejó de eso. Disfrutaba a rabiar con mis locuras sobre sus ramas. Me miraba serenamente y participaba como el mejor de los cómplices.
En mi almendro se me fue la niñez. La vida y sus compromisos me fueron comiendo y me quitó la fantasía. Largas horas de estudio, de fútbol, de amores adolescentes y de preocupaciones me hicieron olvidar por completo a mi almendro, aunque estoy seguro que él nunca se olvidó de mi, y a pesar de mi indiferencia, cada vez que yo visitaba la casa paterna. Él se inclinaba hasta el suelo, viejo y desmembrado como estaba y me saludaba. Si yo hubiera sido un poco más sensible me habría dado cuenta que me quería abrazar, como antes, como cuando yo era un niño y cada día le robaba algo y el disimulaba y hasta se alegraba de que lo hiciera.
Cuarenta años después, mi madre anunció que iba a matar a mi almendro, que había otras prioridades, que este ya estaba añoso y molestaba. Que había que usar el espacio que él ocupaba. Me resistí a tal situación. Lo miraba en silencio pero él no decía nada. Estaba cabizbajo, sin cabello, sin dientes, desgajado y paralítico. Estaba solo, abandonado y resignado. Tenía sus días contados. Una mañana vi llegar a los verdugos, con sierras y hachas. Venían riendo como si nada. El corazón y las lágrimas me saltaron al unísono y no fui capaz de ver la escena y me fui. Ya no volvería a subirme a mi almendro nunca más, ni los gorriones harían nido entre su cabeza, ni sus copos aromáticos sembrarían más el patio. Esa mañana asesinaron a mi viejo almendro. Se quedó inmóvil, no se defendió, como un anciano resignado se entregó. No volví verlo nunca más y ni siquiera quise ver sus restos. Con su muerte algo de mí también murió.

viernes, 17 de agosto de 2012

El arte de hacerse cargo


El arte de hacerse cargo
                                               Pr y Ps Juan E. Barrera

¿Por qué “el arte de hacerse cargo”? Porque lo que hasta hace un tiempo atrás formaba parte de la formación cultural y valórica de las personas hoy se ha perdido y solo lo manejan algunas personas. Al hablar de hacerse cargo me refiero a esa actitud de asumir la responsabilidad por los actos cometidos, frente a sí mismo y frente a otras personas. Esta sana, poderosa y profunda cualidad moral escasea. Algunos ejemplos de esto lo vemos en los altos ejecutivos de empresas importantes que eluden la responsabilidad penal por sus actos ilícitos. En Chile, las cadenas de farmacias, los supermercados, las multitiendas, los contratos con letra chica, los edificios nuevos que se caen, las estafas legales y muchos otros. En lo judicial, gente que elude su responsabilidad y sigue delinquiendo, y que no siempre forman parte del grupo habitualmente caracterizado como delincuentes, son gente que veranea en el Caribe, que maneja un 4x 4 y tiene matriculado a sus hijos en un colegio caro, pero que roba energía eléctrica o no paga las imposiciones de sus trabajadores. Ni hablar del grupo delictual, del hampa. Todo el mundo tiene la responsabilidad por su fechorías; los padres, el contexto, los profesores, la escuela, el estado, la falta de oportunidades, etc, menos ellos. Es probable que alguno de estos factores influya y en algunos casos mucho, sin embargo todavía la persona mantiene el derecho y el privilegio de hacerse cargo y no lo hace. Es mejor jugar a ser víctima que asumir las responsabilidades personales. Del otro lado están los jueces que no hacen su trabajo, que evitan responsabilidades, que no se “queman” que por hacer carrera dejan de hacer lo que todos esperamos que hagan, pero no se hacen cargo y la puerta giratoria sigue funcionando, gente sensible, que a la menor crítica grita a los cuatro vientos su derecho a independencia, pero que sin embargo en el momento apropiado no siempre usa esa independencia para responsabilizarse.
En la escuela cuando se dan tareas y trabajos, con fortuna un tercio del curso cumple en la fecha que se solicita, nadie más lo hace. Al otro día suele haber un grupo de madres convenciendo al profesor de la imposibilidad de haber cumplido en el plazo con una y mil excusas y solicitando más plazo, para que el niño vuelva a hacer lo mismo la próxima vez. El otro gran grupo, de los que no cumple ni siquiera se toma esa molestia. Alumnos “flojos”, desobedientes, desmotivados, insolentes, de quienes nadie se hace cargo y si alguien lo hace es para ir a amenazar o golpear al profesor por “discriminar a mi hijo” pero no para corregirlo y enseñarle a ser responsable.
Lo mismo ocurre en la universidad, alumnos que no estudian, que viven para “carretear”, que no leen, no piensan ni reflexionan, llenos de tecnología y realities y que al ser confrontados responden con un desvergonzado “para eso estoy pagando” con lo que evita hacerse cargo de su situación o descuido.
La clase política es otro ejemplo, una élite resumida y hermética que no asume ni se hace cargo. Si al menos hicieran una pequeña parte de lo que dicen o prometen las cosas mejorarían sustancialmente en el país. Muchos proyectos de ley duermen por años en el congreso porque nadie se hace cargo, nadie asume la responsabilidad por ello, nadie quiere ser impopular, muchos quieren mantener el puesto y los privilegios. Gente que no se responsabiliza por sus actos, que corre a exceso de velocidad, que declaran fumar mariguana (y tal vez haya otras drogas que no declaran abiertamente), que trafican influencias, que hacen lobyy, que pactan secretamente, que incrementan explosivamente su pecunio, gente a quienes viven “sacando de contexto” son tristes ejemplos de servidores públicos que no se hacen cargo.
En los trabajos sucede lo mismo, habitualmente hay errores que nadie asume. Errores que son propios de cualquier quehacer laboral y que probablemente no tendrían mayores consecuencias, sin embargo nadie asume. Es mejor figurar y ser “chupa medias” que reconocer los errores, es mejor estar bien con el jefe, aunque esto dañe a terceros. Ocurre en los hospitales, donde los errores sí cuestan una vida, en las escuelas, en las construcciones, en las oficinas, etc.
Pero tampoco nos hacemos cargo de nuestros matrimonios. Cuantas parejas se distancian y se quiebran porque uno o ambos cónyuges no se hacen cargo de los errores cometidos. Uno de ellos sigue empecinado en cierto tipo de conducta nociva y no asume su responsabilidad ni reconoce sus defectos hasta que el matrimonio llega a su fin: mal uso del dinero, abuso del alcohol, compras compulsivas, abandono de sus hijos, conducta violenta, prioridad por el trabajo, etc ¿No mejoraría la relación si alguno de los cónyuges se hiciera cargo?, pero es más fácil defenderse que hacerse cargo, es más fácil culpar que asumir la responsabilidad.
Finalmente hay personas, individuos, que no son capaces de hacerse cargo de su propia vida, consumidores de auto ayuda, de las últimas terapias alternativas, seguidores del cura o del pastor para que les diga lo que tienen o no tienen que hacer. Individuos inseguros, indecisos, que no son capaces de asumir la responsabilidad de vivir, de pararse frente a sus circunstancias, de evaluarse y ver el equilibrio entre las cosas positivas y negativas e ir al frente.
Hacerse cargo, reconocer los errores, tomar conciencia de las consecuencias que ellos traen es un antiguo arte que hay que recuperar. Aunque pareciera que un pequeño grano de arena no hace playa, junto a otro y otro y otro grano lo consiguen y será bueno es esfuerzo, por nuestra propia salud emocional y la de la próxima generación.

martes, 14 de agosto de 2012

Superando la vergüenza


SUPERANDO LA VERGÜENZA
                       Pr.y Ps Juan E. Barrera

“y él respondió: oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”
Génesis 3:10

Las dos primeras emociones del hombre caído fueron temor y vergüenza, ambas desconocidas para el hombre antes de su caída. Estaban al alero de Dios y eran los muy amados de Dios ¿De qué tendrían temor? Y vivían en la perfección humana ¿de qué tendrían vergüenza?, pero luego de la tentación y caída el entorno cambió, su mundo interno se vio revolucionado incluyendo sus emociones. Dejemos de lado, por ahora, el temor y centremos la atención en la vergüenza. ¿Qué es la vergüenza? Todos conocemos esta desagradable sensación. Se nos turba el ánimo, no sabemos como reaccionar, actuamos torpemente, se nos enciende el rostro, nos ponemos rojo y el sudor nos corre rápidamente, sin que podamos evitarlo. Esta emoción tiene al menos los siguientes aspectos:
  1. Sentimos vergüenza ante una falta que hemos cometido
  2. Sentimos vergüenza por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena.
  3. Sentimos vergüenza cuando pensamos que nuestra honra ha sido dañada y nos sentimos menoscabados
  4. Sentimos vergüenza ante no poder o no saber ejecutar algo
  5. La vergüenza es sinónimo de deshonra, deshonor.
Como muchas emociones esta es una de aquellas que no nos gusta vivir, pero que de cuando en cuando la vida nos expone: siente vergüenza el niño con los zapatos rotos, siente vergüenza la mujer sin piezas dentales, el hombre pobre, la mujer fea, el trabajador mal pagado, el hijo de un padre alcohólico, el despechado, el rechazado, el padre de un niño con retardo, el adúltero cuando es sorprendido, el mentiroso al ser confrontado, etc. Todos tenemos algo de que avergonzarnos, algo que hicimos o que nos hicieron, algo que debimos hacer y no fuimos capaz de hacer o algo que no hicimos y que todos esperaban que hiciéramos. La vergüenza nos hace sentir menos personas, nos humilla, nos denigra, nos bota. La vergüenza puede dejar marcas dolorosas en el alma que impulsarán cierta conducta, a veces inexplicable en nosotros. Conductas extremas frente a situaciones triviales pero que tienen su origen en aquellas vergüenzas pasadas que no hemos superado.
Este es uno de los aspectos terribles de nuestra humanidad, es como dice la Biblia sentirse desnudo. Dios no agrega nada más a la ya embarazosa condición del hombre tratando de esconderse y no mostrar su desnudez, al contrario, busca una solución, les da túnicas de pieles para que se cubran. Un inocente murió, para cubrir la vergüenza de Adán y Eva, ¡qué símbolo de lo que vendría!
Esta situación se vuelve a repetir cada vez cada vez que nos sentimos avergonzados por algo y la solución a nuestras vergüenzas sigue siendo la misma, Dios, que nos cubre con su manto de gracia y nos dice "no te avergüences yo llevé tu vergüenza en la cruz, yo llevé tu desnudez, tus fallas, tus errores, tus pecados, aquello que eres incapaz de confesar y aun de reconocer". No hay vergüenza que el Señor no cubra y sane, podemos vivir tranquilos, sin aparentar, sin esconder la cara, sin bajar la cabeza, sin bajar la mirada. Podemos recurrir a Dios y su gracia nos volverá a cubrir una y otra vez. El salmista nos recuerda que para no sentir vergüenza otra vez podemos recurrir siempre a la Biblia “ No tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos” (119:6)

Cierta incomodidad


Cierta incomodidad

Pr y Ps Juan E. Barrera
Hace tiempo que vivo con una incomodidad que se ha agigantado en el último tiempo. Una incomodidad que ni bien puedo explicar. Por un lado veo un tipo de vida cristiana tipo fiesta donde se celebra al Señor. Hay abundante música y buena música, una producción audiovisual de primera categoría, aunque muchos cantantes cristianos latinos ya pronuncian la T como “Ti” como los gringos. Se crean grandes eventos y se trae o lleva a algún cantante famoso del mundo evangélico o a algún predicador que promete a todos volverse ricos si “siembran y cosechan”. Se presenta con su mejor traje para convencer que lo que dice es verdad y cuenta un sinfín de anécdotas todas relacionadas al dinero, habla de dólares, autos caros, casa gigantescas y predica con fervor algo que no es el evangelio, que es muchas cosas pero no el evangelio de Jesucristo. ¿Se necesita ser salvo para ser rico? No, la persona se puede hacer rica sin tener a Cristo. Este falso evangelio ofrece aquello de lo cual no se necesita a Cristo.
Todo el mundo salta y baila, aplaude a Dios, alza los brazos y adora, grita, hace sonidos con la boca, canta y se emociona. Y comienza mi incomodidad. Muchas veces me pregunto qué hay de malo en eso. Personalmente me gusta mucho la música y disfruto largas jornadas escuchando cds de variados estilos musicales, sin embargo cuando veo imágenes de este tipo de eventos cristianos musicales masivos hay algo que me desagrada.  Tengo la impresión que siempre que hay cámaras hay algo artificial, que se crea otra realidad, una para la televisión, que algo ocurre cuando se enciende la luz de la cámara y se hace público aquello que es tan privado, la comunión con Dios. Tal vez la incomodidad se deba también al hecho de que se use como sinónimo de la vida cristiana un evento público, a veces ya grabado y editado. Muchas personas se van a sus casas convencidos que han adorado a Dios y dado el alto nivel de las emociones hasta se llegue a confundir todo ese ambiente con la presencia de Dios. Esto hace que muchas personas vayan de evento en evento buscando cada vez más emociones y esta no es la crítica típica del fundamentalista contra las emociones, pues estas tienen y deben tener un lugar apropiado en la vida de las personas. Quien no se emociona y quien no vive las emociones no es una persona sana. La crítica es a la búsqueda de la emoción por la emoción, una emoción sin Dios, sin el fundamento de la preciosa palabra de Dios. En este tipo de vida cristiana no hay sacrificio, no hay renuncia, no hay arrepentimiento.
La otra molestia y creo que la de mayor peso es que cuando uno lee el nuevo testamento completo, una o varias veces descubre que la iglesia no se fundamente ni crece en un ambiente de fiesta, sino que lo hace en medio del sufrimiento. Muchas de las cartas del NT están dirigidas a personas que sufren en diferentes lugares del mundo. La vida cristiana neotestamentaria no refleja un ambiente de fiesta sino de sufrimiento. Jhon Piper, con la profundidad que le caracteriza intentando dar una explicación al por qué del sufrimiento humano, dice que en la forma como el cristiano vive el sufrimiento refleja la gloria de Dios, porque lo vive de una manera distinta. Y es verdad, en el sufrimiento Dios revela su amor, su consuelo, su fidelidad, su Espíritu Santo, la eternidad, la esperanza. El cómo vivamos todas estas revelaciones le dice al mundo la clase de vida que llevamos. Siguiendo el argumento de Piper se puede concluir que la gloria de Dios en el mundo está difusa porque la imagen del cristiano típico de clase media no refleja ningún sufrimiento por Cristo, al contrario es una clase media cada día más parecida a los no creyentes, tecnologizada, endeudada, secularizada. El mundo de hoy no necesita un ambiente de fiesta para revelar a Dios, las superproducciones internacionales de cantantes famosos ya hacen eso y recorren el mundo entero haciendo fiestas, cantando sus canciones y ganando dinero. El mundo de hoy necesita otra cosa. Queremos ignorarlo, pero hay un grupo importante de cristianos en el mundo, que por mantenerse fieles a Cristo, que por ser discípulos de Jesús pagan un alto precio, hasta la muerte. Son hombres y mujeres que tienen puesta su mira en el más allá, que consideran en poco su vidas con tal de ser fieles. Ellos no viven de fiesta cristiana en fiesta cristiana. Son hombres y mujeres que sufren y para quienes la vida cristiana requiere el todo, no solo una parte de ellos. Saquemos la mirada de occidente y aprendamos como viven la verdadera vida cristiana en otras latitudes, sin cámara, sin luces, sin ruido, sin gritos de júbilo, pero con el corazón radiante de felicidad, llenos de gracia de poder y de eternidad.

miércoles, 1 de agosto de 2012

La cultura flaite


La cultura Flaite.
                                                                        Ps. Juan E. Barrera

No hay que hacer un gran esfuerzo para descubrir que lo flaite se ha tomado gran parte del entorno. Por “flaite” nos estamos refiriendo a esa cultura que exalta lo marginal y que se ha hecho tan común, más que una moda. La vestimenta, la música, el lenguaje, los gestos, los tatuajes, el modo de ser vulgar se ha tomado los espacios públicos. Resulta común ver grupos de adolescentes con el pantalón a medio caer, grandes polerones tipo raperos norteamericanos y las ya clásicas zapatillas de basquetbol haciendo gestos extraños con sus manos y hablando una jerga que muy pocos pueden entender. ¿Se trata solo de otra moda adolescente más o hay algo de fondo? Al parecer las modas habitualmente traen algo bajo la manga, no son casuales. La cultura flaite ha encontrado refugio en discursos sobre la no discriminación, el respeto a la diversidad, de la marginalidad como expresión artística y otros temas y ha llegado a diferentes medios. Al cine, a la música, a la literatura, a la publicidad y a la televisión que es su vehículo de propagación por excelencia a través de programas, entrevistas, y video clips de un sin número de grupos que se mueven al límite de la delincuencia, incluso muchos de ellos delinquen abiertamente y pertenecen a pandillas. Esto se refleja en la letra de las canciones que hablan de sexo, drogas, suicidios, homicidios, abandono, venganza, depresión. Lo flaite abandonó hace tiempo el mundo del rap o del hip hop y se ha internalizado en otras áreas, incluso ha penetrado en las iglesias cambiando el modo de vivir de muchos jóvenes que nunca han conocido la marginalidad y hacen suyo un discurso que no es propio. Hay muchas explicaciones para este fenómeno, principalmente sociológicas: marginalidad, transgresión, desesperanza, protesta, descontento, etc. Es probable que todas tengan algo de razón, no obstante quiero llamar la atención en un punto de este fenómeno. La pérdida de la belleza. Lo flaite pierde o esconde la belleza. Cada cultura se esmera por mostrar lo bello de sí. Un ejemplo de esto fue la presentación de los Juegos Olímpicos en Londres donde los organizadores, en poco tiempo hicieron un repaso de lo más bello de su cultura, terminando con Paul Maccartney y su música como broche de oro. La cultura flaite en cambio es el reemplazo de lo bello por lo grotesco. De lo estético por lo voluptuoso. De lo fino por lo tosco. De la creatividad por la repetición y la monotonía. De la armonía por el carnaval. De la valorización por la cosificación. De la sencillez por la ostentación. Finalmente lo flaite es el reemplazo del amor por la sensualidad, por la urgencia. Todo esto, por contradictorio que parezca, se combina o se conjuga en un estilo de vida donde ser flaite es motivo de orgullo, ¿será resignación? ¿Será falta de motivación? Lo cierto es que los modelos flaites mediáticos ganan mucho dinero explotando este orgullo. Tienen un mercado cautivo que los sigue y copia cada gesto que hacen, cada palabra que dicen y van repitiendo sus canciones como una letanía. Egos pequeños que se creen grandes, transgresores, pero que son frágiles e influenciables. ¿Cómo llegamos a este punto? Es el abandono de Dios que trae importantes consecuencias sociales. En Dios está la belleza, la hermosura, la perfección. Cuando nos olvidamos de Él no nos queda más que la deformidad, que la fealdad disfrazada de música o de moda. Volvamos a Dios y recordemos las palabras del Salmista  "Una cosa he demandado y esta buscaré, que esté yo  en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová"

domingo, 22 de julio de 2012

Los efectos psicológicos de la caída



Efectos psicológicos de la caída
                                                                                                                                Ps. Juan E. Barrera
Introducción.
Hablar de los efectos psicológicos de la caída es introducirse en un tema complicado porque refiere a paradigmas totalmente separados y totalmente opuestos.
El paradigma teológico o religioso fue quien guió el mundo occidental hasta el período del Renacimiento alcanzando su máximo esplendor en el período de la Edad Media y la Escolástica, y que aún hoy es válido para un número importante de personas en el mundo incluyendo gente de los más variados orígenes y quehaceres. Este paradigma coloca a Dios en el centro de todas las cosas y lo reconoce como el creador y sustentador de todo.
Por otro lado el aspecto psicológico adhiere a un paradigma científico, vigente de manera especial en el mundo académico mundial. Este paradigma se caracteriza por ser naturalista y racionalista, preocupado solamente de aquello que es medible y cuantificable.
Las diferencias entre estos paradigmas tiene importantes consecuencias en la antropología, por ejemplo, en el origen del hombre, su naturaleza, su modo de relacionarse, la epistemología y la ética, solo por citar algunos campos que son los de nuestro interés en el texto presente.
Frente a este dilema el protestantismo ha tomado varios caminos:
1. El que algunos llaman de la integración, ejemplo de esto es el Teísmo Bíblico de inicios del siglo XX que busca un acomodo entre ambas maneras de ver la vida.
2. La postura fundamentalista que rechaza todo lo que se relaciona con lo científico y de manera especial con las ciencias sociales y expresan un rechazo abierto por la sociología, la psicología, la antropología y otros.
3. Un tercer grupo que lucha por trabajar en el medio académico manteniendo un equilibrio entre ambos paradigmas y que se identifica con la postura reformada que busca el señorío de Cristo en todas las áreas de la cultura.
Hechos estos prolegómenos veamos el texto bíblico.
Génesis 3 fue escrito alrededor de 1446-1406 a.C. y dice:
3:6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
3:7 Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.
3:8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
3:9 Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
3:10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí.
3:11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses?
3:12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
3:13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí.
3:14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
3:15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
3:16 A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti.
3:17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
3:18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.
3:19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.
3:20 Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes.
3:21 Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió.
3:22 Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
3:23 Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
3:24 Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.


CONSECUENCIAS
I. Consecuencias psico espirituales
Con este concepto se quiere expresar que la caída produjo consecuencias espirituales que a su vez influyen en la conducta humana
1. Enajenación. Enajenación es una palabra usada en psicología y quiere decir “extrañamiento”. En psicopatología se aplica a los enfermos graves que pierden sus capacidades básicas, también quiere decir “cambiar de dominio”. En este caso, es una enajenación de Dios, el hombre cae en pecado y se aliena de Dios, pierde el dominio de Dios y se vuelve extraño en sí mismo. No sabe ya quien es.
Esta consecuencia es posible notarla en dos situaciones:
a. En la pérdida del sentido que experimenta mucha gente. Esta falta de sentido crea conductas muchas veces incomprensibles y disfrazan una búsqueda espiritual con la búsqueda de adrenalina (lo biológico). Conductas de riesgo como los deportes extremos, promiscuidad sexual, el lujo, la sensualidad, la violencia.
El dr.Víktor Frank, creador de la logoterapia dice en su teoría psicológica que el hombre no es impulsado por lo sexual, sino que por “pulsiones espirituales”, lo que los cristianos interpretamos como la huella de Dios en el hombre caído.
El vacío existencial. Es la expresión dolorosa de este sin sentido que se tapa con mucho ruido: música estridente, estadios repletos, iphone, y la “patológica” necesidad de estar siempre comunicado, conectado. Se recurre a todo tipo de trucos para no estar a solas, para no oírse.
Estas situaciones se han expresado a lo largo de la historia del hombre, no es algo moderno, aunque hoy al parecer se ve más acentuado. Las guerras, los holocaustos, los suicidios, las ansias de poder, el amor al dinero, la pornografía y aspectos al parecer contradictorios como el arte. Ver por ejemplo el art pop de Warhol, o el teatro del absurdo.
b. El sentimiento de horfandad. El hombre moderno, quizá más que nunca en la historia muestra estos síntomas de horfandad psicológica: sensación de abandono, de rechazo, de miedo, de soledad, de impotencia, de tristeza. Se puede ver, por ejemplo en el aumento de los trastornos del ánimo, en los ataques de pánico, en el aumento de patologías psiquiátricas, la necesidad profunda de ser amado, de ser abrazado, en el aumento de las terapias alternativas de corte existencialista o el auge de las prácticas esotéricas, etc. Las personas que presentan de manera más clara estos síntomas son aquellos, por ejemplo que se involucran en sectas o movimientos herméticos.

2. La pérdida de la integridad o de la completud. El hombre fue creado por Dios como un todo, como un ser integral donde lo físico, lo psicológico, lo social y lo espiritual se conjugaba a la perfección en un correcto equilibrio.
La caída rompe este equilibrio perfecto y lo espiritual se quiebra, lo que trae consecuencias fundamentales, deja al hombre sin este vínculo con Dios, con lo sagrado, con lo sobrenatural. Esto traerá importantes cambios morales, emocionales y conductuales.
Uno de las principales consecuencias en el rompimiento de este vínculo es el origen de la religión, si lo tomamos en su origen latino “re-ligare”, da origen de manera incansable a la búsqueda de Dios por parte del hombre y como consecuencia de la confusión espiritual en que se encuentra confunde al Creador con sus criaturas y le rinde culto a las últimas. No es casualidad que la religión ocupe un lugar importante en cada civilización y tampoco lo es el hecho que Dios siempre ha hablado a la humanidad. Dios siempre ha tomado la iniciativa para acercar la brecha creada en la caída, por tal razón desde un inicio (Gn.3:15) ideó la venida de un puente, un “pontífice”.
En el plano de lo moral Dios dejará de ser quien dicte lo bueno y lo malo y ahora será el hombre quien lo decida. El hombre perderá su principal referente ético: “Ya se ha declarado lo que es bueno, ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: practicar la justicia, amar la misericordia y humillarte ante tu Dios” Miq.6:8. Si Dios no dicta lo bueno o lo malo, entonces es el hombre quien lo haga “…he aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal”. Este es el germen del humanismo, ante la pérdida de la dimensión divina el aspecto racional asume la prioridad, dicta su propias normas y se independiza de Dios.
En lo psicológico esta incompletud se refleja en ese estado mental y espiritual que años después el Señor Jesús llamaría de “sed” en Juan 7. Esta sed es un impulso a la búsqueda de algo que muchas veces la persona no puede identificar. Blas Pascal el filósofo francés escribió: "En el corazón de todo hombre existe un vacío que tiene la forma de Dios. Este vacío no puede ser llenado por ninguna cosa creada. Él puede ser llenado unicamente por Dios, hecho conocido mediante Cristo Jesús". En el rompecabezas humano falta una pieza, la divina, cuando esta es puesta, por obra del mismo Dios, el hombre vuelve a estar completo, su estado original.
Agustín de Hipona escribe en las Confesiones:"Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en tí" y el precioso Hijo de Dios escribió "Vengan a mi los cansados porque yo os haré descansar"

II. Consecuencias psico-individuales
1. Le percepción de desnudez. Este hecho puede tener varios significados psicológicos;
a. El origen de la pérdida del equilibrio entre espíritu-cuerpo. Este equilibrio original de lo corpóreo y lo espiritual se rompe y el hombre percibe su cuerpo como algo que hay que proteger, ocultar de otros. El cuerpo pierde la santidad y hay que esconderlo de la mirada del creador, el cuerpo se vuelve pecaminoso. La santidad perdida se recupera en la santidad del matrimonio donde el cuerpo y la desnudez son una legítima fuente de placer mutuo.
b. El origen de la intimidad. La caída le muestra al hombre que a partir de ese momento hay “algo” que él debe guardar, que le es muy propio y que no debe ser expuesto a otros. Bonhoeffer se refiere a este aspecto diciendo que el hombre no debe estar “abierto” a todo el mundo, que en nombre de la sinceridad y la verdad no se puede revelar todo, sino que hay límites. Bueno estos límites nacieron cuando el hombre se percibe desnudo.
c. El corte con la sana sexualidad. Lo que antes era santo, libre, puro, después de la caída se debe esconder, cubrir y es Dios mismo quien lo hace. Aquí hay un quiebre que será una puerta de entrada importante a la maldad y depravación humana, pero sin embargo también lo será para a gracia divina restauradora. Todas las listas de pecados, de conducta errada en la Biblia comienzan o incluyen los pecados sexuales.
2. El miedo. De acuerdo al texto la primera reacción post caída fue el temor. Al verse desnudos el hombre siente miedo. Temor es una emoción que funciona como una protección frente a un peligro real o imaginario. Al parecer esta era una emoción desconocida hasta el momento de la caída. Las palabras del hombre “Tuve miedo” indica un cambio importante en la conducta humana. ¿Miedo de que sintió el hombre? ¿Miedo de Dios, del castigo? El miedo o temor es una emoción fuerte, que puede ser fuente de patologías severas y tiene su origen en este evento.
3. Esconderse. Esta es una conducta muy típica. Frente a una situación estresante, inesperada las personas tienden a esconderse. Esta conducta toma varios caminos; esconderse detrás de la mentira, de la apariencia. Lo que algunos escritores llaman “máscaras”. Frente a lo desconocido frente a la vida muchas personas optan por usar máscaras. Estas máscaras pueden ser de todo tipo. Un rol que se convierte en la vida misma, una profesión que llega a dar sentido a la vida o lo más básico que consiste en llevar vidas dobles, con una apariencia muy acorde a lo esperado, pero en el interior viviendo una vida totalmente diferente. Lo que se conoce como “vivir de apariencias”.
4. La culpa. Esta es la primera referencia a la culpa, aunque no se le menciona explícitamente, vemos al hombre culpando a su mujer y a esta culpando a la serpiente.
A partir de este acto histórico la culpa se haría presente en la raza humana. La culpa se define como la “experiencia dolorosa que deriva de la sensación más o menos consciente de haber transgredido las normas éticas personales o sociales”. Esta sensación de transgresión se transferirá luego de la caída a todo el quehacer humano. En Occidente se “culpa de la culpa” al cristianismo, confundido con Catolicismo Romano y a la era victoriana, en Inglaterra, en lo relacionado a la sexualidad y es probable que en algún momento de la historia se haya sobre enfatizado más la culpa que la gracia. La culpa se vive hoy en distintas áreas: el placer sexual, de la comida, del ocio, del trabajo, etc. N También se vive dentro del protestantismo en aquellos grupos marcadamente legalistas con sus innumerables listas de lo que se puede hacer y de lo que no se puede hacer.

III. Las consecuencias psicosociales

1. Pérdida de la relación con el otro. Cuando el hombre culpa a la mujer, en realidad está estableciendo una brecha en el modo de relacionarse. La manera libre y despreocupada de vincularse, ilustrada en la desnudez corporal se pierde y la relación se funda sobre otros cimientos.
Goleman (1995) escribió un libro que ya es un clásico La inteligencia emocional. Para este autor los problemas del relacionamiento tienen que ver con dos aspectos, La inteligencia Personal que incluye la conciencia de uno mismo, la auto regulación y la automotivación y el otros aspecto es la Inteligencia Interpersonal que implica la empatía y las habilidades sociales. Cuando se analiza o se estudia un poco más en profundidad esta teoría es muy difícil no vincular sus principios con aquellas aptitudes perdidas en la caída del hombre. La teoría habla de conocerse a sí mismo, de hacerse responsable, de respetar al otro, de ponerse en el lugar del otro, de establecer límites, de juzgarse a si mismo en forma realista, etc. Todas estas aptitudes eran las naturales antes de la caída del hombre en pecado y se perdieron cuando el hombre se reveló de su creador y de su prójimo. Hoy la manera más habitual de relacionarse es desde el egoísmo, la codicia, el temor, la culpa, los intereses propios, el engaño. Hubo sin duda un cambio en las relaciones psico sociales.

Conclusión.
Puede que para muchos hoy los paradigmas mencionados, teológico y científicos no se puedan conjugar jamás, pero los hombres y mujeres creyentes están en ventaja, su mirada de mundo es completa. Pueden mirar el mundo natural y aceptar muchas de sus leyes, pero también pueden levantar la cabeza a un mundo sobrenatural que se enlaza con el presente mundo y explica muchas cosas que de otro modo querían sin explicación alguna.
El hombre no creyente sigue siendo incompleto, porque cuando él mira este mundo natural y no encuentra respuestas, no es capaz de mirar ese otro mundo, el sobre natural y buscar allí las posibles respuestas y no tiene la mirada completa, solo una parte.
Muchos pueden cuestionar la veracidad histórica de la caída y otros tantos la pueden ridiculizar, no obstante la historia es el mejor registro empírico de que la perversión humana es real. El humanista optimista va a seguir esperando el tiempo en que el progreso y la razón humana creen un mundo mejor, pero ese tiempo no llegará. La historia humana seguirá el curso trazado por Dios, su Creador.