SUPERANDO LA
VERGÜENZA
Pr.y Ps Juan E. Barrera
“y él
respondió: oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me
escondí”
Génesis
3:10
Las dos primeras emociones del hombre caído
fueron temor y vergüenza, ambas desconocidas para el hombre antes de su caída.
Estaban al alero de Dios y eran los muy amados de Dios ¿De qué tendrían temor?
Y vivían en la perfección humana ¿de qué tendrían vergüenza?, pero luego de la
tentación y caída el entorno cambió, su mundo interno se vio revolucionado incluyendo
sus emociones. Dejemos de lado, por ahora, el temor y centremos la atención en
la vergüenza. ¿Qué es la vergüenza? Todos conocemos esta desagradable
sensación. Se nos turba el ánimo, no sabemos como reaccionar, actuamos
torpemente, se nos enciende el rostro, nos ponemos rojo y el sudor nos corre
rápidamente, sin que podamos evitarlo. Esta emoción tiene al menos los
siguientes aspectos:
- Sentimos
vergüenza ante una falta que hemos cometido
- Sentimos
vergüenza por alguna acción deshonrosa y humillante, propia o ajena.
- Sentimos
vergüenza cuando pensamos que nuestra honra ha sido dañada y nos sentimos menoscabados
- Sentimos
vergüenza ante no poder o no saber ejecutar algo
- La
vergüenza es sinónimo de deshonra, deshonor.
Como muchas emociones esta es una de aquellas
que no nos gusta vivir, pero que de cuando en cuando la vida nos expone: siente
vergüenza el niño con los zapatos rotos, siente vergüenza la mujer sin piezas
dentales, el hombre pobre, la mujer fea, el trabajador mal pagado, el hijo de
un padre alcohólico, el despechado, el rechazado, el padre de un niño con retardo,
el adúltero cuando es sorprendido, el mentiroso al ser confrontado, etc. Todos
tenemos algo de que avergonzarnos, algo que hicimos o que nos hicieron, algo
que debimos hacer y no fuimos capaz de hacer o algo que no hicimos y que todos
esperaban que hiciéramos. La vergüenza nos hace sentir menos personas, nos
humilla, nos denigra, nos bota. La vergüenza puede dejar marcas dolorosas en el alma que impulsarán cierta conducta, a veces inexplicable en nosotros. Conductas extremas frente a situaciones triviales pero que tienen su origen en aquellas vergüenzas pasadas que no hemos superado.
Este es uno de los aspectos terribles de nuestra
humanidad, es como dice la
Biblia sentirse desnudo. Dios no agrega nada más a la ya
embarazosa condición del hombre tratando de esconderse y no mostrar su
desnudez, al contrario, busca una solución, les da túnicas de pieles para que
se cubran. Un inocente murió, para cubrir la vergüenza de Adán y Eva, ¡qué
símbolo de lo que vendría!
Esta situación se vuelve a repetir cada vez
cada vez que nos sentimos avergonzados por algo y la solución a nuestras vergüenzas sigue siendo la misma, Dios, que nos cubre con su manto de gracia y nos dice "no te avergüences yo llevé tu vergüenza en la cruz, yo llevé tu desnudez, tus fallas, tus errores, tus pecados, aquello que eres incapaz de confesar y aun de reconocer". No hay vergüenza que el Señor no cubra y sane, podemos vivir tranquilos, sin aparentar, sin esconder la cara, sin bajar la cabeza, sin bajar la mirada. Podemos recurrir a Dios y su
gracia nos volverá a cubrir una y otra vez. El salmista nos recuerda que para no sentir vergüenza otra vez podemos recurrir siempre a la Biblia “ No
tendré que pasar vergüenzas cuando considere todos tus mandamientos” (119:6)
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