viernes, 17 de agosto de 2012

El arte de hacerse cargo


El arte de hacerse cargo
                                               Pr y Ps Juan E. Barrera

¿Por qué “el arte de hacerse cargo”? Porque lo que hasta hace un tiempo atrás formaba parte de la formación cultural y valórica de las personas hoy se ha perdido y solo lo manejan algunas personas. Al hablar de hacerse cargo me refiero a esa actitud de asumir la responsabilidad por los actos cometidos, frente a sí mismo y frente a otras personas. Esta sana, poderosa y profunda cualidad moral escasea. Algunos ejemplos de esto lo vemos en los altos ejecutivos de empresas importantes que eluden la responsabilidad penal por sus actos ilícitos. En Chile, las cadenas de farmacias, los supermercados, las multitiendas, los contratos con letra chica, los edificios nuevos que se caen, las estafas legales y muchos otros. En lo judicial, gente que elude su responsabilidad y sigue delinquiendo, y que no siempre forman parte del grupo habitualmente caracterizado como delincuentes, son gente que veranea en el Caribe, que maneja un 4x 4 y tiene matriculado a sus hijos en un colegio caro, pero que roba energía eléctrica o no paga las imposiciones de sus trabajadores. Ni hablar del grupo delictual, del hampa. Todo el mundo tiene la responsabilidad por su fechorías; los padres, el contexto, los profesores, la escuela, el estado, la falta de oportunidades, etc, menos ellos. Es probable que alguno de estos factores influya y en algunos casos mucho, sin embargo todavía la persona mantiene el derecho y el privilegio de hacerse cargo y no lo hace. Es mejor jugar a ser víctima que asumir las responsabilidades personales. Del otro lado están los jueces que no hacen su trabajo, que evitan responsabilidades, que no se “queman” que por hacer carrera dejan de hacer lo que todos esperamos que hagan, pero no se hacen cargo y la puerta giratoria sigue funcionando, gente sensible, que a la menor crítica grita a los cuatro vientos su derecho a independencia, pero que sin embargo en el momento apropiado no siempre usa esa independencia para responsabilizarse.
En la escuela cuando se dan tareas y trabajos, con fortuna un tercio del curso cumple en la fecha que se solicita, nadie más lo hace. Al otro día suele haber un grupo de madres convenciendo al profesor de la imposibilidad de haber cumplido en el plazo con una y mil excusas y solicitando más plazo, para que el niño vuelva a hacer lo mismo la próxima vez. El otro gran grupo, de los que no cumple ni siquiera se toma esa molestia. Alumnos “flojos”, desobedientes, desmotivados, insolentes, de quienes nadie se hace cargo y si alguien lo hace es para ir a amenazar o golpear al profesor por “discriminar a mi hijo” pero no para corregirlo y enseñarle a ser responsable.
Lo mismo ocurre en la universidad, alumnos que no estudian, que viven para “carretear”, que no leen, no piensan ni reflexionan, llenos de tecnología y realities y que al ser confrontados responden con un desvergonzado “para eso estoy pagando” con lo que evita hacerse cargo de su situación o descuido.
La clase política es otro ejemplo, una élite resumida y hermética que no asume ni se hace cargo. Si al menos hicieran una pequeña parte de lo que dicen o prometen las cosas mejorarían sustancialmente en el país. Muchos proyectos de ley duermen por años en el congreso porque nadie se hace cargo, nadie asume la responsabilidad por ello, nadie quiere ser impopular, muchos quieren mantener el puesto y los privilegios. Gente que no se responsabiliza por sus actos, que corre a exceso de velocidad, que declaran fumar mariguana (y tal vez haya otras drogas que no declaran abiertamente), que trafican influencias, que hacen lobyy, que pactan secretamente, que incrementan explosivamente su pecunio, gente a quienes viven “sacando de contexto” son tristes ejemplos de servidores públicos que no se hacen cargo.
En los trabajos sucede lo mismo, habitualmente hay errores que nadie asume. Errores que son propios de cualquier quehacer laboral y que probablemente no tendrían mayores consecuencias, sin embargo nadie asume. Es mejor figurar y ser “chupa medias” que reconocer los errores, es mejor estar bien con el jefe, aunque esto dañe a terceros. Ocurre en los hospitales, donde los errores sí cuestan una vida, en las escuelas, en las construcciones, en las oficinas, etc.
Pero tampoco nos hacemos cargo de nuestros matrimonios. Cuantas parejas se distancian y se quiebran porque uno o ambos cónyuges no se hacen cargo de los errores cometidos. Uno de ellos sigue empecinado en cierto tipo de conducta nociva y no asume su responsabilidad ni reconoce sus defectos hasta que el matrimonio llega a su fin: mal uso del dinero, abuso del alcohol, compras compulsivas, abandono de sus hijos, conducta violenta, prioridad por el trabajo, etc ¿No mejoraría la relación si alguno de los cónyuges se hiciera cargo?, pero es más fácil defenderse que hacerse cargo, es más fácil culpar que asumir la responsabilidad.
Finalmente hay personas, individuos, que no son capaces de hacerse cargo de su propia vida, consumidores de auto ayuda, de las últimas terapias alternativas, seguidores del cura o del pastor para que les diga lo que tienen o no tienen que hacer. Individuos inseguros, indecisos, que no son capaces de asumir la responsabilidad de vivir, de pararse frente a sus circunstancias, de evaluarse y ver el equilibrio entre las cosas positivas y negativas e ir al frente.
Hacerse cargo, reconocer los errores, tomar conciencia de las consecuencias que ellos traen es un antiguo arte que hay que recuperar. Aunque pareciera que un pequeño grano de arena no hace playa, junto a otro y otro y otro grano lo consiguen y será bueno es esfuerzo, por nuestra propia salud emocional y la de la próxima generación.

2 comentarios:

  1. Querido Juan, creo que el hacerse cargo es simplemente, "actuar con honestidad", reconocer errores y vivir cumpliendo o tratando de cumplir con la Regla de Oro. Simple, ¿no?. Pero casi imposible para el ser humano. Saludos cordiales.

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  2. Querido Luis, lo que es imposible para el hombre es posible para Dios, no debemos parar de luchar en vivir de esa manera, eso podría marcar la diferencia en muchas cosas.

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