El arte de hacerse
cargo
Pr y Ps Juan
E. Barrera
¿Por qué “el arte de hacerse
cargo”? Porque lo que hasta hace un tiempo atrás formaba parte de la formación
cultural y valórica de las personas hoy se ha perdido y solo lo manejan algunas
personas. Al hablar de hacerse cargo me refiero a esa actitud de asumir la
responsabilidad por los actos cometidos, frente a sí mismo y frente a otras
personas. Esta sana, poderosa y profunda cualidad moral escasea. Algunos ejemplos
de esto lo vemos en los altos ejecutivos de empresas importantes que eluden la
responsabilidad penal por sus actos ilícitos. En Chile, las cadenas de
farmacias, los supermercados, las multitiendas, los contratos con letra chica, los
edificios nuevos que se caen, las estafas legales y muchos otros. En lo
judicial, gente que elude su responsabilidad y sigue delinquiendo, y que no
siempre forman parte del grupo habitualmente caracterizado como delincuentes, son
gente que veranea en el Caribe, que maneja un 4x 4 y tiene matriculado a sus
hijos en un colegio caro, pero que roba energía eléctrica o no paga las
imposiciones de sus trabajadores. Ni hablar del grupo delictual, del hampa.
Todo el mundo tiene la responsabilidad por su fechorías; los padres, el
contexto, los profesores, la escuela, el estado, la falta de oportunidades,
etc, menos ellos. Es probable que alguno de estos factores influya y en algunos
casos mucho, sin embargo todavía la persona mantiene el derecho y el privilegio
de hacerse cargo y no lo hace. Es mejor jugar a ser víctima que asumir las
responsabilidades personales. Del otro lado están los jueces que no hacen su
trabajo, que evitan responsabilidades, que no se “queman” que por hacer carrera
dejan de hacer lo que todos esperamos que hagan, pero no se hacen cargo y la
puerta giratoria sigue funcionando, gente sensible, que a la menor crítica
grita a los cuatro vientos su derecho a independencia, pero que sin embargo en
el momento apropiado no siempre usa esa independencia para responsabilizarse.
En la escuela cuando se dan
tareas y trabajos, con fortuna un tercio del curso cumple en la fecha que se
solicita, nadie más lo hace. Al otro día suele haber un grupo de madres
convenciendo al profesor de la imposibilidad de haber cumplido en el plazo con
una y mil excusas y solicitando más plazo, para que el niño vuelva a hacer lo
mismo la próxima vez. El otro gran grupo, de los que no cumple ni siquiera se
toma esa molestia. Alumnos “flojos”, desobedientes, desmotivados, insolentes,
de quienes nadie se hace cargo y si alguien lo hace es para ir a amenazar o
golpear al profesor por “discriminar a mi hijo” pero no para corregirlo y
enseñarle a ser responsable.
Lo mismo ocurre en la
universidad, alumnos que no estudian, que viven para “carretear”, que no leen,
no piensan ni reflexionan, llenos de tecnología y realities y que al ser
confrontados responden con un desvergonzado “para eso estoy pagando” con lo que
evita hacerse cargo de su situación o descuido.
La clase política es otro
ejemplo, una élite resumida y hermética que no asume ni se hace cargo. Si al
menos hicieran una pequeña parte de lo que dicen o prometen las cosas
mejorarían sustancialmente en el país. Muchos proyectos de ley duermen por años
en el congreso porque nadie se hace cargo, nadie asume la responsabilidad por
ello, nadie quiere ser impopular, muchos quieren mantener el puesto y los
privilegios. Gente que no se responsabiliza por sus actos, que corre a exceso de
velocidad, que declaran fumar mariguana (y tal vez haya otras drogas que no
declaran abiertamente), que trafican influencias, que hacen lobyy, que pactan
secretamente, que incrementan explosivamente su pecunio, gente a quienes viven “sacando
de contexto” son tristes ejemplos de servidores públicos que no se hacen cargo.
En los trabajos sucede lo mismo,
habitualmente hay errores que nadie asume. Errores que son propios de cualquier
quehacer laboral y que probablemente no tendrían mayores consecuencias, sin
embargo nadie asume. Es mejor figurar y ser “chupa medias” que reconocer los
errores, es mejor estar bien con el jefe, aunque esto dañe a terceros. Ocurre
en los hospitales, donde los errores sí cuestan una vida, en las escuelas, en
las construcciones, en las oficinas, etc.
Pero tampoco nos hacemos cargo de
nuestros matrimonios. Cuantas parejas se distancian y se quiebran porque uno o
ambos cónyuges no se hacen cargo de los errores cometidos. Uno de ellos sigue
empecinado en cierto tipo de conducta nociva y no asume su responsabilidad ni
reconoce sus defectos hasta que el matrimonio llega a su fin: mal uso del
dinero, abuso del alcohol, compras compulsivas, abandono de sus hijos, conducta
violenta, prioridad por el trabajo, etc ¿No mejoraría la relación si alguno de
los cónyuges se hiciera cargo?, pero es más fácil defenderse que hacerse cargo,
es más fácil culpar que asumir la responsabilidad.
Finalmente hay personas,
individuos, que no son capaces de hacerse cargo de su propia vida, consumidores
de auto ayuda, de las últimas terapias alternativas, seguidores del cura o del
pastor para que les diga lo que tienen o no tienen que hacer. Individuos
inseguros, indecisos, que no son capaces de asumir la responsabilidad de vivir,
de pararse frente a sus circunstancias, de evaluarse y ver el equilibrio entre
las cosas positivas y negativas e ir al frente.
Hacerse cargo, reconocer los
errores, tomar conciencia de las consecuencias que ellos traen es un antiguo
arte que hay que recuperar. Aunque pareciera que un pequeño grano de arena no
hace playa, junto a otro y otro y otro grano lo consiguen y será bueno es
esfuerzo, por nuestra propia salud emocional y la de la próxima generación.
Querido Juan, creo que el hacerse cargo es simplemente, "actuar con honestidad", reconocer errores y vivir cumpliendo o tratando de cumplir con la Regla de Oro. Simple, ¿no?. Pero casi imposible para el ser humano. Saludos cordiales.
ResponderEliminarQuerido Luis, lo que es imposible para el hombre es posible para Dios, no debemos parar de luchar en vivir de esa manera, eso podría marcar la diferencia en muchas cosas.
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