sábado, 22 de octubre de 2011

Una Cosmovisión Cristiana


Una cosmovisión cristiana
Ps. Juan E. Barrera
¿Cómo sería la vida de hoy si cada uno de los creyentes viviera su vida y practicara su profesión u oficio desde una visión Cristo céntrica y buscara glorificar a Dios en todo? ¿Cómo atendería un médico, un psicólogo, un profesor a las personas? ¿Cómo haría sus negocios el empresario, el comerciante? ¿Cómo trabajaría un carpintero, un oficinista, un empleado? Estas y muchas otras preguntas fueron las que convocaron a más de cincuenta personas en el II Encuentro de Cosmovisión cristiana en la ciudad de Rosario, cerca de Rengo, el fin de semana del 8 al 10 de octubre. Cosmovisión se entiende como “el marco global de las creencias básicas de uno con respecto a las cosas” Ese fue el motivo de la reflexión, del cómo conseguir que todas las cosas estén sometidas al señorío de Cristo y hacerlo desde una sólida base bíblica. El momento actual presenta muchos desafíos. Hay muchas doctrinas e ideologías que atentan en contra de la vida cristiana y en contra de valores fundamentales: la codicia, el hedonismo, el narcisismo, un humanismo militante, la secularización de la vida, de la conciencia, y sin embargo el cristianismo sigue siendo la mejor opción para el hombre moderno, a pesar de la opinión contraria de sus enemigos, pero debe ser una visión que abarque todo el quehacer humano, una práctica que abandone el mundo privado y salga al ámbito público. Una fe que realce el valor de la vida, la dignidad del hombre y por sobre todo realce la persona y la obra de Dios. El hombre moderno tiene muchas heridas, muchos miedos, muchas interrogantes sin resolver, pero vive asfixiado en un mundo sin ventanas, sin trascendencia, sin Dios. Intenta buscar soluciones y consuelo pero sin mirar hacia arriba y si lo hace su interés no va más allá de las estrellas o de las constelaciones, es una mirada puramente científica, donde no hay lugar para el creador. Una correcta enseñanza bíblica, sin embargo debe llegar a todos los rincones de la sociedad y ofrecer el agua fresca que viene del cielo. Esperanza es una de esas porciones de agua. El hombre de hoy no tiene esperanza, todo lo que ocurre y le ocurre acontece en el aquí y ahora. Por tal razón afronta sus tragedias, por ejemplo, de la forma como lo hace; llora, se enoja, se resigna o se rinde a un placer desenfrenado. No importa el ámbito del que se trate, una visión cristiana apropiada siempre aportará esperanza, en la salud, en los negocios, en la política, en el arte, en la cultura en general y esta esperanza es importante porque nuestro tiempo necesita consuelo, en todos sus ámbitos. El futuro se torna gris, las amenazas crecen por doquier, de guerras, de enfermedades, de “acabo de mundo”, no obstante, Dios sigue siendo el dueño de este mundo, pues le pertenece y lo controla. En medio del sinsentido aparece un sentido, Dios está gobernando. Su gracia opera cuando más se le necesita y Dios continúa restaurando vidas en medio de la desesperanza de muchos. La vida, sin lugar a dudas será mejor si la cosmovisión cristiana llega a cada ámbito del quehacer humano. No es fácil, pues el medio nos obliga, desde la escuela básica a mirar la vida de otra manera, como si Dios no existiera, o no fuera relevante. Como si todo alrededor nuestro no fuera más que resultado del azar, de las probabilidades y de una explosión inesperada de materia, incluyendo al hombre, aunque en realidad, todo grita lo contrario, hay orden, hay belleza, hay sentido, hay esperanza, Dios sigue reinando