lunes, 21 de marzo de 2022

El origen del sufrimiento

 Amigos de muy cerca, de cerca, de lejos y muy lejos. Comencé hoy a compartir partes del manuscrito de un libro que estoy preparando. Escríbanme y compartan sus opiniones, comentarios, aportes, emociones.

Buena semana

Juan

El origen del sufrimiento


(Extracto del capítulo 1 del manuscrito de un nuevo libro)

Desde hacía tiempo, el pato notaba

 algo extraño.

 – ¿Quién eres? ¿Por qué me sigues

  tan de cerca y sin hacer ruido? La

 muerte le contestó:

– Me alegro de que por fin me hayas

 visto…Soy la muerte.

El pato se asustó. Quién no lo habría hecho.

– ¿Ya vienes a buscarme?

– He estado cerca de ti desde el día en que naciste… por si acaso.

– ¿Por si acaso?- preguntó el pato.

– Sí, por si te pasaba algo. Un resfriado serio, un accidente… ¡nunca se sabe!

– ¿Ahora te encargas de eso?

– De los accidentes se encarga la vida; de los resfriados y del resto de las cosas que os pueden

pasar a los patos de vez en cuando, también. Sólo diré una: el zorro.

El pato no quería ni imaginárselo. Se le ponía la carne de gallina. La muerte le sonrió con

dulzura. Si no se tenía en cuenta quién era, hasta resultaba simpática; incluso más que

simpática.

– ¿Te parece ir al estanque?- preguntó el pato.

La muerte ya se lo había temido…Después de un rato, la muerte tuvo que admitir que su pasión

por zambullirse tenía límites:

– Perdóneme, por favor- dijo-. Necesito salir de este lugar tan húmedo.

– ¿Tienes frío?- preguntó el pato- ¿Quieres que te caliente?

Nunca nadie se había ofrecido a hacer algo así por ella.

A la mañana siguiente, muy temprano, el pato fue el primero en despertarse.

– “¡No me he muerto!” , pensó.

Le dio a la muerte un golpecito en el costado:

– ¡No me he muerto! – graznó henchido de felicidad.

La muerte levantó la cabeza:

– Me alegro por ti- dijo desperezándose.

– ¿Y si me hubiera muerto…?

– Entonces no habría podido descansar tan bien – contestó la muerte bostezando.

“Esa respuesta no ha sido nada simpática”, pensó el pato. A pesar de que el pato se había

 propuesto, a partir de ese momento, no volver a decir nada más, no aguantó mucho tiempo

callado:

– Algunos patos dicen que te conviertes en ángel. Te sientas en una nube y desde ahí puedes

mirar la tierra.

– Es posible- la muerte se incorporó-, pero de todas maneras tú ya tienes alas.

– Algunos patos también dicen que en las profundidades de la tierra hay un infierno en el que

te asan si no fuiste un pato bueno.

– Es asombroso todo lo que se cuenta entre los patos, pero quien sabe…

– ¿Entonces tú tampoco lo sabes?- grazno el pato.

La muerte sólo lo miró- ¿ Qué hacemos hoy?- preguntó de buen humor

– Hoy no iremos al estanque- exclamó el pato- ¿Qué te parece si hacemos algo verdaderamente

emocionante?

La muerte se sintió aliviada- ¿Subirnos a un árbol?- preguntó burlonamente.

El estanque se veía muy, muy abajo. Ahí estaba, tan silencioso…y solitario.

“Así que eso es lo que pasará cuando muera”, pensó el pato…“El estanque quedará”… desierto.

Sin mí.”

A veces, la muerte podía leer los pensamientos.

– Cuando estés muerto el estanque también desaparecerá; al menos para ti.

 – ¿Estás segura? – preguntó el pato desconcertado.

– Tan segura como seguros estamos de lo que sabemos- dijo la muerte.

– Me consuela, así no podré echarlo de menos cuando…

– ….hayas muerto- terminó la muerte

– ¿ Por qué no bajamos?- le pidió el pato un poco después-Subido en los árboles se piensan

cosas muy extrañas-.

Durante las siguientes semanas, fueron cada vez menos al estanque. Se quedaban sentados en

cualquier lugar que tuviera hierba y casi no hablaban. Hasta que un día, una ráfaga de aire fresco despeinó las

 plumas del pato y éste sintió frío por primera vez.

– Tengo frío- dijo una noche- ¿Te importaría calentarme un poco?

La nieve caía. Los copos eran tan finos que se quedaban suspendidos en el aire. Algo había

ocurrido. La muerte miró al pato. Había dejado de respirar. Se había quedado muy quieto. Lo acarició para colocar

 un par de plumas ligeramente alborotadas, lo cogió en brazos y se lo llevó al gran río. Allí, lo acostó con mucho

 cuidado sobre el agua y le dio un suave empujoncito. Se quedó mucho tiempo mirando cómo se alejaba.

Cuando le perdió de vista, la muerte se sintió, incluso, un poco triste. Pero así era la vida…


(“El pato y la muerte”, Wolf Erlbruch)

El sufrimiento humano siempre ha estado presente en la historia. El dolor físico de los enfermos, de los heridos de guerra, el sufrimiento de los esclavos, las desigualdades, las injusticias, el horror de lo indescriptible siempre ha estado en la historia del hombre.

Catástrofes naturales, gobiernos totalitarios y abusivos. El sufrimiento causado por el hombre hacia el hombre, el egoísmo, la crueldad, la codicia son algunas de las principales causas del sufrimiento.

Hombres, mujeres, ancianos y niños, nadie ha escapado del sufrimiento en ninguna época de la historia humana. Hoy, productos de nuevas leyes y derechos de las personas creemos que las cosas debieran ser diferentes, pero tampoco lo son: las desigualdades y el sufrimiento se rebelan en pandemias, abusos, migración, delitos.

Evidencias del sufrimiento

Puede parecer más que evidente la existencia del sufrimiento y no sería necesario justificar su existencia, no obstante existen doctrinas o prácticas que niegan la existencia del sufrimiento. Una marcada idea de que todo es felicidad, de que la vida es solo alegría o todo es ilusión, que todo ocurre en la mente. Por otra parte existen también grupos de personas desconectados de la realidad, clanes encerrados y privilegiados, centrados solo en sí mismos quienes no consiguen ver la realidad del sufrimiento en otras personas o que les parece algo indiferente que intentan minimizar como experiencia real, no obstante las evidencias de sufrimiento abundan, en “los últimos 5.000 años de historia, la humanidad solo estuvo 900 años en paz, en los cuales los hombres se preparaban para el conflicto siguiente. Más de 8.000 tratados de paz se han firmado en el transcurso de los últimos 35 siglos. Desde 1945 hasta finales del siglo XX se disputaron 140 guerras con 13.000.000 de muertos. Desde el año 1.000 D.C. hasta el 2.000 se calcula que las guerras han causado unos 148 millones de víctimas, casi las 2/3 partes durante las contiendas habidas en el siglo XX. Hasta la primera mitad de este siglo, se estima que 9 de cada 10 víctimas eran soldados; en la segunda mitad esta proporción varia hasta que, a finales del siglo XX, 9 de cada 10 víctimas en los conflictos armados son civiles."