jueves, 14 de abril de 2022

Un Dios que llora y sufre

 

Un  Dios que llora y sufre

En la Biblia hay muchas referencias antropomórficas referidas a Dios: las alas de Dios, el calor de Dios, la mano de Dios, los ojos de Dios y otros,  por lo tanto no es profano o muy lejano pensar en un Dios que llora o que sufre. Una imagen tremenda y conmovedora de Dios es el relato que Jesús hace del hijo pródigo, donde el padre de la historia representa a Dios. Un Dios que amando y respetando la libertad de su hijo menor lo deja partir del hogar y ahoga la pena que su hijo le deseara la muerte y que quisiera hacer su propia vida, lejos del hogar paterno y malgastando la fortuna fruto del trabajo de años de su padre.

El padre, según el relato de Jesús no impide la marcha del hijo. Se queda en casa esperando, llorando y sufriendo la ausencia del hijo. Sin reproches, con tristeza ve como el tiempo pasa sin que su hijo retorne, sin condena hacia su hijo ni de las decisiones que libremente este tomó.

Lo espera, lo espera, lo espera no sabemos cuánto tiempo. Mirando al camino cada mañana esperando verlo aparecer, pero el hijo no regresa. Está encandilado con su libertad, disfruta la ausencia del padre. El mismo que lo había engendrado, cuidado, protegido ahora le parece un estorbo para cumplir sus propias metas, y el padre, con el corazón roto, lo ha dejado partir.

¿Serían meses o años? El dinero por fin se acabó, el placer de la libertad se extinguió, la novedad ha desaparecido, el hijo está fuera de sí. Está sufriendo, está solo, su libertad ya no tiene el mismo brillo. Entonces, en medio del sufrimiento, del hambre, del desprestigio, del rechazo, desde el fango asqueroso de unos cerdos vuelve en sí y siente la falta del padre. Ahora son dos quienes lloran, el padre que espera y el hijo que se da cuenta de su miserable condición, resultado de sus elecciones.

Trastabillando, sucio, maloliente, a tropezones, con el estómago vacío, y la cabeza llena de culpa, en harapos, en condición de calle, indigno y sufriente comienza  caminar de vuelta al hogar. El sol israelita de mediodía lo golpea fuerte al igual que sus recuerdos. Ha ensayado en su mente muchas veces lo que le va a decir a su padre, pero de solo pensar llora y se pasa una mano por la barba inmunda. No sabe si es efecto del sol, pero le parece que está llegando al hogar, reconoce el paisaje, los aromas, está llegando al hogar paterno, y no puede creer lo que ve, ahí, a la puerta de la casa, como cada mañana o cada atardecer está su padre, sentado mirando el horizonte lo ve aparecer y se estremece al verlo, pues abandonando su dignidad patriarcal se hecha a correr, sin pudor, sin temor y avanza por el sendero abriendo los brazos de par en par, y gritando ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! Y con los ojos bañados en lágrimas se arroja a sus brazos y lo abraza con fuerza. La aventura de la libertad ha terminado, el hijo encuentra el fin de su sufrimiento en los brazos de su padre. En ese abrazo profundo el sufrimiento del hijo desaparece y entre las caricias de su padre el hijo restaura su posición, su dignidad, su alegría. Dios es un Dios que llora y que sufre con sus hijos.

lunes, 11 de abril de 2022

El sufrimiento como misterio

Hola mis amigos, estamos comenzando una semana más, una semana especial. Es Semana Santa, un tiempo para meditar, para parar un momento y un tiempo para leer.

Comparto esta semana otro texto del manuscrito de un nuevo libro. Esta sección lleva por título El sufrimiento como misterio. En el mismo blog pueden encontrar otros textos para leer y compartir.

Un abrazo

Juan

 El sufrimiento como misterio

El sufrimiento como misterio La cultura cientificista reinante nos ha hecho creer que se debe tener una respuesta para todo y estira la capacidad de comprensión lo más que puede, pero el sufrimiento escapa a esta habilidad, está presente como fenómeno incomprensible. El sufrimiento es un misterio porque no es accesible desde la racionalidad, parece no tener lógica ni someterse a ley alguna. Personas fuertes y sanas que enferman de pronto, enfermedades raras, excepcionales, relaciones tóxicas, situaciones absurdas. Desde el sentido común nuestra tendencia es a buscar una explicación para toda la cosas, incluyendo el sufrimiento, pero este siempre nos doblega y nos quedamos mudos frente al misterio del dolor, doblegados, rendidos, otras veces rebeldes, resentidos, pero eso no cambia la situación, seguimos sin entender. ¿Por qué un soldado que sobrevive a muchas batallas, muere atropellado al volver a casa a solo cuadras de su hogar? ¿Por qué hombres y mujeres con hábitos muy saludables, como deportistas destacados mueren de cáncer? ¿Por qué un niño en condición de calle sobrevive a grandes peligros y el niño cuidado y mimado de sus padres muere de una peritonitis? ¿Por qué tantas personas sufren y logran salir adelante en situaciones infra humanas mientras otras tantas optan, en condiciones óptimas por el suicidio? Son preguntas que han resonado en la mente y en el alma de la humanidad desde siempre. Puede variar su estilo, las circunstancias pero los por qués siguen estando presentes y no tienen respuesta.

Como hemos visto, ¿Es cuestión de suerte? ¿Es cuestión de probabilidades? ¿Son solo condiciones socio económicas? El sufrimiento es un misterio y el misterio nos vuelve curiosos o nos infunde miedo, la mayoría de las veces más miedo que curiosidad y por eso muchas veces evitamos el tema. Edelberg (2015) , escribe: “Una de las cosas más fascinantes de la Biblia es que no es un libro sino una antología, una colección de libros muy dispares puestos todos juntos. Por ese motivo tenemos diferentes opciones disponibles sobre casi cualquier tema. Y no es una casualidad que la Biblia misma nos ofrece en el famoso libro de Job una respuesta diferente… El escritor de Job rechaza la idea que el sufrimiento es lo que merecen quienes actúan indebidamente… El espectacular libro de Job (uno de mis favoritos) nos recuerda que muchas personas sufren a pesar de haber actuado en forma justa y bondadosa toda su vida. ¿Cómo podemos entender el plan divino cuando según Job el bueno no es necesariamente recompensado ni el malvado castigado? En el libro, Dios mismo le dice a Job que la respuesta a esta pregunta está más allá de su capacidad cognitiva. Dios es Dios y los humanos somos humanos. Podemos estar creados a imagen de lo divino pero no somos Dios. Así el sufrimiento del bueno termina siendo un profundo misterio."