lunes, 13 de junio de 2022

El sentido en nuestra cultura

El sentido en nuestra cultura

¿Nuestra cultura actual, carece de sentido? Este punto lo voy a volver a tocar en otro capítulo hablando del sufrimiento en nuestra cultura actual. En este punto sometamos esta pregunta a los tres significados citados respecto de la definición de sentido. ¿El mundo moderno se mueve y sabe en qué dirección lo hace, avanza sabiendo a dónde se mueve con una dirección fija, o está rodeado de luces, de ruidos, pero avanza a tropezones y ya olvidó de donde viene o nunca lo ha sabido? Al parecer su destino se hace cada vez más confuso, entre ideologías, luchas de poder y el amor al dinero. Hay acuerdo en que crisis es la palabra que define la cultura actual. Es una crisis ideológica, moral, económica, demográfica. Galisteo Gámez escribe: ”La crisis de la modernidad hace referencia a la crisis de un paradigma, de una concepción de la realidad, de la historia, del hombre, de las relaciones sociales, etc. del que se toma conciencia a finales del siglo XVII, pero que empezó a fraguarse a finales del siglo XV. Tras cinco siglos, se dice que la modernidad ha entrado en crisis, que ha dado de sí todo lo que tenía que dar. A este respecto hay quien piensa que habría que reformar el paradigma, básicamente superar lo negativo y quedarnos con lo positivo. Otros, creen que la concepción moderna era equivocada desde el primer día y que más nos valdría romper con todo y empezar de nuevo.” ( )
Según la definición de significación, la vida moderna carece de significado, es un mundo que cuesta leer, que se hace difícil entender el significado de lo escrito. La vida se lee una y otra vez pero no se entiende lo que se lee. Podrían haber pasajes más claros que otros, luces que indicarían el significado de las cosas triviales y vitales, pero tal vez la vida moderna se interprete como lo hace un borracho tratando de comprender un texto difícil. Puede hacer su mejor intento, pero no lo logrará. Su estado metal no se lo permite. 
En el sentido de conexión el mundo moderno, al parecer, tampoco entrega un sentido. Hay desconexión en todos los niveles de la vida. La atomización es una característica de nuestra sociedad, producto del individualismo, de un estilo de vida egocéntrico, centrado en el yo. Hay muchísimas personas que no logran conectar los acontecimientos de su vida, ni de su pasado, ni de su presente. La vida no tiene significado para ellos, no son capaces de leer su propia vida. 
He compartido con los alumnos en la universidad más de una vez, en mis clases, un discurso que Steve Jobs ( ) realizó en la graduación en la Universidad de Stanford en el año 2005 en el que a través de tres historias de su vida abarca tres tópicos: uniendo los puntos, el amor y la pérdida y la muerte. Dice Jobs en este discurso que los puntos se unen solo al mirar hacia atrás. Al vivir la vida, enfrentar las dificultades, el sufrimiento, las adversidades, no se suelen ver las conexiones, luego de esto, al pasar de los años, al examinar puntos y acontecimientos aparentemente diversos y no conectados, se puede encontrar los puntos de unión o conexión. La sociedad actual no los encuentra. La pregunta por el sentido de la vida abarca muchos matices que no es posible incluir en un solo capítulo. Son muchos los aspectos a revisar, por tal razón voy a intentar avocarme solo a su relación con el sufrimiento, dejando de lado otros puntos, quizás fundamentales pero que escapan al objetivo de este capítulo y que quizá dan lugar a otro libro dedicado solo a este tema. La pregunta por el sentido es una pregunta fundamental pues mueve la existencia de la persona. El sentido es el para qué vivo mi vida, ¿Vale la pena vivir? Esta pregunta se la hace un empresario exitoso sentado en su cómoda oficina en el sector alto de la comuna de Santiago de Chile, se la hace el prisionero en un campo de concentración nazi, un adolescente sirio en medio del terror, el enfermo que postrado mirando desde su ventana una parte del patio en el que antes jugó o pasó tiempo con su familia. Se la hace la mujer golpeada por quien tendría que amarla y cuidarla. La razón de hacerse esta pregunta es que preguntarnos ¿Por qué? forma parte de la vida humana en sus muchas dimensiones. Esta pregunta por el sentido de la vida surge especialmente en determinadas circunstancias que consideramos absurdas: la muerte de una madre con hijos pequeños, el abandono del cónyuge sin motivos aparentes, el nacimiento de un hijo con limitaciones importantes, la muerte de un niño, un desastre natural, un atentado, etc. También aparece en situaciones de mucha satisfacción, donde la persona experimenta muchos placeres, mucha abundancia, pero no encuentra satisfacción en ello y le surge la pregunta acerca de cuál es el verdadero propósito de la vida.