sábado, 25 de noviembre de 2017

18 años

18 años
Hoy es 25 de noviembre. Hace 18 años que te fui a buscar al hospital, con tu hermano y con tu abuelo, una mañana calurosa como hoy. Cumplirías 18 felices años y serías ya un adolescente alto y curioso, escuchando música y corriendo de aquí para allá, riendo fuerte. Abrazando a tu madre que todavía te añora y peleando con tu hermano que te extraña. Me dedicarías uno de tus gestos favoritos y dirías “hola papito”.
Cuán fuertes son las fantasías de los padres. Inquebrantables, porfiadas y multicolores y es que tal vez esas fantasías intentan llenar el vacío que tu adiós nos dejó. Imagino cómo serías: tu estatura, tu cara, tu sonrisa. Te imagino besándome y abrazándome y me imagino a mí mismo diciéndote feliz cumpleaños, Joaquín y diciéndote también cuanto te amo, pero no estás. ¿Hay algo que alivie la sensación horrible e indescriptible que se siente?
Mi pecho tiene la forma de tu ausencia y mis brazos cubren tu recuerdo. Mis ojos aún no se acostumbran a no verte y se inundan cuando te recuerdo y se desbordan en pequeños riachuelos y los disimulo bajo mis lentes. Ríos tibios que van a dar a mi pecho y ahí se quedan hasta que se desbordan en Noviembre y en Enero.
En noviembre, desde el primer día, el viento trae tu nombre, Joaquín Andrés y yo salgo a las calles, a las tiendas, a los letreros y lo recojo cada vez que lo escucho: Son como hojas secas, hermosas y amarillas, extrañas y delicadas que guardo en el libro de tu vida, ese que quedó inconcluso y que algún día terminaremos. Mientras tanto celebro tu cumpleaños sin ti. Cumplirías 18 años y no estás.
Hoy 25 de noviembre estaré ocupado y no podré llevarte los tres girasoles que habitualmente te llevo, pero no te olvido. Es la vida que sigue su camino sin fin hasta la eternidad. Llena de actividades y añoranzas, de alegrías y separaciones y que me obliga a seguir su ritmo, pero no te olvido. Ocupado está también mi corazón con tu recuerdo. Si pudiera abrirlo cada centímetro de él te diría, te amo, estoy lleno de ti aunque tú no estás. Estás en un niño gordo, en tus amigos, en nuestra casa, en una canción, en una foto, en una mariposa que revolotea nuestro jardín, en la tristeza verde de los ojos de tu madre y en la evasiva de tu hermano.

Es difícil vivir los 25 de noviembre desde que partiste. Miro por la ventana y una vez más, los acacios se han vestido de verde y los gorriones revolotean bajos y bulliciosos. 18 veces ha pasado el sol de manera completa frente a mi ventana y de esas son nueve que tú no estás. A veces te veo entre las nubes, sonriendo, diciéndome hola con la mano y alejándote sobre un querubín y entonces lloro tu partida otra vez y tú te das vuelta y me sonríes y me dices que espere, que espere y lloro otra vez y cada lágrima se convierte en una mariposa que te sigue hasta que despareces de mi vista. En mi corazón el tiempo no pasa y sigues siendo el Joaco pequeño, divertido y tierno, aunque hoy cumplirías 18 años y no estás, gato cósmico.