Ps.
Juan E. Barrera
Existen dos formas de abuso a menores, el abandono y
la sobreprotección. Ambas conductas traen consecuencias en la vida de los
hijos. En esta columna voy a hacer
mención a la sobreprotección y sus consecuencias en la vida de pareja, de
manera especial entre los hombres. Es muy frecuente ver en la atención clínica
problemas de parejas que tienen su origen en lo que llamamos en Chile “hombres
mamones”. Son hombres inmaduros, eternamente niños, que gustan de los
privilegios de una vida de pareja, actividad sexual, atención, regaloneo, y que
gustan hacer vida de soltero aunque llevan varios años de casado. En lo
emocional prefiere ser contenido cada vez en lugar de contener o ayudar a los
suyos. Este tipo de hombre es feliz viendo futbol en el cable o jugando con un
i-phone. La esposa o pareja de un mamón sufre porque no puede entender por qué
hace lo que hace. Son mujeres muchas veces emocionalmente abandonadas, una
especie de madre de sus hijos y del marido, que tiene que resolver sola los
conflictos hogareños, desde los cotidianos, hasta los temas de fondo. A muchas
mujeres este tipo de hombre les acomoda, al menos por un tiempo, así son ellas
las que mandan, “las que llevan los pantalones”, pero después de un tiempo, los
mamones terminan agotando a sus parejas, quienes comienzan a reclamar más participación,
más vida de familia, más atención, más cariño, más interés. Cuando esto sucede
es cuando visitan un psicólogo, y el trabajo terapéutico no es fácil, como
tampoco lo es vivir con un mamón. Hoy día se habla de muchos tipos de familia y
también se habla de una flexibilidad en los roles, lo que está bien, dado los
cambios sociales y económicos que afectan a las familias, sin embargo lo que no
se puede obviar es que en cada familia deben existir roles y que estos se deben
cumplir, para el correcto funcionamiento del hogar y la felicidad de cada uno
de sus miembros. El apóstol Pablo nos recuerda, al despedirse de los corintios
“Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos” (1 Cor.
16:13)