miércoles, 2 de octubre de 2013

Los secretos familiares

Los secretos familiares
Muchos son los enemigos de la familia en el día de hoy. Algunos abiertos, otros escondidos. Existen también enemigos internos, que carcomen sin que nadie los note la vida familiar. Un tipo nefasto de enemigo familiar son los secretos.  Estos son hechos considerados vergonzosos o reprochables que la familia cometió, o alguna de sus generaciones anteriores, ante los que se prefiere callar, secretos que con el paso del tiempo se transforman en tabú. Son temas de los que nadie habla en la familia, aunque están siempre presentes y crean una dinámica familiar enferma. Son familias “raras”, distintas, que sufren, que están heridas, son rígidas, sin alegría, enfermas, llenas de incidentes mórbidos. Estos secretos familiares habitualmente se relacionan con faltas morales, con pecados y su temática gira en torno a tres asuntos: Origen. Información oculta acerca del origen de algunos de los miembros. Matrimonios por conveniencia, madres solteras, padres que no son padres, hijos que no son hijos, enfermedades mentales, orígenes sociales disímiles que se intenta ocultar, negocios familiares truculentos, etc. Muerte. En muchas familias esto puede ser un tema secreto. Predisposiciones a determinadas enfermedades que se ocultan. Hay historias de suicidios, homicidios, abortos, muertes prematuras, trágicas, etc. y de los que jamás se habla. Sexo. Existen familias que se organizan en torno a hechos relacionados con el sexo como incesto, infidelidades, abusos sexuales y otros muchos aspectos que las familias por vergüenza y por temor prefieren callar. Los secretos familiares se tornan potentes, autoritarios y rectores de la vida familiar en tanto continúan como tales y su poder se acaba cuando estos salen a luz. Aquellas familias que guardan secretos y que llegan a tener una relación con Cristo tienen ventajas sobre otras que no lo hacen, porque el Señor derrama todo su amor, su gracia y perdón sobre la vida de estas personas y cuando esto ocurre hay una liberación. Libertad que luego de la confesión y arrepentimiento trae el gozo y la alegría que esa familia no ha conocido por años o generaciones. El profeta Isaías, una vez más en el cap.53 nos recuerda que todos nuestros secretos familiares han sido puestos en la cruz y en ella, si creemos, hemos recibido perdón,sanidad y restauración.

Quién lleva los pantalones

QUIÉN LLEVA LOS PANTALONES

 Esta es una tarea que toda pareja debe cumplir, tal vez una de las más complicadas. ¿Quién lleva los pantalones? Se relaciona con la distribución del poder. ¿Quién manda? Este tema no sólo se hará presente en la primera etapa de un matrimonio, sino que prácticamente en todas. Será una fuente de conflicto habitual si no se resuelve desde el inicio el tema de quien manda en la relación, quien tiene el poder.
La expresión ¿Quién lleva los pantalones? era predilecta de alguien a quien conocí hace muchos años. Él contaba que cuando se casó, en los primeros días, para dejar claro desde el inicio el asunto de quien mandaría en su matrimonio, se sacó los pantalones y le pidió a su esposa que se los colocara. La esposa, según su relato, se sorprendió y le dijo que esos pantalones le quedaban muy grandes. Entonces, dijo él, “ya sabes quien debe llevar los pantalones en esta relación”. Era un relato muy divertido, porque en la práctica nadie le creía la anécdota, debido al carácter de la esposa que evidenciaba, al parecer, que en este caso los pantalones eran compartidos y ¡él no tocaba la parte más grande!
Hay un aspecto que es notorio prácticamente en la mayoría de las parejas, y es que se espera que sea el hombre quien mande. La expresión tan chilena “ahí manda calzón” está cargada de negatividad, de anomalía, de disfunción, de burla y la expresión “a este lo manda la mujer” está llena de desprecio. Estas solas expresiones algo divertidas nos dicen lo que se espera en una relación es que mande el hombre y que cuando en la relación manda la mujer hay algo que no anda bien y que existe cierta conducta que es observable por los otros. Los chilenismos abundan “Mandoneado”, “calzonudo”, “macabeo”, “sometido” y todas llevan un sentido peyorativo.
Ruiz (1981) dice que el poder se puede definir como “la habilidad de una persona para cambiar la posible conducta de otra u otras”. Esto implica, lo obvio, que existe una relación activa entre el que manda y el que obedece, pero en un matrimonio ¿Quién manda? ¿Quién obedece? y ¿Debe ser esa la interacción practicada? ¿Debería mandar alguien?
Tradicionalmente la manera de relacionarse en el matrimonio es que el hombre manda y la mujer obedece o eso en apariencias. Para un hombre simple ese podría ser el final de la discusión y si además su matrimonio se basa en la simetría papá-hija o “amo–esclava”, aparentemente podría resultar más fácil, porque de manera natural uno de los cónyuges asumiría el rol de sumisión. Sin embargo muchos de los conflictos que se observa en parejas, incluso con muchos años de casados demuestran que en la práctica el tema de quien manda no es fácil de resolver aunque pasen los años. -“Yo hago como que él manda”- dicen algunas mujeres.-”Yo siempre tengo la última palabra en mi casa, dice un hombre…sí mi amor”- son algunos de los chistes conocidos cuando hablamos de quien manda en la casa.

Como en muchos otros temas de pareja, la influencia de la familia de origen crea un modelo que es muy difícil de desechar e incluso de hacer consciente. Si el hombre proviene de una familia donde el hombre mandaba encontrará normal seguir el mismo modelo y si este modelo además es un ejemplo de respeto y valorización de la mujer nunca será tema para él. Si la esposa proviene de un hogar donde el hombre mandaba pero eso nunca fue motivo de discordia y su madre fue muy amada, respetada y valorada, no tendrá dificultad en aceptar la autoridad del marido, independientemente si ella trabaja y es más independiente. Las dificultades se presentan cuando las familias de origen son disfuncionales y se desea repetir esos mismos modelos con consecuencias emocionales importantes para el cónyuge o los hijos si ya los tienen. Un hombre abusivo y despótico que tiene el poder y una mujer sumisa que tolera violencia verbal y/o física. Un hombre “macho” que se ufana de ser quien manda en la casa a quien su mujer y sus hijos temen y en lo interior desprecian y que esperan la primera oportunidad para marcharse del hogar y ser felices aunque muchas veces terminan repitiendo el mismo tipo de pareja, esta es una de las razones de este libro, prevenir, anticipar situaciones, abrir los ojos del alma y descubrir qué tipo de modelo hemos recibido.
La influencia del hogar se revela también en el siguiente punto, que muchas veces pasa desapercibido y solamente se descubre en grupos de estudio, reflexión o en la terapia de pareja, estas son las luchas generacionales.
Las luchas generacionales
Dicho de manera simple, las luchas generacionales son conflictos que uno o ambos cónyuges tuvieron o de los cuales fueron víctimas en sus propias familias de origen. Conflictos que quedaron sin resolver y que se traspasan a la próxima generación. Una dama joven a quien atendí una vez, asumía una conducta muy violenta cada vez que su esposo bebía. Se enojaba, gritaba, lloraba, lo echaba de la casa, se enfurecía. Quedaba fuera de sí. Luego de unas sesiones descubrimos que en su familia el que mandaba era el padre, un hombre alcohólico al que ella en su interior despreciaba y de quien solamente tenía malos recuerdos. Bueno este conflicto con su padre estaba a la base de su conflicto sobre quien mandaba en la casa. Sus palabras fueron, “no voy a pasar por lo mismo que pasó la tonta de mi madre y jamás un hombre me va a mandar a mí”. Él, por su parte tomaba todo a la broma como una forma de defenderse de la conducta agresiva de su esposa, lo que la irritaba aun más.
Otras veces el tema del poder se relaciona con el mal ejemplo de la madre sobre la hija. Historias de mujeres caprichosas, inmaduras, manipuladoras, que gustan de salirse con la suya, sin respeto por nadie tiene una base en el carácter de la madre. Mujeres que en apariencia son muy sumisas, pero que sin embargo en la intimidad del hogar tienen una conducta reprobable, causante de muchos conflictos, para quienes el tema del poder nunca quedará resuelto y en cuyos hogares el marido cederá el poder para evitar todo tipo de conflictos.


martes, 1 de octubre de 2013

La bailarina

La bailarina
-Tu turno, mi amor-dijo una voz masculina que conocía y ella saltó al escenario como lo hacía desde que era una adolescente. El potente foco que daba sobre ella no le permitía ver bien al público, pero sabía de sobra quienes eran, a que habían venido y lo que deseaban. Esperó con una rodilla apoyada en el suelo y la cabeza inclinada, afirmándose el sombrero negro con la mano derecha, a que la música comenzara … You Can Leave Your Hat On… escuchó el estribillo de la canción y se puso de pie.
Como cada noche la reacción masculina fue la misma, una gran algarabía que gritaba y la codiciaba. Con su diminuto bikini dorado y sus largas piernas lucía maravillosa esa noche. Levantó la cabeza y comenzó a bailar llena de gracia y sensualidad. Las palabras del pastor del día domingo le retumbaban aún y vinieron a su mente como flechas. Había sido su amiga, la Rita quien la había invitado. Hacía tiempo que lo hacía y ese día no pudo rechazar más la invitación. Fue al templo pequeño y pobre, llena de temor, de vergüenza, de desconfianza, sin embargo las personas la habían recibido muy bien, claro-pensó, ellos no saben a qué me dedico. Seguía bailando al ritmo de la música y su cuerpo despampanante, desnudo, suave y terso volvía locos a los hombres que gritaban propuestas libidinosas y obscenidades y alzaban sus copas en honor a ella. Los pensamientos volvieron a su mente ¿Será verdad Dios qué tú todo lo perdonas? ¿Puedes tener amor por mí a pesar de lo que soy? "Venid los trabajados y cargados, yo los haré descansar", eran la palabras de Jesús que el pastor había repetido el día domingo. ¿Me conoces Jesús? yo estoy cansada, pensó mientras alzaba una pierna y se quitaba una de las medias blancas, bailaba frenética al ritmo de la música ¿Puede alguien como yo seguirte y amarte? ¿Conoces mi pasado? Yo soy tu amiga María Magdalena, Señor, hay muchos espíritus en mí, desde que era una niña. Se sacó la parte superior del traje y ante las miradas licenciosas de los borrachos volvió a preguntar ¿Una mujer como yo puede ser amada por ti, Señor? Sintió las lágrimas calientes en sus ojos y disimuló lo mejor que pudo la emoción para no estropear el maquillaje. La música continuaba … You Can Leave Your Hat On… y ella seguía moviéndose frenéticamente. –Voy a ti Jesús, voy a ti, si puedes limpiarme hazlo, me arrepiento, voy a ti. La canción estaba por terminar y con ambas manos se cubrió los pechos desnudos e hizo una reverencia. Todos los hombres aplaudían. Ella cerró los ojos y terminó la oración.-amén. Sintió que algo recorrió todo su cuerpo en fracción de segundos y se sintió pura, limpia, casta como nunca lo había sentido, amada y ¡la alegría la inundó!. Estaba llorando. Se enderezó y todos la vieron sonreír emocionada como nunca la habían visto y la aplaudieron largo rato pensando que se debía a su soberbia actuación de esa noche en que brilló como nunca. Salió del escenario como si flotara, como si hubiera sido otra persona. Esa fue la última noche que bailó.