Soldados de Dios
Ps. Juan E.
Barrera
Dime
Señor/ si es verdad que el dolor/solo puede curarlo tu amor/si es que esta
noche tan larga se irá/ y despierte./ Dime Señor/como puedo cambiar/ y
entregarme a la paz sin temor/y que brille la luz entre la oscuridad/y seré tu
soldado mejor/solo somos soldados de Dios./ En las montañas más altas del sur/
en lo más hondo del mar/busco un camino de vuelta al lugar/dame la verdad.
Estos
no son versos de una canción “cristiana”, son versos de una canción popular,
son de Vicentico y fueron puestos en su mente y corazón, si es que él es el
autor, ¿Por gracia común? como un regalo en medio de otras canciones de amor y
desamor. Lo cierto es que hay una gran verdad en estos versos por lo que
resulta difícil no impresionarse. Hay una manera distinta de mirar el
sufrimiento. Coloca a Dios en primer lugar y no al herido. Este último es solo
un soldado de Dios. Hay muchas situaciones que parecieran ser una larga noche,
tristezas que duran un año o cinco o diez o toda una vida y que resulta casi
imposible dejar atrás, que son como un largo sueño del que no se despierta y cuya
sanidad solo está en el revelado amor de Dios al sufriente. Aquí no hay rebelión
ni enojo con Dios, al contrario hay un reconocimiento al amor de Dios que todo
lo cura y la petición de sanidad no es por motivos propios como la felicidad o
la comodidad, sino que es una petición de sanidad para seguir luchando y
hacerlo sin temor. Lucen estos versos también un reconocimiento a la soberanía de
Dios, ¡somos soldados de Dios! El Gran Comandante tiene el control y esta
guerra es su guerra, no la nuestra, solo somos soldados de Dios, así que existe
la posibilidad de salir heridos, porque la batalla es así, pero el soldado no
está quejándose a pesar de estar en lo más hondo del mar o en la cima de una
gran montaña. La verdad de Dios es lo que lo llevará de vuelta al lugar, el
soldado de Dios busca la sanidad para seguir peleando. Isaías en el cap. 35:10 nos
recuerda “y los redimidos del Señor volverán, y vendrán a Sion con alegría; y
gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la
tristeza y el gemido”. Ya no habrá más batalla sino paz y descanso y el abrazo
del Capitán diciendo, “bien, buen soldado y fiel”.
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