Amigos de muy cerca, de cerca, de lejos y muy lejos. Comencé hoy a compartir partes del manuscrito de un libro que estoy preparando. Escríbanme y compartan sus opiniones, comentarios, aportes, emociones.
Buena semana
Juan
El origen del sufrimiento
(Extracto del capítulo 1 del manuscrito de un nuevo libro)
Desde hacía tiempo, el pato notaba
algo extraño.
– ¿Quién eres? ¿Por qué me sigues
tan de cerca y sin hacer ruido? La
muerte le contestó:
– Me alegro de que por fin me hayas
visto…Soy la muerte.
El pato se asustó.
Quién no lo habría hecho.
– ¿Ya vienes
a buscarme?
– He estado
cerca de ti desde el día en que naciste… por si acaso.
– ¿Por si
acaso?- preguntó el pato.
– Sí, por si
te pasaba algo. Un resfriado serio, un accidente… ¡nunca se sabe!
– ¿Ahora te
encargas de eso?
– De los
accidentes se encarga la vida; de los resfriados y del resto de las cosas que
os pueden
pasar a los
patos de vez en cuando, también. Sólo diré una: el zorro.
El pato no
quería ni imaginárselo. Se le ponía la carne de gallina. La muerte le sonrió
con
dulzura. Si
no se tenía en cuenta quién era, hasta resultaba simpática; incluso más que
simpática.
– ¿Te parece
ir al estanque?- preguntó el pato.
La muerte ya
se lo había temido…Después de un rato, la muerte tuvo que admitir que su pasión
por
zambullirse tenía límites:
– Perdóneme,
por favor- dijo-. Necesito salir de este lugar tan húmedo.
– ¿Tienes
frío?- preguntó el pato- ¿Quieres que te caliente?
Nunca nadie se
había ofrecido a hacer algo así por ella.
A la mañana
siguiente, muy temprano, el pato fue el primero en despertarse.
– “¡No me he
muerto!” , pensó.
Le dio a la
muerte un golpecito en el costado:
– ¡No me he
muerto! – graznó henchido de felicidad.
La muerte
levantó la cabeza:
– Me alegro
por ti- dijo desperezándose.
– ¿Y si me
hubiera muerto…?
– Entonces no
habría podido descansar tan bien – contestó la muerte bostezando.
“Esa
respuesta no ha sido nada simpática”, pensó el pato. A pesar de que el pato se había
propuesto, a partir de ese momento, no volver
a decir nada más, no aguantó mucho tiempo
callado:
– Algunos
patos dicen que te conviertes en ángel. Te sientas en una nube y desde ahí
puedes
mirar la
tierra.
– Es posible-
la muerte se incorporó-, pero de todas maneras tú ya tienes alas.
– Algunos
patos también dicen que en las profundidades de la tierra hay un infierno en el
que
te asan si no
fuiste un pato bueno.
– Es
asombroso todo lo que se cuenta entre los patos, pero quien sabe…
– ¿Entonces
tú tampoco lo sabes?- grazno el pato.
La muerte
sólo lo miró- ¿ Qué hacemos hoy?- preguntó de buen humor
– Hoy no
iremos al estanque- exclamó el pato- ¿Qué te parece si hacemos algo
verdaderamente
emocionante?
La muerte se
sintió aliviada- ¿Subirnos a un árbol?- preguntó burlonamente.
El estanque
se veía muy, muy abajo. Ahí estaba, tan silencioso…y solitario.
“Así que eso
es lo que pasará cuando muera”, pensó el pato…“El estanque quedará”… desierto.
Sin mí.”
A veces, la
muerte podía leer los pensamientos.
– Cuando
estés muerto el estanque también desaparecerá; al menos para ti.
– Tan segura
como seguros estamos de lo que sabemos- dijo la muerte.
– Me
consuela, así no podré echarlo de menos cuando…
– ….hayas muerto-
terminó la muerte
– ¿ Por qué
no bajamos?- le pidió el pato un poco después-Subido en los árboles se piensan
cosas muy
extrañas-.
Durante las
siguientes semanas, fueron cada vez menos al estanque. Se quedaban sentados en
cualquier lugar que tuviera hierba y casi no hablaban. Hasta que un día, una ráfaga de aire fresco despeinó las
plumas del pato y éste sintió frío por primera vez.
– Tengo frío-
dijo una noche- ¿Te importaría calentarme un poco?
La nieve
caía. Los copos eran tan finos que se quedaban suspendidos en el aire. Algo
había
ocurrido. La muerte miró al pato. Había dejado de respirar. Se había quedado muy quieto. Lo acarició para colocar
un par de plumas ligeramente alborotadas, lo cogió en brazos y se lo llevó al gran río. Allí, lo acostó con mucho
cuidado sobre el agua y le dio un suave empujoncito. Se quedó mucho tiempo mirando cómo se alejaba.
Cuando le perdió de vista, la muerte se sintió, incluso, un poco triste. Pero así era la vida…
(“El pato y la muerte”, Wolf Erlbruch)
El sufrimiento humano siempre ha estado presente en la historia. El dolor físico de los enfermos, de los heridos de guerra, el sufrimiento de los esclavos, las desigualdades, las injusticias, el horror de lo indescriptible siempre ha estado en la historia del hombre.
Catástrofes naturales, gobiernos
totalitarios y abusivos. El sufrimiento causado por el hombre hacia el hombre,
el egoísmo, la crueldad, la codicia son algunas de las principales causas del
sufrimiento.
Hombres, mujeres, ancianos y niños, nadie ha escapado del sufrimiento en ninguna época de la historia humana. Hoy, productos de nuevas leyes y derechos de las personas creemos que las cosas debieran ser diferentes, pero tampoco lo son: las desigualdades y el sufrimiento se rebelan en pandemias, abusos, migración, delitos.
Evidencias del sufrimiento
Puede parecer más que evidente la
existencia del sufrimiento y no sería necesario justificar su existencia, no
obstante existen doctrinas o prácticas que niegan la existencia del
sufrimiento. Una marcada idea de que todo es felicidad, de que la vida es solo
alegría o todo es ilusión, que todo ocurre en la mente. Por otra parte existen también
grupos de personas desconectados de la realidad, clanes encerrados y
privilegiados, centrados solo en sí mismos quienes no consiguen ver la realidad
del sufrimiento en otras personas o que les parece algo indiferente que
intentan minimizar como experiencia real, no obstante las evidencias de
sufrimiento abundan, en “los últimos 5.000 años de historia, la humanidad solo
estuvo 900 años en paz, en los cuales los hombres se preparaban para el
conflicto siguiente. Más de 8.000 tratados de paz se han firmado en el
transcurso de los últimos 35 siglos. Desde 1945 hasta finales del siglo XX se
disputaron 140 guerras con 13.000.000 de muertos. Desde el año 1.000 D.C. hasta
el 2.000 se calcula que las guerras han causado unos 148 millones de víctimas,
casi las 2/3 partes durante las contiendas habidas en el siglo XX. Hasta la
primera mitad de este siglo, se estima que 9 de cada 10 víctimas eran soldados;
en la segunda mitad esta proporción varia hasta que, a finales del siglo XX, 9
de cada 10 víctimas en los conflictos armados son civiles."
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