martes, 14 de agosto de 2012

Cierta incomodidad


Cierta incomodidad

Pr y Ps Juan E. Barrera
Hace tiempo que vivo con una incomodidad que se ha agigantado en el último tiempo. Una incomodidad que ni bien puedo explicar. Por un lado veo un tipo de vida cristiana tipo fiesta donde se celebra al Señor. Hay abundante música y buena música, una producción audiovisual de primera categoría, aunque muchos cantantes cristianos latinos ya pronuncian la T como “Ti” como los gringos. Se crean grandes eventos y se trae o lleva a algún cantante famoso del mundo evangélico o a algún predicador que promete a todos volverse ricos si “siembran y cosechan”. Se presenta con su mejor traje para convencer que lo que dice es verdad y cuenta un sinfín de anécdotas todas relacionadas al dinero, habla de dólares, autos caros, casa gigantescas y predica con fervor algo que no es el evangelio, que es muchas cosas pero no el evangelio de Jesucristo. ¿Se necesita ser salvo para ser rico? No, la persona se puede hacer rica sin tener a Cristo. Este falso evangelio ofrece aquello de lo cual no se necesita a Cristo.
Todo el mundo salta y baila, aplaude a Dios, alza los brazos y adora, grita, hace sonidos con la boca, canta y se emociona. Y comienza mi incomodidad. Muchas veces me pregunto qué hay de malo en eso. Personalmente me gusta mucho la música y disfruto largas jornadas escuchando cds de variados estilos musicales, sin embargo cuando veo imágenes de este tipo de eventos cristianos musicales masivos hay algo que me desagrada.  Tengo la impresión que siempre que hay cámaras hay algo artificial, que se crea otra realidad, una para la televisión, que algo ocurre cuando se enciende la luz de la cámara y se hace público aquello que es tan privado, la comunión con Dios. Tal vez la incomodidad se deba también al hecho de que se use como sinónimo de la vida cristiana un evento público, a veces ya grabado y editado. Muchas personas se van a sus casas convencidos que han adorado a Dios y dado el alto nivel de las emociones hasta se llegue a confundir todo ese ambiente con la presencia de Dios. Esto hace que muchas personas vayan de evento en evento buscando cada vez más emociones y esta no es la crítica típica del fundamentalista contra las emociones, pues estas tienen y deben tener un lugar apropiado en la vida de las personas. Quien no se emociona y quien no vive las emociones no es una persona sana. La crítica es a la búsqueda de la emoción por la emoción, una emoción sin Dios, sin el fundamento de la preciosa palabra de Dios. En este tipo de vida cristiana no hay sacrificio, no hay renuncia, no hay arrepentimiento.
La otra molestia y creo que la de mayor peso es que cuando uno lee el nuevo testamento completo, una o varias veces descubre que la iglesia no se fundamente ni crece en un ambiente de fiesta, sino que lo hace en medio del sufrimiento. Muchas de las cartas del NT están dirigidas a personas que sufren en diferentes lugares del mundo. La vida cristiana neotestamentaria no refleja un ambiente de fiesta sino de sufrimiento. Jhon Piper, con la profundidad que le caracteriza intentando dar una explicación al por qué del sufrimiento humano, dice que en la forma como el cristiano vive el sufrimiento refleja la gloria de Dios, porque lo vive de una manera distinta. Y es verdad, en el sufrimiento Dios revela su amor, su consuelo, su fidelidad, su Espíritu Santo, la eternidad, la esperanza. El cómo vivamos todas estas revelaciones le dice al mundo la clase de vida que llevamos. Siguiendo el argumento de Piper se puede concluir que la gloria de Dios en el mundo está difusa porque la imagen del cristiano típico de clase media no refleja ningún sufrimiento por Cristo, al contrario es una clase media cada día más parecida a los no creyentes, tecnologizada, endeudada, secularizada. El mundo de hoy no necesita un ambiente de fiesta para revelar a Dios, las superproducciones internacionales de cantantes famosos ya hacen eso y recorren el mundo entero haciendo fiestas, cantando sus canciones y ganando dinero. El mundo de hoy necesita otra cosa. Queremos ignorarlo, pero hay un grupo importante de cristianos en el mundo, que por mantenerse fieles a Cristo, que por ser discípulos de Jesús pagan un alto precio, hasta la muerte. Son hombres y mujeres que tienen puesta su mira en el más allá, que consideran en poco su vidas con tal de ser fieles. Ellos no viven de fiesta cristiana en fiesta cristiana. Son hombres y mujeres que sufren y para quienes la vida cristiana requiere el todo, no solo una parte de ellos. Saquemos la mirada de occidente y aprendamos como viven la verdadera vida cristiana en otras latitudes, sin cámara, sin luces, sin ruido, sin gritos de júbilo, pero con el corazón radiante de felicidad, llenos de gracia de poder y de eternidad.

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