viernes, 31 de enero de 2014

El abuso emocional en la iglesia



           El abuso emocional en la iglesia
                                                                     Ps. Juan E. Barrera
* La información sobre mobbing ha sido tomada de “Escenarios, riesgos, víctimas y victimarios del mobbing”. Tesina para Optar al Grado Académico de Licenciado/a en Psicología. Universidad Bolivariana 2013. De las alumnas Claudia Cortes S. e Ingrid Escobar G.
Qué es el Mobbing
Mobbing es un vocablo inglés que se traduce como acoso laboral. Su uso es relativamente nuevo, nació en los años 70 y se popularizó en los años 90 en el ámbito de la psicología laboral y organizacional. Indica el abuso de que es víctima una persona en su trabajo. Mobbing ha sido definido como “terror psicológico en el ámbito del trabajo (que) consiste en una comunicación hostil y sin ética, dirigida de manera sistemática por uno o varios individuos contra otro, que es así arrastrado a una posición de indefensión y desvalimiento y activamente mantenido en ella”
Causa del mobbing
La causa del acoso laboral o abuso emocional se ha identificado en varios factores: en la propia organización, principalmente en la distribución de tareas, y en aspectos relativos al liderazgo. También es el resultado de conflictos al interior de una organización. Además son necesarios otros factores para la aparición del mobbing como son la deshumanización de las relaciones laborales, la omnipotencia de la empresa y su complicidad con el acosador.
El ambiente propicio para el mobbing
El ambiente propicio para la aparición del mobbing es:
•             Un inadecuado diseño de los puestos de trabajo y una falta de definición de funciones y tareas de                  cada persona.
•             Un inadecuado liderazgo.
•             Sistema de comunicación ineficiente.
•             Falta de participación de los trabajadores en la toma de decisiones.
•             Lugares de trabajo con exposición a altos niveles de exigencia y presiones.
•             Inexistencia de políticas de manejo y resolución de conflictos.
•             Falta de políticas sancionadoras o de penalización de la direcciones de la organización para las                      conductas de acoso.

 Caracterización del mobbing
Este acoso o mobbing puede ser caracterizado por:
•             Amenazas
•             Hostigamiento
•             Manipulación
•             Abuso emocional
•             Abuso físico
•             Lenguaje hostil
•             Mentiras
•             Sobrecarga de trabajo
•             Humillaciones
•             Ridiculizaciones
•             .Etc
El perfil del acosador
El perfil del acosador también está claramente tipificado, entre estos se incluye:
•             Fuertes rasgos narcisistas
•             Impulsividad
•             Mediocridad profesional
•             Ineptitud e inseguridad
•             Funcionamiento expresado en envidias y complejos de inferioridad.
•             Personalidad Jekyll y Hyde donde el acosador se muestra violento y desagradable con la víctima,                  pero muy encantador con el resto de sus compañeros de trabajo.
•             Compulsivo para mentir y de esta forma convencer a la gente mediante el empleo de engaños.
•             Rasgos obsesivos con el control y supervisación de todas las actividades a su cargo.
•             No es dado a alabar el trabajo de los demás y en forma habitual critica todo aquello en cuanto se                  le pide su opinión o juicio.
•             Actitudes inapropiadas, es prejuicioso sobre el género, nivel social o educacional, creencias                          religiosas o políticas de sus compañeros de trabajo.
•             Incapacidad para cuestionar su capacidad de liderazgo.
También se habla incluso del psicópata organizacional, una persona con un trastorno emocional severo y que también ha sido caracterizado:
•             Capacidad superficial de encanto: Suele narrar con enorme encanto y simpatía historias inventadas                en la que siempre queda bien. Su capacidad de encanto es enorme y de esta forma, cuando es                       acusado de acoso las personas de su entorno encuentran increíble este comportamiento.
•             Estilo de vida parasitario: Como el narcisista, suele vivir personal y profesionalmente de los demás.
•             Ausencia de remordimientos o sentido de culpabilidad: no tiene la capacidad de sentir                                    remordimientos o de sentirse responsable del daño que causa a otros.
•             Mentira sistemática y compulsiva: su nivel de máxima competencia es el arte de mentir y de                           improvisar nuevas mentiras.
•             Manipulación: la que emplea el psicópata organizacional no es aleatoria, sino que tiene un objetivo                meditado y deliberado que es llegar al poder en la empresa a costa de lo que sea necesario. Las                    tácticas que utiliza pueden variar desde la eliminación de posibles competidores, interferencia y                     deformación de la comunicación, hasta silenciar a los posibles testigos en base a amenazas.
•             Ausencia de empatía: Los acosadores no tienen la capacidad de ponerse en el lugar del otro.                       Como no tienen empatía tampoco desarrollan el sentimiento de culpa, lo que los torna insensibles a                las situaciones a que someten a sus víctimas.
El perfil de la víctima de mobbing
No hay acuerdo sobre la tipología de la víctima de acoso laboral. Todas las personas pueden ser víctima de mobbing y muchas pueden ser acosadoras, sin embargo hay algunas características psicológicas que se repiten en distintos autores:
• Personas con elevada ética, honradez y rectitud, con un alto sentido de la justicia. Suelen ser individuos de actitud noble, que se caracterizan por denunciar las injusticias, y por intentar que las organizaciones actúen con ética y dignidad hacia las personas.
• Personas autónomas, independientes y con iniciativa. Poseen la madurez psicológica suficiente como para tener un criterio independiente, autónomo.
• Personas altamente capacitadas por su inteligencia y aptitudes, que destacan por su brillantez profesional. Poseen gran cantidad de conocimientos, eficacia en el desempeño de su labor.
• Personas populares, líderes informales entre sus compañeros o con carisma para liderar grupos. Poseen habilidades sociales que les permiten aglutinar a otros en torno a las ideas o proyectos que propone o defiende.
• Personas con un alto sentido cooperativo y de trabajo en equipo, con gran capacidad de relación que no dudan un instante en colaborar con el resto de los compañeros, facilitándoles cuantos instrumentos y medios estén a su alcance para la consecución de objetos colectivos.
• Personas con elevada capacidad empática, sensibilidad, comprensión del sufrimiento ajeno e interés por el desarrollo y el bienestar de los demás. Atentas a las necesidades de los demás y con capacidad de comprender y acoger el sufrimiento ajeno.
• Personas con situaciones personales o familiares altamente satisfactorias y positivas. Contentas, integradas y satisfechas, con su vida familiar y/o de pareja .
Grupos con riesgo de padecer Mobbing
Los envidiables. Personas brillantes y atractivas que con su mera presencia amenazan los sentimientos de superioridad del acosador.
Los vulnerables. Individuos con alguna peculiaridad o defecto o simplemente necesitados de afecto y aprobación.
Los amenazantes. Activos, eficaces y trabajadores, que ponen en evidencia lo establecido y pretenden implantar reformas.
También se señala que existen rasgos que podrían demostrar el perfil psicológico de la víctima. Entre estos se podrían mencionar:
La autenticidad. La victima suele ser una persona comprometida con sus propias dinámicas de desarrollo interno, que persigue ante todo la autorrealización y el autoconocimiento.
La inocencia. La víctima es incapaz de dañar y de descubrir las intenciones de los demás. Prefiere puestos que le permitan aplicar su capacidad empática.
La dependencia afectiva. Son personas que suelen tener la capacidad de ser queridos y aceptados, por lo que suele proteger y conservar sus lazos interpersonales, incluso ante la evidencia de que puede conllevar componentes negativos.

Las consecuencias del mobbing
Las consecuencias del mobbing o acoso laboral o abuso emocional sobre la persona que es víctima son:
Consecuencias Personales
•             Aumento de hábitos de adicción.
•             Trastornos orgánicos, funcionales y del sueño.
•             Pérdida de motivación.
•             Pérdida de autoestima.
•             Nerviosismo e irritabilidad.
•             Necesidad de fármacos.
•             Insomnio.
•             Enfermedades psicosomáticas.
•             Apatía y ansiedad.
•             Problemas de concentración. 
•             Sensibilidad a la crítica llegando a la hipersensibilidad.
•             Miedos y sensación de amenaza.
•             Adopción esporádica de comportamientos o conductas anormales o
               irregulares.
•             Aparición de sentimientos de injusticia y de rabia.
•             Frustración.
•             Inicio de cuadros depresivos y fobias.
•             Drogodependencia.
•             Efectos cardiovasculares y trastornos gastrointestinales.
•             Trastornos nerviosos importantes.
•             Conducta de aislamiento o de evitación.
•             Conductas de hostilidad.
•             Tendencias paranoides.
•             Tendencias suicidas.
•             Problemas económicos.
Consecuencias familiares
•             Malos entendidos y nerviosismo con los miembros de la familia o amistades.
•             Incomprensión de la familia y de las amistades.
•             Agresividad o irritabilidad en las relaciones familiares o de amistades.
•             Pérdida de la ilusión o interés por los proyectos comunes.
•             Abandono de responsabilidades y compromisos familiares o sociales.
•             Vacío de la familia o de las amistades llegando al aislamiento social y
•             familiar.
•             Trastornos médicos o psicológicos en otros miembros de la familia.
•             Alteración de la afectividad o del deseo sexual.
•             Abandono de la familia o de las amistades.
•             Separación matrimonial.
Consecuencias sociales
•             Aumentos de los gastos médicos.
•             Pérdida de valores.
•             Enemistad con personas vinculadas al acosador
•             Desconfianza en las relaciones sociales
•             Resentimiento
Consecuencias laborales
•             Pérdida de satisfacción en el trabajo.
•             Inicio de incomprensión por parte de los compañeros de trabajo.
•             Deterioro del ambiente de trabajo en el grupo que comparte la
              persona afectada.
•             Pérdida de motivación.
•             Descenso de la creatividad y de la innovación.
•             Descenso del rendimiento personal.
•             Distanciamiento de los compañeros.
•             Disminución de la cantidad y calidad de trabajo tanto a nivel de la persona
               afectada como de su grupo de trabajo.
•             Inferencias en los circuitos de comunicación o de información, se pierde lo explícito y     
               objetivo.
•             Dificultad para concentrarse o mantener la atención.
•             Despreocupación por la satisfacción de terceras personas.
•             Aumento del ausentismo laboral.
•             Aumento de la probabilidad de accidentes de trabajo por desatención
•             Negligencia, descuidos instantáneos o voluntarios.
•             Finalización de la relación laboral con la empresa: despido, marcha
               voluntaria o extinción del contrato.
Como podemos ver, las consecuencias del mobbing sobre las personas son devastadoras. El mobbing es una situación de estrés prolongado, lo que acarrea una serie de consecuencias, físicas, emocionales y espirituales, en las que haremos hincapié más adelante.
Después de leer toda esta información cabe preguntarse ¿Existe el mobbing o acoso laboral o emocional al interior de la iglesia? La respuesta es lamentablemente afirmativa.
El abuso emocional en la iglesia
El mobbing también está presente en la iglesia, que en este artículo se presenta como sinónimo de organización religiosa, iglesia local, denominación, ministerio o cualquier otro nombre que designe a una organización religiosa evangélica. De hecho la bibliografía menciona que las instituciones religiosas son uno de los ambientes donde es más fácil que surja el abuso emocional, ¿Por qué? ¿Cuáles son los motivos? ¿Cómo se manifiesta? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Cómo se puede prevenir? Estas son las preguntas que se abordarán en esta segunda parte del artículo.
Resumiendo esta sección, en pos de la claridad, será conveniente dividirla en tres secciones muy bien definidas: el ambiente del abuso, el tipo del acosador y el tipo del abusado.
No es sin cierto temor que se corre el velo y se habla de lo que no se ve o muestra abiertamente en la iglesia, puesto que hablamos de la novia muy amada del Señor, de aquella que ha sido comprada con su preciosa sangre y aquella entre la que él se mueve y se revela. Tal vez valga decir que al hablar de abuso emocional en la iglesia hacemos referencia a lo más humano de ella, aunque hacer divisiones suele resultar habitualmente superficial y complicado, especialmente al hablar de este tema, pues partimos de la base que Cristo habita en cada uno de sus hijos que componen la iglesia, por lo que lo humano ¿deja de ser humano?
El ambiente de la iglesia
Resulta complicado hablar de mobbing o abuso emocional en la iglesia porque la imagen que se tiene es idealizada, supone que al interior de un grupo cristiano, en un ambiente cristiano no hay dificultades y que toda marcha muy bien, sin embargo la iglesia propicia los siete puntos mencionados con anterioridad que dan pie al abuso emocional.
El primero es el hecho que prácticamente todo el trabajo es de carácter voluntario. Esto trae algunas consecuencias que es necesario prestar atención. Por el hecho que la labor ministerial o servicio cristiano sea prácticamente ad honorem resulta bien difícil hacer un diseño de los puestos de trabajo. Existe mucha libertad al interior de las organizaciones para trabajar, eso que es una ventaja también es una desventaja porque habitualmente los voluntarios trabajan donde y en lo que ellos desean trabajar, ya que muchas veces hasta colocan su propio dinero para financiar tal o cual proyecto. También existe cierta renuencia a tener un diseño de trabajo más profesional por el temor a profesionalizar la fe.
Otra consecuencia del trabajo voluntario es que al interior de la organización no existen leyes laborales que protejan a las personas. Pocas veces hay documentos escritos y legales que atestigüen tal o cual cosa, contratos, acuerdos, decisiones. El modo de operar es verbal, lo que no deja evidencia alguna para un futuro. Es un ambiente amateur, contratos de palabras, entre amigos, circunstanciales. Un obrero evangélico, al interior de una organización está indefenso en muchos aspectos.
Otro factor al interior del ambiente de trabajo en las organizaciones que propicia el abuso es la manera como se distribuye el trabajo. En general ¡no hay una manera de distribuir el trabajo!
La planificación del trabajo no se hace de acuerdo a los talentos, habilidades o dones de la persona, aunque así debiera ser, ni se hace tampoco en función de un plan unificador, sino que existe mucho individualismo, mucho tráfico de influencias, mucho poder de facto, nepotismo y por lo tanto si se hace necesario “quemar” a alguien que está en el camino, se hace, por supuesto de manera santa. Se le desacredita, se le ridiculiza, se le etiqueta, se le silencia, se le aísla, se le exilia y hasta se le calumnia si es necesario. Vale recordar las palabras del apóstol Pablo, “Cuidado con Alejandro el calderero que me ha causado muchos males”.
Como no existe esta estructura dada al trabajo voluntario se demanda entonces de un altísimo poder de motivación. Esta se logra a partir de ciertos discursos, que van surgiendo desde la praxis y que se van legitimando a través de ella también. Algunos de estos discursos son: “Todos somos iguales ante el Señor”, “Todo lo que hacemos es para el Señor”, “Al siervo del Señor no se le toca”, “lo mejor es para el siervo del Señor”, “la autoridad ha sido puesta por el Señor y hay que saber someterse a ella”, “Un cristiano jamás debe recurrir a la justicia para solucionar sus problemas”, “El Señor tiene su tiempo para hacer las cosas”, “Si el Señor te tiene ahí es por algo”, etc. Estos discursos crean una forma de hacer las cosas, crean conductas y crean una “cultura organizacional” sobre la que es difícil tener control y que propicia el abuso emocional. Llega el momento en que el voluntario descubre que en nombre de estos discursos se realizan muchas actividades que él no comparte. Desde pequeñas faltas hasta delitos graves y comienza a sufrir emocionalmente.
Poco a poco la persona comienza a “gastarse”, comienza a sentirse confuso o confusa, comienza a hacerse preguntas, a criticar, muestra disgusto, agravio, pero el discurso motivacional lo mantiene en su lugar “total yo trabajo para el Seño y él o ella tendrá que dar cuentas a Dios”. Esta lógica permite que la persona abusada aguante años en tal situación hasta que un trastorno grave del ánimo lo enferme o los familiares lo convenzan que lo que ocurre es una situación de abuso y no es lo normal.
También ocurre que como el trabajo no se distribuye, normalmente en función de un plan común, muchas veces ocurre que el “subordinado” despierta la envidia, que es una, como veremos de las características del acosador, del “jefe”, creando todo tipo de conflictos.
Otro factor al interior de la iglesia que propicia el abuso emocional es un liderazgo inadecuado. No es esta la oportunidad para hacer un análisis extenso sobre el liderazgo de la iglesia, solo se destacarán algunos aspectos claves. La falta de un liderazgo adecuado se nota en que muchas instituciones vagan a la deriva o se mueven por inercia, no hay dirección, no hay un norte y cuando esto ocurre lo que acontece al interior deja de ser importante, se vuelve rutinario, deja de tener vida, nadie tiene control de lo que pasa. Puede haber grupos de personas al interior de la organización que prácticamente son independientes, no hay ningún tipo de control, nadie sabe lo que acontece entre los funcionarios de la institución.
Un liderazgo inadecuado deja de lado lo más importante de la organización ¡las personas! Muchas organizaciones al contrario de las mencionadas en el párrafo anterior, sí tienen un norte, tienen una visión y una misión y lograr esto se torna más importante que las personas. En función de las metas las personas se vuelven desechables, dejan de ser importantes, lo que les ocurra y como se sientan es secundario, lo importante es cumplir con las metas. Este es el criterio empresarial que se ha adueñado de muchas instituciones religiosas evangélicas.
Un liderazgo inadecuado propicia el abuso emocional cuando no establece canales de comunicación conocidos y válidos. En los casos extremos, de los liderazgos tiranos, ni siquiera se piensa en un canal de comunicación. Toda decisión proviene directamente del líder y no hay otra manera de enterarse de lo que sucede en la organización. Como no hay un canal de comunicación, lo que suceda, un conflicto, un maltrato, un abuso no llegará jamás a oídos del líder, al que muchas veces se le respeta con temor, y si el abuso proviene de este mismo líder, entonces no hay a quien comunicar el impasse y el abusado guarda silencio, o se resiente por mucho tiempo o se va herido para siempre.
En algún momento la falta de participación en la toma de decisiones por parte de los trabajadores de la organización también es un factor que propicia el abuso. Un aspecto que puede observarse al interior de las organizaciones religiosas. En muchísimos círculos todavía es bien visto un tipo de liderazgo déspota. Se asocia esto con un tipo de radicalidad que hace falta en la sociedad actual. En muchos lugares se asocia el liderazgo individualista con “tener las cosas claras”, con firmeza, con convicciones. En este ambiente, la persona común y corriente que tiene el corazón lleno de ganas de servir, en algún momento choca con la gran pared, en la organización existe solo una manera de hacer las cosas, la del jefe, pastor, presidente, director, etc. Esta falta de participación propicia el abuso emocional en la iglesia porque la persona pronto descubre que su gran rol es someterse, no hablar, no sugerir, no reclamar. Su participación consiste en la sumisión.
El ambiente de la iglesia provee otros dos aspectos que propician el abuso emocional. El excesivo trabajo que algunos obreros tienen realizado bajo mucha presión y exigencias, habitualmente relacionadas con conflictos humanos, que los agota, los “quema” y del que no siempre recibe incentivos acordes a esos esfuerzos. Se suma la ausencia de una política de resolución de conflictos.
Las organizaciones religiosas no tienen una forma de resolver sus conflictos, porque su discurso invisibiliza estos y la manera más fácil de resolverlos es negándolos o tapándolos. Dice la bibliografía que la mayor parte de los misioneros en el campo regresa a su país debido a los problemas de relacionamiento con los obreros nacionales. En las denominaciones ocurre lo mismo. La lista de personas heridas emocionalmente por otro miembro de la organización no disminuye y es ya conocida la expresión que dice que la iglesia es la única organización que deja morir a sus soldados. Hace años atrás se publicó un libro con el llamativo título “No disparen, ya estoy herido”. Esto refleja el ambiente que se vive en muchas organizaciones. La falta de estructura de las organizaciones deja lugar a todo tipo de manifestación del individualismo, adoración a las personalidades, partidismo, etc. No hay, si las hay son la excepción, un plan de cuidado emocional para los obreros cristianos, un plan orientado de manera específica a la resolución de los conflictos. La manera más habitual es la separación de las personas, donde el que tiene mayor influencia y respeto sale vencedor y el otro, de menor rango y respeto termina perdiendo, se resiente, se amarga o se va de la organización.
Para terminar esta sección se ha de destacar el punto que al interior de las organizaciones religiosas no existe una penalización del acoso. En algunos casos se llega a comprobar el acoso, sexual incluso de los líderes, pero no hay una manera de penalizarlo sin llegar a la justicia ordinaria y la mayoría de las veces las víctimas se niegan a ello. Al interior de las organizaciones tampoco existen comités de ética con poder ejecutorio sobre sus asociados, que regulen la conducta y velen por una adecuada manera de vivir de sus asociados. Algunos casos terminan en la renuncia del acosador a la organización o a la expulsión de este, lo que evita las responsabilidades de la organización y el acosador queda sin castigo y el abusado sin un acto reparatorio o restitución.

El perfil del acosador en la iglesia
No hay diferencias en el perfil del acosador entre el creyente y no creyente. Son personas con rasgos narcisistas, muy impulsivos, extrovertidos, profesionalmente no siempre exitosos, inseguros, envidiosos, controladores, de apariencia encantadora, críticos, prejuiciosos, irreflexivos respecto de su capacidad de liderazgo.
La iglesia es el lugar por excelencia para el desarrollo de tales personas. Si a una personalidad narcisista se le agrega una áurea de santidad y superioridad resultará muy difícil, sino imposible que tal persona sea capaza de reconocer que está abusando de otras y hasta es capaz de decir que recibió una revelación de Dios que tal situación debía ser así. La obsesión por controlar todo lo que pasa a su alrededor no le permite establecer límites con las personas, llegando incluso a controlar la vida íntima de las personas. Sumado a su impulsividad puede “quemar “a otra persona por años y nunca, va a reconocerlo y seguir haciéndolo una y otra vez.
Detrás de cada nuevo ministerio u organización religiosa que surge, donde no se le rinde cuenta a nadie ni se somete a la autoridad espiritual de otra persona y se lucha por alcanzar “la visión que Dios me ha dado” que no suele ser muchas veces más que los sueños y deseos propios, resulta hasta obvio que habrá abuso emocional, utilización de las personas para fines propios, utilización de familias enteras para conseguir metas personales, abuso con el tiempo, con el dinero, con el trabajo.
En los casos extremos están también los psicópatas organizacionales religiosos. Hombres y mujeres de apariencia encantadores, llenas de historias donde ellos son siempre los héroes, el centro de la atención, el que hace el milagro, el que tiene la palabra perfecta, al que Dios se le revela cada madrugada, etc y que sin embargo les cuesta mucho hacer un trabajo serio, conformar un buen equipo, laborar dedicadamente. Tiene, como se ha dicho un estilo de vida parasitario, vive del trabajo de otros, a quienes muchas veces obliga.
Puede ser un líder reconocido o no, él o ella siempre pensarán que lo son y por lo tanto todos deberían estar a su servicio, no importa el daño que pueda causar. Este psicópata organizacional religioso, no siente culpa, no tiene remordimientos, no se hace responsable del daño que puede causar, quiere ser adorado y cuando alguien no lo hace está en serios problemas. Va en pos de sus metas sin importar a quien deja en el camino.
Esta última categoría, catalogada como grave, se podría diferenciar del narcisista religioso común en que el psicópata organizacional religioso es un mentiroso compulsivo, en el caso cristiano, hará una “adaptación de la verdad” a su conveniencia, mentirá o inventará historias o cuentos de todo tipo para justificarse y quedar siempre bien.
El psicópata organizacional religioso se diferencia además porque aprende muy temprano el arte de la manipulación. Usará su arte cada vez que sea necesario hasta alcanzar el poder que desea. El control de la organización, o determinado cargo. Para esto, el acosador religioso de una u otra manera eliminará a todo competidor, a todo aquel que le haga sombra, no importa lo que haga, siempre lo hará cristianamente.
El perfil de acosado
En las instituciones religiosas es posible notar un perfil que concuerda con el de las víctimas no cristianas de abuso.
Suelen ser personas jóvenes, no más de 30-35 años, hombres y mujeres muy idealistas, con un elevadísimo sentido de la ética y de la justicia. Caracterizado por un profundo y sincero amor a Dios y su obra y que por ello suelen trabajar en condiciones que un no creyente jamás lo haría. Por muy poco o nada de salario, sin cotizaciones laborales, sin un plan de salud. Buscando siempre los valores del Reino de Dios como su modelo de vida.
También suelen ser mujeres de edad madura que viven en cierta indefensión o que están en una etapa de la vida ya sin hijos y que han tenido siempre el deseo de dedicarse “a las cosas de Dios”. Sensibles, que buscan a quien admirar.
Son personas vulnerables psicológicamente, muchas veces con pocas expectativas de vida, con problemas para relacionarse, manejables, sumisas quienes por amor a la obra de Dios sufren abusos sin siquiera, muchas veces, darse cuenta.
En el lado puesto están las personas autónomas, que gozan de independencia, de iniciativa propia, de opinión fundamentada. Estas personas suelen ser “bajadas” hasta que aprendan sumisión o las reglas que el abusador desea imponer.
Los abusados también suelen ser personas inteligentes, con dones, talentos, aptitudes, habilidades, quienes resultan ser un peligro para el líder o abusador más que un buen colaborador. Muchas veces suelen ser personas adelantadas a su propia organización y generación. La historia de la iglesia está repleta de este tipo de personas que viven esclavizadas emocionalmente por largo tiempo hasta que de pronto descubren la libertad, no sin antes un largo proceso de sanidad, habitualmente lleno de culpa y auto reprensiones.
Estas personas abusadas suelen ser también personas populares, que despiertan gran simpatía entre las personas y gran envidia entre el abusador. Personas con un carisma natural que atrae a las personas.
Finalmente, son personas cálidas, que se relacionan bien con su entorno, empáticas, sensibles, comprensivas. Características que favorecen por años el abuso emocional.

Conclusión
A modo de conclusión, se debe decir, sin duda, que este tipo de situación debe cambiar al interior de la iglesia. Se debe prestar atención al ambiente de las organizaciones. Qué se vive y cómo se vive. Ser más rigurosos con el perfil psicológico de los obreros y líderes y establecer políticas de resolución de conflictos que sean claras y operativas. Porque los conflictos siempre van a existir. La manera como se resuelven hace la diferencia.
No olvidar que la iglesia es, ha sido, es y deberá seguir siendo un lugar de prevención, sanidad y restauración. Un ejemplo de cómo las personas deben vivir y relacionarse apropiadamente.
El arrepentimiento y el perdón son las joyas que deben volver a brillar, cuya luz traerá sanidad a miles de personas al interior de la iglesia.

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