Sufrimiento y sus consecuencias
Cuentan que había una caravana en el desierto. Al caer la noche la caravana se detiene. El muchachito encargado de los camellos se acerca al encargado de guiar la caravana, y le dice:-Tenemos un problema, tenemos veinte camellos y diecinueve cuerdas, así que ¿cómo hacemos? Él le dice: -Bueno, los camellos son bastante bobos, en realidad, no son muy lúcidos, así que ve al lado del camello que falta y haz como que lo atas. Él se va a creer que lo estás atando y se va a quedar quieto. Un poco desconfiado el chico va y hace como que lo ata y el camello en efecto se queda ahí, paradito, como si estuviera atado. A la mañana siguiente, cuando se levantan, el cuidador cuenta los camellos, y están los veinte. Los mercaderes cargan todo y la caravana retoma el camino. Todos los camellos avanzan en fila hacia la ciudad, todos menos uno que queda ahí. -Jefe, hay un camello que no sigue a la caravana. -¿Es el que no ataste ayer porque no tenías soga? -Sí. ¿Cómo lo sabe? -No importa. Anda y haz como que lo desatas, porque si no va a seguir creyendo que está atado, y si él sigue creyéndose atado, no empezará a caminar.
El camino de las lágrimas. Jorge Bucay
Las consecuencias del sufrimiento son
múltiples y se pueden observar de manera personal: las evidencias del sufrimiento
en la vida de una persona, el miedo, el cansancio, la tristeza o las
consecuencias colectivas en las personas. Pensemos por un momento cómo será la
vida de niños y adultos que han enfrentado situaciones de guerra. Las
consecuencias psicológicas en niños que por años han estado expuestos a escenas
de violencia, muerte y sufrimiento. Adultos destrozados por el sufrimiento, sin
poder escapar de su pasado. No obstante algo de ese sufrimiento se puede
cambiar dependiendo del modo como la persona enfrente la adversidad y el
sufrimiento. No es un atarea fácil, pero hay opciones.
Sufrir de manera prolongada produce
un cansancio a todo nivel. El testimonio de familiares de personas que han
muerto luego de una larga agonía suelen decir frases como “está descansando, ya
estaba agotado”, “era un guerrero, luchó hasta el final”. Es un cansancio
físico que le quita toda la energía al enfermo. Este cansancio físico puede
provenir de los distintos procedimientos a que es sometido, algunos muy
invasivos y dolorosos.
También hay un cansancio mental
producido por la pérdida de la autonomía, cambios dramáticos en la rutina.
Muchos se dan cuanta que nunca más saldrán de su cama, o que están perdiendo
parte importante de su vida, de aquellas actividades cotidianas que forman
parte de la vida en familia.
Este cansancio también lo experimentan
los que cuidan. No resulta fácil confesarlo, pero muchas personas que han
cuidado por meses a sus seres queridos y sienten un alivio cuando finalmente
estos parten después de un alarga agonía y es que además del cansancio físico
producido por largos días y noches de cuidado hay que agregar el cansancio mental
y espiritual que produce ver como poco a poco quien se ama se va extinguiendo y
apenas van quedando huellas de quienes fueron en el vigor de su vida. “Síndrome
del cuidador” se denomina a un estado físico, psicológico y social que
experimentan los cuidadores, donde son comunes las cefaleas, dolores crónicos,
cansancio, insomnio, síntomas digestivos, entre otros y cuadros depresivos,
estrés, insomnio en lo psicológico, y en lo social experimentan falta de
tiempo, aislamiento, conflictos familiares o laborales entre otros síntomas.
Los eventos de la vida diaria también
producen cansancio entre quienes los sufren. Hombres y mujeres experimentan un
cansancio en el proceso de divorcio o al postular a un trabajo, al cambiarse de
casa o vivir cualquier otra situación que produzca estrés y /o sufrimiento.
El testimonio de muchos es que
después de terminada la situación que se vivía, positiva o negativa se
experimenta un gran alivio.
Otra evidencia del cansancio
producido por el sufrimiento a nivel físico es la canicie, la aceleración de la
aparición de canas o el envejecimiento precoz de las personas bajo tensión por
tiempo prolongado. Esto tiene una explicación, el cortisol presente en el
estrés produce todo un cambio hormonal en el organismo y acelera la aparición
de canicie, también del envejecimiento precoz.
Hay otra consecuencia del sufrimiento
y es la vergüenza. Los que sufren desarrollan ciertas conductas que podemos observar
y comentar a partir de la cotidianeidad.
Hay personas que enfrentan un
diagnóstico grave y no lo comparten con nadie, porque les avergüenza que otras
personas se enteren de lo que están padeciendo. Muchas familias, en el pasado
más que hoy, escondían a sus hijos que padecían algún trastorno grave, alguna
limitación física o discapacidad mental. Eran abandonados en instituciones de
las que nunca salían. Entre los niños es todavía común sufrir la vergüenza
cuando padecen de alguna característica física distinta, en el caso de los
niños se debe además de la vergüenza al temor a las burlas, pero hay persona
adultas que todavía experimentan vergüenza frente al sufrimiento, lo ocultan,
lo niegan , lo disfrazan. Consideran el sufrimiento como una humillación o una
falta a su honra y prefieren sufrir en silencio.
CS. Lewis, habla acerca de
experimentar el sufrimiento como temor ([1])
algo que quienes hemos pasado por situaciones de sufrimiento hemos
experimentado de primera fuente. Las reacciones corporales del miedo acompañan
las experiencias de sufrimiento, porque este último afecta al sufriente de
manera integral. Este miedo viene de algunos pensamientos que se disparan en la
persona que sufre: ¡Si me pasó esto, cualquier cosa me puede pasar! Como
veremos más adelante el sufrimiento revela nuestra vulnerabilidad y este
descubrimiento nos produce mucho temor. Nos sentimos desprotegidos, frágiles,
nuestro organismo funciona más lento, nuestro poder de razonamiento también se
ve alterado. Nos tornamos más sensibles al sufrimiento de otras personas, vemos
las noticias y estas nos parecen terribles, accidentes, muertes, personas que
sufren en hospitales, asaltos, injusticias y todo esto genera más temor y el
temor comienza a moldear la vida de la persona, que disminuye sus salidas,
relaciones personales, desafíos, proyectos y la puede someter a un estado
constante de estrés, ansiedad o depresión.
No hay lugar a dudas, el sufrimiento
produce una gran tristeza y todas las consecuencias que ella trae y que son los
temas de este libro. Podemos mencionar de manera general: cambios a nivel
cerebral, cambio en la percepción de la temperatura, cambio en los hábitos de
comida y sueño, solo en el ámbito físico. En lo emocional ya hemos mencionado
otras consecuencias en capítulos anteriores.
Las experiencias de dolor y
sufrimiento en algunas personas producen una fusión entre adversidad y vida. No
logran separar los eventos que ocurren en la vida de la vida misma. Para ellos
todo es una misma cosa. Se quedan “pegados”, se tornan marchitos, les cuesta
sonreír. Les cuesta abandonar el sufrimiento, salir de él, permanecen
atrapados.
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