viernes, 3 de enero de 2020

Vida cristiana y salud mental


Vida cristiana y salud mental
Escuchamos decir con frecuencia que un encuentro con Dios cambia la vida de la persona, y esa es una gran verdad innegable, sin embargo en como vivimos la vida nueva, en la práctica encontramos algunas dificultades importantes entre los creyentes y el origen de tales prácticas pueden ser variadas pero todas atentan contra la salud mental de las personas. En mi práctica clínica de años he observado lo siguiente:
Muchas personas tienen una estructura de personalidad rígida y muchos líderes exacerban esa rígidez y suelen confundirla con una virtud, con convicciones, cuando en realidad son hábitos de pensamientos inflexibles que traen más dolor que bienestar, a la misma persona como a sus familias, especialmente los niños. Esta rigidez se nota en la dureza con que enfrentan las situaciones ajenas, “Está cosechando lo que sembró” , “el hermano es carnal”, en el orgullo doctrinal que mira con desprecio a los que creen distinto, “los pentecostales”, “los híbridos”, “los calvinistas”, “los carismáticos”, etc y en el desprecio con que algunos creyentes hablan de los que no son creyentes, “hijos de Satanás”, “Impíos”, “pervertidos”, en algunos casos el lenguaje llega a ser soez y de mal gusto. La inflexibilidad se nota también en que para muchos creyentes la vida es en blanco y negro, no son capaces de ver los grises y emiten juicios rápidamente antes de intentar ver los grises, hay poca empatía y mucho orgullo.
Esta rigidez alcanza de manera especial los temas morales. Existe una moral sexual muy fuerte entre nosotros los creyentes evangélicos, en esto somos inflexibles. Organizaciones que expulsan a sus trabajadores u obreros si cometen alguna falta moral. Iglesias que prohíben a los miembros hablar y visitar a quien ha cometido una falta moral. La avaricia, la glotonería, la codicia, el chisme o la ira descontrolada no reciben el mismo trato.
Otro aspecto que afecta la salud mental son ciertas creencias que rayan el pensamiento mágico. “Confesiones”, “Declaraciones”, “decretos”, “profecías” que se piensa que por el solo hecho de decirlas en voz alta se tienen que cumplir, una especie de “abracadabra” que crea realidad de manera mágica, en la práctica no se cumplen y a nadie le preocupa el daño psicológico que sufren las personas que las reciben. ”Declara que tu hijo está sano” y el hijo muere, ¿Qué pasa por la cabeza de una madre o padre que vive esta experiencia? Acepta lo que se le dice con fe y se aferra a ello, porque alguien bien intencionado repite la falsa doctrina que escuchó y le “suelta” una palabra a esos padres. Cuando el hijo o hija muere, ¿Cómo queda mentalmente esa persona? Totalmente confundida y decepcionada, se siente fracasada porque no tuvo fe y siente lástima de sí misma, se siente traicionada por Dios, se enoja con Dios por no cumplir la promesa recibida a través de esa persona. Así que a la experiencia de duelo hay que agregar un desencanto con Dios y en lugar de acercarse en el momento de dolor se aleja resentido. ¿Alguien responde por las profecías no cumplidas? ¡Nadie!. Hay otros ejemplos de pensamiento mágico “porque a los hijos de Dios nada malo les puede pasar” “Soy el guerrero de Dios, lo declaro”, etc. Todas estas falsas ideas resienten la salud mental de muchas personas que visitan nuestras comunidades.
Hay todavía un tercer factor que ataca la salud mental de los creyentes, el legalismo, que es exhibir una lista de actividades que los cristianos pueden hacer y no pueden hacer: usar corbata, no beber vino ni comer dulces ni galletas de vino, usar falda, no cortarse el pelo, no usar pantalones, no tomar remedios psiquiátricos, no ir al psicólogo, no ir al cine, no jugar naipes, ¡Hacer no hacer! La lista es larga ¿Cómo afecta esto la salud mental de los creyentes? Los afecta de muchas maneras, viven esclavos del temor, hacen las cosas por miedo. El legalismo crea una doble vida, porque no hay nadie que cumpla todos los requisitos que este exige, así que se finge o se hace como si… Ligado a esto va el control que algunos líderes ejercen y que daña la salud mental de los creyentes. Se someten a los requerimientos que el líder le impone y pierden su libertad y como todo se hace en el nombre de Dios, muchos se someten pensando que agradan a Dios al hacerlo, que reciben bendición y que si no lo hacen van a perder la salvación. El legalismo es compañero del control. Pastores que prohíben u obligan a los jóvenes de su comunidad hacer tal o cual cosa sin el consentimiento de sus padres, que ejercen control sobre las parejas, que controlan el sueldo de los feligreses, etc
El evangelio verdadero atañe al hombre completo, incluyendo la salud mental. A los pensamientos, las emociones y la conducta. El evangelio es paz, alegría, renuncia, amor. Jesús es nuestro modelo de salud mental, mirémoslo a él.


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