Vida cristiana y salud
mental
Escuchamos decir con frecuencia
que un encuentro con Dios cambia la vida de la persona, y esa es una gran
verdad innegable, sin embargo en como vivimos la vida nueva, en la práctica
encontramos algunas dificultades importantes entre los creyentes y el origen de
tales prácticas pueden ser variadas pero todas atentan contra la salud mental
de las personas. En mi práctica clínica de años he observado lo siguiente:
Muchas personas tienen una
estructura de personalidad rígida y muchos líderes exacerban esa rígidez y
suelen confundirla con una virtud, con convicciones, cuando en realidad son
hábitos de pensamientos inflexibles que traen más dolor que bienestar, a la
misma persona como a sus familias, especialmente los niños. Esta rigidez se nota
en la dureza con que enfrentan las situaciones ajenas, “Está cosechando lo que
sembró” , “el hermano es carnal”, en el orgullo doctrinal que mira con
desprecio a los que creen distinto, “los pentecostales”, “los híbridos”, “los calvinistas”,
“los carismáticos”, etc y en el desprecio con que algunos creyentes hablan de
los que no son creyentes, “hijos de Satanás”, “Impíos”, “pervertidos”, en
algunos casos el lenguaje llega a ser soez y de mal gusto. La inflexibilidad se
nota también en que para muchos creyentes la vida es en blanco y negro, no son
capaces de ver los grises y emiten juicios rápidamente antes de intentar ver
los grises, hay poca empatía y mucho orgullo.
Esta rigidez alcanza de manera
especial los temas morales. Existe una moral sexual muy fuerte entre nosotros
los creyentes evangélicos, en esto somos inflexibles. Organizaciones que
expulsan a sus trabajadores u obreros si cometen alguna falta moral. Iglesias
que prohíben a los miembros hablar y visitar a quien ha cometido una falta
moral. La avaricia, la glotonería, la codicia, el chisme o la ira descontrolada
no reciben el mismo trato.
Otro aspecto que afecta la salud
mental son ciertas creencias que rayan el pensamiento mágico. “Confesiones”,
“Declaraciones”, “decretos”, “profecías” que se piensa que por el solo hecho de
decirlas en voz alta se tienen que cumplir, una especie de “abracadabra” que
crea realidad de manera mágica, en la práctica no se cumplen y a nadie le
preocupa el daño psicológico que sufren las personas que las reciben. ”Declara
que tu hijo está sano” y el hijo muere, ¿Qué pasa por la cabeza de una madre o
padre que vive esta experiencia? Acepta lo que se le dice con fe y se aferra a
ello, porque alguien bien intencionado repite la falsa doctrina que escuchó y
le “suelta” una palabra a esos padres. Cuando el hijo o hija muere, ¿Cómo queda
mentalmente esa persona? Totalmente confundida y decepcionada, se siente
fracasada porque no tuvo fe y siente lástima de sí misma, se siente traicionada
por Dios, se enoja con Dios por no cumplir la promesa recibida a través de esa
persona. Así que a la experiencia de duelo hay que agregar un desencanto con
Dios y en lugar de acercarse en el momento de dolor se aleja resentido. ¿Alguien
responde por las profecías no cumplidas? ¡Nadie!. Hay otros ejemplos de pensamiento
mágico “porque a los hijos de Dios nada malo les puede pasar” “Soy el guerrero
de Dios, lo declaro”, etc. Todas estas falsas ideas resienten la salud mental
de muchas personas que visitan nuestras comunidades.
Hay todavía un tercer factor que
ataca la salud mental de los creyentes, el legalismo, que es exhibir una
lista de actividades que los cristianos pueden hacer y no pueden hacer: usar
corbata, no beber vino ni comer dulces ni galletas de vino, usar falda, no
cortarse el pelo, no usar pantalones, no tomar remedios psiquiátricos, no ir al
psicólogo, no ir al cine, no jugar naipes, ¡Hacer no hacer! La lista es larga
¿Cómo afecta esto la salud mental de los creyentes? Los afecta de muchas
maneras, viven esclavos del temor, hacen las cosas por miedo. El legalismo crea
una doble vida, porque no hay nadie que cumpla todos los requisitos que este exige, así que se finge o se hace como si… Ligado a esto va el control que
algunos líderes ejercen y que daña la salud mental de los creyentes. Se someten
a los requerimientos que el líder le impone y pierden su libertad y como todo
se hace en el nombre de Dios, muchos se someten pensando que agradan a Dios al
hacerlo, que reciben bendición y que si no lo hacen van a perder la salvación. El
legalismo es compañero del control. Pastores que prohíben u obligan a los
jóvenes de su comunidad hacer tal o cual cosa sin el consentimiento de sus
padres, que ejercen control sobre las parejas, que controlan el sueldo de los
feligreses, etc
El evangelio verdadero atañe al
hombre completo, incluyendo la salud mental. A los pensamientos, las emociones
y la conducta. El evangelio es paz, alegría, renuncia, amor. Jesús es nuestro
modelo de salud mental, mirémoslo a él.
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