martes, 22 de enero de 2019

Una década de ausencia y nostalgia

Querido amigos, gracias por leer mis entradas. Comparto con ustedes el último texto público dedicado a mi hijo Joaquín Andrés.
Saludos
Juan
Una década de ausencia y nostalgia
Hoy es 19 de enero de 2019, mi cuerpo y mi corazón lo reconoce. Hace 10 años, el 19 de enero de 2009, una mañana soleada, partiste al cielo de manera inesperada y partiste nuestro corazón en dos, entre la tristeza y la esperanza. Hoy llego al cementerio como cada enero con tu madre y tu hermano, con el corazón apretado, un nudo en la garganta y unas flores en la mano.
El escenario parece sacado de una novela: un sol de enero abrazador, implacable, un cielo limpio, transparente, yo, tu papá un poco enfermo y la misma caminata, cabizbajos. Carritos con personas que pasan rápido, familiares tristes que regresan. Personas en los prados arreglando flores, alicaídos, abatidos y tus recuerdos que se desbocan y galopan inundándome: la escuela, tus juguetes, tus bromas, tus cara, tu figura, tu aroma, etc. Un hombre que toca el violín, concentrado, grato, suave, indiferente, a la sombra de un gran árbol joven que mueve sus ramas en señal de aprobación. Las campanas de la capilla del cementerio que se filtran, metálicas, automáticas entre los árboles y la vegetación anunciando el medio día. Una bandada de pájaros grises, disímiles, bulliciosos ,desdeñosos revolotean sobre tu sepultura y la de tu primo. Remolinos, adornos coloreados, fotos, mensajes, camisetas de Colo Colo y otros clubes adornando otras sepulturas me indican que no estoy solo en este camino y que muchos también se han marchado.
Leo en tu lápida: Joaquín Andrés Barrea Torres, 25/09/1999-19/09/2009 y me cuesta aceptar que han pasado diez años sin verte “10 años sin ver al Joaquín, no sé cómo he vivido todo este tiempo”-dice tu madre y yo asiento con la cabeza porque me hago la misma pregunta. Han transcurrido muchos años de ausencia y de nostalgia. Muchísimas cosas han pasado en ente tiempo y tú no estás. Te escribo y vienen a mi memoria tantas anécdotas, tu cara, tu risa, tus travesuras. Tu casa de siempre ya no existe, la Pupy casi no ve, el “cochino Larry” es ahora un trabajador independiente, ya no hace grafitis ni se cree Ronaldinho. Lo que permanece intocable e inmutable son nuestras ganas de verte y de abrazarte, ganas que una década no han conseguido menguar ¿Hoy estarías estudiando en la universidad, practicando deporte, tocando y escuchando música? Esas fantasías nos hacen daño. Llevamos todo este tiempo intentando aceptar las cosas como son, pero las fantasías son caprichosas, se cuelan en la mente y en el corazón y nos traen un poco de alegría, aunque fugaz y pronto, la realidad nos susurra al oído que tú no estás y el dolor vuelve otra vez.
Desde tu partida te he escrito cada noviembre y cada enero, pero creo que esta es la última vez que te escribo. No deseo molestar a quien no te conoció, ni entristecer a quien te conoció.
Muchas cosas han cambiado y seguirán cambiando, excepto mi amor, mi recuerdo y mi nostalgia. Un abrazo eterno, entre soles, ángeles y la mirada dulce del Cordero.
Aunque tú no estés y…
Aunque la higuera no florezca,/ Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,/ Y los labrados
no den mantenimiento, / Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales; / Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación./ Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,/ Y en mis alturas me hace andar.

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