miércoles, 1 de junio de 2011

Un día frío o cuando quedarse es también partir


Un día frío o cuando quedarse es también partir
Juan E. Barrera
Um dia frio
Um bom lugar para ler um livro
E o pensamento la em vocé
Eu sem vocé nao vivo
Um dia triste
Toda fragilidade incide
E o pensamento la em vocé
E tudo me divide
Hoy por la mañana fue un día bien frío en Santiago de Chile y cuando eso ocurre no puedo dejar de pensar en mi hijo Joaquín. Hace dos años y cuatro meses que abandonó inesperadamente este mundo dejándonos con la sorpresa del horror en el rostro. Han pasado los meses y ese horror ha tomado otros caminos. El de la dolorosa resignación y el de la aceptación de la realidad, por dura o ruda que esta sea. Mi hijo ya no está conmigo. Está en un lugar mejor. Rodeado de estrellas y de planetas, los que él siempre quiso conocer y acerca de los cuales escribió un poema. Él era un poema, uno de los más lindos, escrito en nueve brevísimos versos que me llegó al corazón desde el primer día que lo leí, allá esa mañana de Noviembre cuando lo besé por primera vez. Es un poema que hoy ya no puedo disfrutar más que a la distancia, la distancia entre la vida y la muerte, gran y corta distancia. Cuando se fue y yo quedé, sin que él lo pudiera saber yo también partí. Algo de mi se fue con el Joaquín, con su voz, con su risa, con su panza, con sus ojos, con su aroma. Yo quedé, pero también partí porque muchas veces quedarse es también partir. Comencé un camino que nunca antes conocí. Un camino diferente, tortuoso, que sólo algunos inician. El camino de la pena constante, del dolor agudo, de la incredulidad, de la confusión, de los recuerdos diarios, de las lágrimas mojadas y secas. También he comenzado el camino de la Gracia,la Misericordia y la Esperanza, pues creo que de otra manera no podría seguir en este camino. Él partió esa mañana de enero y yo quedé llorándolo con el corazón partido, pero veo que también he partido, pero debo volver. No sé cuando pero debo volver. El tiempo es diferente sin él y tampoco sé como regresar, porque es volver sin él y continuar caminado sin él. ¡Qué duro es seguir el camino sin él! De sólo pensarlo lloro y se me aprieta la garganta ¿Cómo es el cielo, Joaco? No hay lágrimas ¿Verdad? Estás feliz, y tal vez ni quisieras regresar si tuvieras la oportunidad. Yo en cambio apenas puedo imaginar como es el cielo y debo seguir caminando de regreso entre las tinieblas esperando el momento para verte otra vez. Quedarse es también partir, mi Joaco. Ambos hemos partido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario