jueves, 20 de marzo de 2008

Joe Zawinul y los músicos cristianos


Joe Zawinul y los músicos cristianos

Pr. Juan E. Barrera

Q
uién es Joe Zawinul y de que manera se relaciona con los músicos cristianos?. No es tele evangelista, no es pastor, no es profeta ni apóstol, tampoco es cristiano ¿entonces? Bueno, la primera relación es que Zawinul era un músico, un pianista de jazz, uno de los mejores. Las otras relaciones forman parte de este artículo que deseo compartir ahora.
Quedé absorto, boquiabierto, hace unas semanas con la música de este jazzista. Era ya un hombre mayor, de más de setenta años, con bigote, sonriente, un gorro de lana multicolor y su inseparable teclado. Era austriaco pero vivía en los Estados Unidos.
El programa que vi era una realización acerca de su vida y de su música, no pude despegarme de la pantalla hasta que, para mi desazón el programa acabó más rápido de lo que me hubiera deseado.
En este reportaje mostraban parte de su vida y de su música, que en mi humilde opinión de consumidor de música, y no de experto, se debe encontrar entre las más hermosas y creativas. Zawinul estudió piano, y en su larga trayectoria bebió de muchas fuentes, jazz clásico, rock, música negra, música latina y otros.
Su música es una exquisita mezcla, fusión de cada una de estas influencias, con sonidos creados por el mismo, excelentes composiciones, melodías cargadas de expresividad, de creatividad y sobre todo de mucha emoción. Alguna de su discografía selecta, es:
1970: Zawinul ( Atlantic )
1986: Dialects ( Columbia )
1992: My People (Escapade)
1998: World Tour (JVC Victor)
2002: Faces & Places (ESC)
2004: Vienna Nights. Live at Joe Zawinul's Birdland (BHM)
2005: Brown Street (Intuition)
Ahora bien, por varias razones me resulta muy fácil hacer asociaciones entre las distintas expresiones artísticas y el pensamiento cristiano. Para algunos puede parecer contradictorio hablar de jazz, sobre todo si no se es un experto, y cristianismo, hablar de Dios y plástica o hablar de fe y ciencia o de Dios y literatura. Pero tengo mis razones que en otra oportunidad y con ocasión de un ensayo que estoy escribiendo compartiré abiertamente.
Creo que fue Marco Witt quien introdujo al mundo evangélico el término “músico cristiano” que es más bien un constructo, otro de los tantos que navegan en el imaginario evangélico. ¿Por qué digo constructo? Porque en la realidad creo que nunca ha existido como tal, el músico cristiano en las iglesias no existe, y si los hay son muy pocos, y ¿Qué tiene esto que ver con Joe Zawinul?, bueno que no puedo dejar de hacer comparaciones, reflexiones, asociaciones y tal vez Zawinul hasta podría ser una excusa para reflexionar acerca de la música en las iglesia. El fue un músico de excelencia, entró al conservatorio cuando era un niño y luego con una beca emigró a los Estados Unidos, es decir que la calidad de su música no es fruto de la improvisación ni de un entusiasmo pasajero o juvenil. Las grandes producciones van acompañadas de grandes esfuerzos ¿Por qué no hay músicos cristianos? Porque en las iglesias, otra vez, siguiendo las generalidades y no las excepciones, no hay personas dedicadas a la música. Existen personas de buena voluntad, que sí tienen un poco más de interés, que les gusta la música e intentan hacer algo lindo. Algunos lo hacen muy bien, otros se quedan en el intento. Estos hermanos se pagan ellos mismos sus clases, si es que realmente se muestran interesados, pero son muy pocos los que perseveran, y estos reciben tantos tropiezos y tantos obstáculos que finalmente se rinden.
Los verdaderos músicos nunca son improvisados, son el resultado de mucha transpiración y un poco de inspiración. La calidad que logran es el resultado de una técnica perfecta obtenida luego de miles de horas de estudio y de ensayo. Horas y horas dedicadas a buscar la técnica perfecta, el mejor arreglo, el mejor sonido, a plasmar lo que en verdad tienen en mente y en el corazón. Estamos a años luz cuando vemos en la mayoría de nuestras iglesias a personas que tocan afinando sus instrumentos mientras que ya se dio inicio a la reunión, o personas improvisando sobre la marcha las canciones que se van a tocar o ¡quiénes van a tocar!.
Otra cosa que he descubierto y no solo a raíz de Zawinul, que murió tocando a los setenta y cinco años, sino además en muchos otros músicos famosos en el ¿ambiente? musical cristiano. Son muy pocos los adolescentes que se dedican a la música en las iglesias que logran consolidar un ministerio musical y entre las que se dedican a la música de manera personal. La gran mayoría es gente adulta comprometida a fondo con la música en la iglesia, son músicos de estudio. Pensemos en Doen Moen, Ron Kenoly, Paul Wilbur, Marco Witt, Jesús Adrián Romero, Danny Berríos, Danilo Montero, etc No nombré ninguna mujer, estoy en deuda, ¡Doris Machine!.Incluso la gran mayoría peina canas, con el permiso claro de la misma Doris Machine. Tampoco los Hillsong, que es música juvenil, son ya tan jóvenes.
En nuestras iglesias el ministerio musical, si es que esto existe, en cambio, está en manos de los jóvenes y de los adolescentes, ¡quienes además prestan sus instrumentos y equipos a la iglesia! A los mismos que luego los critican. Con estos comentarios no quiero decir que los jóvenes no deban tocar, porque si ellos no lo hacen nadie más lo hará, sino que la responsabilidad debe estar en personas de más edad, que aporten sus experiencias musicales y espirituales. No en manos del pastor o de personas que no saben nada de música, sino en acuerdo con ellos, pero en manos de músicos. Veía a Zawinul, ya canoso y experto tocando con tal soltura y seguridad que no pude dejar de pensar en lo bien que eso le haría a nuestras iglesias. Los músicos no deberían ser “cabros” que rascan un poco la guitarra y tocan las canciones evangélicas de moda en la TV o en CDs si no personas dedicadas, consagradas por la iglesia a tal ministerio. En una iglesia bautista en San Pablo escuché una banda tan bien afiatada y desbordando adoración que le hice el comentario al pastor, luego de ver como Dios llenaba ese lugar entre quienes cantaban “Jesuscristo mudou o meu viver”. El me miró serio y me respondió “están consagrados al ministerio musical”. ( Y nadie andaba opinando acerca del volumen de la batería ¡o de lo terrible del ritmo sincopado!, aunque nadie que no sea músico sabe que es eso).
Otra cosa que no puedo dejar pasar en la entrevistas que hacían a este músico, es que él mismo contaba como por años copió a otros músicos, tocó el piano como tal o cual músico, todos grandes como él, lo que ya no es menor, pero dice que llegó el momento donde se hastió, se aburrió y dejó de tocar como… y comenzó a ser él mismo. Impuso su estilo y su forma de hacer jazz. Uno de los problemas más serios de la iglesia evangélica latinoamericana es esta falta de identidad, vivimos copiando. Si todos saltan, saltamos, si todos se desmayan nos desmayamos, si todos hacen gritos de júbilo, hacemos gritos de júbilo. Si alguno canta himnos, cantamos himnos, si otro rechaza los himnos, no cantamos más himnos, si unos quieren ser prósperos (ricos) entonces estamos locos buscando la prosperidad y la lista podría seguir ad infinitud. ¿Por qué no hay músicos cristianos? Porque una de las características fundamentales de un artista es la capacidad de crear. La creatividad es fundamental en cualquier expresión artística, y entre los que tocan en las iglesias ¡está totalmente ausente! Van a ser tres décadas que surgió el movimiento de un canto nuevo. Botamos los himnos porque estábamos aburridos de repetir la música religiosa anglosajona que no tenía nada que ver con nuestra idiosincrasia. Dejamos de cantar traducciones de himnos en inglés del siglo XVIII aburridos de su formalidad y de su majestad el piano. Necesitábamos renovarnos, y fueron muchas, pero muchas las iglesias que botaron los himnarios y al santo piano agregaron una guitarra eléctrica y un bajo electrónico y provistos de un retroproyector nuevo, orgullosos proyectábamos, en esos años unas transparencias con la letra de las canciones ¡Qué innovadores! (los americanos hacían eso hace muchos años).Hoy usamos un data show con el mismo orgullo pero seguimos en el mismo modelo y se está repitiendo el ciclo, lo que era tan renovador y trasgresor se ha convertido en lo tradicional de hoy. ¿Porque en realidad que fue lo que hicimos? Volvimos a copiar. Cambiamos los músicos de la antigüedad por músicos contemporáneos, con la diferencia que muchos de los contemporáneos tienen problemas doctrinales serios. Llenamos las iglesias con la música de Marco Witt, de Juan Carlos Alvarado, de Marcos Barrientos, de Jaime Murrel. Todos con contextos litúrgicos distintos a los nuestros, (que fue nuestra crítica a los primeros anglosajones), y acompañados también de una buena campaña de mercadeo. Recuerdo con risa a un locutor radial de una emisora cristiana entrevistando a Juan Carlos Alvarado a su llegada a Pudahuel como si fuera Luis Miguel o algún rockero gringo. El tipo no entendía tanto revuelo y la efervescencia del locutor hipnotizado con la idea de las comunicaciones cristianas. Supongo que eso forma parte de la idiosincrasia del chileno y no lo vamos a cambiar.
¿y luego?, volvimos a traducir canciones del inglés, de Hillsong, de Michael Smith, de Ron Kenoly, de Prais and Worship, de Marco Witt las que muchas también eran traducciones del inglés, etc y en la actualidad la creatividad volvió a estar ausente y su majestad la copia se hizo nuevamente presente ¿No nos aburre cantar las canciones de Danilo Montero, Hillsong, de Michael Smyth, de Jesús adrián Romero o de Marco Witt, ahora ecuménico?.Personalmente ya no resisto “El es el rey”, “En la casa de Dios”, “Sería como pájaro herido”, etc .
No hay creatividad en las iglesias, y este punto se relaciona con lo siguiente que deseo compartir.
Vuelvo a Zawinul. Este músico vivía en Austria, era de familia pobre y sufrió los horrores de la guerra. En las imágenes mostradas, él vuelve a su antiguo barrio y muy emocionado visita su casa de infancia, recuerda la muerte, por un bombazo, de su mejor amigo, recuerda que cazaba ratas. En el relato, guarda silencio, se emociona, los recuerdos y experiencias se le vienen encima y no puede evitarlo.
Después de escuchar estas palabras y adivinar de alguna manera el dolor que sufrió, uno escucha de otra manera su música, hay algo que le da sentido, que la teje y le da forma. Es un jazz fusionado no solo musicalmente sino que además fusionado con la experiencia de vida del músico. Esta creo es la razón de por qué en la iglesia evangélica está ausente la creatividad. Es una iglesia sin experiencias, al menos verdaderas experiencias. Las personas que tocan solo pueden repetir y copiar porque no tienen el bagaje experiencial para crear.
Pensemos nuevamente en los giros musicales producidos desde fines de los 80 hasta nuestro tiempo. Rechazamos los himnos por estar pasados de moda, pero olvidamos algo importante: esas melodías y esas letras reflejaban las experiencias de estos hombres con Dios. Eran sus encuentros con el Señor lo que ellos escribían, sus luchas, sus tentaciones, su consagración “Que mi vida entera esté consagrada a ti Señor…”no eran solo palabras eran una realidad. “Yo me rindo a ti, yo me rindo a ti” no eran solo poesía. Muchos tomaron un barco y se fueron lejos de su país como misioneros y nunca más volvieron, algunos incluso morían en el barco antes de llegar a su destino. “Oh quién tuviera lenguas mil” es la oda de un corazón lleno de Dios y de su amor. En fin, tantos otros. Recordemos por ejemplo a los hermanos Wesley: Citamos a menudo al predicador, a Jhon , por su poder, valor, perseverancia y fruto para Dios, pero no olvidemos que el autor de himnos Charles, su hermano, era tan poderoso con su música como Jhon con su predicación. Martín Lutero puso letra cristiana a muchos de los cánticos populares de su época (cosa que los conservadores adictos a la tradición no quieren reconocer) y la música era un instrumento poderoso en las manos de Dios. “Castillo fuerte es nuestro Dios” es irreemplazable. Pero pasó el tiempo y toda esa experiencia quedó en nada y solo quedaron las palabras y la música escritas que se han seguido repitiendo sin el poder con la que fueron escritas. Por lo que para nosotros cantar esos himnos no es lo mismo que cuando ellos los cantaban, de alguna manera creo que perdimos de vista su propia perspectiva.
Ahora bien, en nuestro tiempo, con el movimiento musical actual ocurre lo mismo. Cantamos las experiencias ajenas, cantamos las revelaciones que Dios ha dado a otros. Cantamos del amor y de la admiración, de la devoción, de la consagración de otros, del enamoramiento de otros. Por ejemplo, Jaime Murrel tiene una canción preciosa que dice, espero no equivocarme, estoy escribiendo los versos de memoria:

Tú belleza es indescriptible difícil de entender
tus obras son incomparables maravillado estoy de ti
¿quién podrá entender tu sabiduría?¿Quién podrá entender tu profundo amor

Maravillado estoy de ti
Maravillado estoy de ti
Santo Dios de quien la tierra es
maravillado estoy de ti
Si es que estas palabras son verdaderas y no son solo poesía, que es otro tema muy serio de analizar, y estas palabras son el resultado de una experiencia espiritual de Murrel resulta imposible cantar esta canción de la forma como él la canta. Si en verdad el cantante ha estado en la presencia de Dios y ha quedado maravillado, entonces no solo debe cantarlo sino que además predicarlo, no olvidemos que la falta de una espiritualidad genuina es una de las crisis de la iglesia hoy. El antiquísimo himno Santo, Santo, Santo, dice en uno de sus versos, traducidos por J.B.Cabrera:
Santo, Santo, Santo
Por más que estés velado
E imposible sea tu gloria contemplar
Santo tú eres solo
Y nada hay a tu lado
En poder perfecto, pureza y caridad
Aquí podemos ver incluso una evolución en la experiencia con Dios, mientras para el autor de Santo, Santo, Santo Dios está velado, escondido, a Murrel Dios le ha mostrado su belleza y él se ha quedado sin palabras para describirla. Un día voy a conversar con Jaime Murrel acerca de estos versos ¿Es verdad lo que canta? Yo le creo, no lo pongo en duda.
Este es un ejemplo, otro lo constituye Jesús Adrián Romero. En sus conciertos en vivo yo le he escuchado decir frases como “orando de mañana”, “luego de un ayuno” lo que demuestra un hombre activo espiritualmente, así que su música, es de esperar, es el resultado de estas vivencias con Dios. Cuando él canta:
Dame tus ojos quiero ver
Dame tus palabras quiero hablar
Dame tu parecer
Dame tus pies yo quiero ir…

Espero que no sean solo palabras lindas que riman bien, sino que sea su experiencia con Dios volcada a favor nuestro en forma de canción y que nos desafía un compromiso misionero.(No puedo cantar esta canción sin llorar, pienso en la inmensa necesidad de nuestra ciudad y me uno a él. Yo también quiero tener los ojos, los oídos y el corazón de Dios para este Santiago lleno de soledad y tristeza y abandono).
¿Cuál es la dificultad entonces? Que cometemos los mismos errores, cantamos palabras sin el espíritu de las palabras, sin el corazón de quienes las han escrito, por eso solo podemos copiar. ¿Cuándo vendrá la creatividad? Cuando en nuestras iglesias Dios se mueva con libertad y toque corazones y estos respondan con arrepentimiento y santidad. En los íntegros es hermosa la alabanza nos recuerda el salmista, y Dios nos recuerda “si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos y atentos mis oídos a la oración en este lugar; porque ahora he elegido y santificado esta casa, para que esté en ella mi nombre para siempre; y mis ojos y mi corazón estarán ahí para siempre”. De esta manera Dios pondrá en nuestros labios un cántico nuevo.
Este jazzista, murió el 11 de septiembre de 2007 nos ha servido para reflexionar acerca de los cristianos músicos: dedicación, creatividad, experiencia. Hay mucho que decir todavía. Zawinul fue un músico excepcional, los invito a escuchar su música. Pero había algo que él no tenía a pesar de su virtuosismo y creatividad y que nosotros si tenemos, un tesoro que habita en nosotros que se llama Jesús.

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