Por qué sufre la gente buena. II
Mis amigos, gracias por leer mis textos. Les deseo un buen inicio de semana. Comparto con ustedes la continuación del escrito ¿Por qué sufre la gente buena?.
Espero sus comentariosUn abrazo
Juan
La incertezas
No hay certezas en la vida. Esta es
otra paradoja. La cultura nos enseña a creer en las certezas. Esta es una de
las pretensiones de la ciencia, hacernos creer que el hombre tiene todo bajo
control, que las probabilidades que algo pase son mínimas. “Si te portas bien
de seguro te irá bien”. El naturalismo nos enseña casi que la materia es eterna,
que lo que vemos es todo lo que hay y que todo se rige por leyes, leyes que no fallan
(al menos en el laboratorio)
Lo mejor tal vez sea aprender desde
niños que el devenir nos deparará muchas sorpresas y que la mejor escuela es
estar preparado para cuando estos cambios lleguen. No hay nada fijo, no hay
certezas, no entramos al mismo río dos veces, existen solo unas pocas verdades absolutas
a las que acedemos por la fe.
¿Qué sentimos cuando escuchamos que alguien considerado
malo está sufriendo? ¿Qué emoción experimentamos al oír que un violador de mujeres
o de niños ha sido encarcelado? Habrá un grupo grande que sentirá alguna
compasión, pero la gran mayoría experimentará alguna inconfesable satisfacción
interior. La gente considerada mala no nos genera empatía. Nos genera rechazo y
deseamos que paguen por sus actos. El sufrimiento de la gente que consideramos
buena, en cambio nos produce empatía. Lamentamos lo que les ha ocurrido. Vemos
el noticiero y lloramos al ver cómo la gente buena sufre y muchas veces se
exacerban estos hechos para ganar sintonía. Hay una conexión inmediata con la
gente buena. ¿Y si supiéramos algo más? una respuesta que nos sorprendiera y el
misterio del sufrimiento de la gente buena fuera resuelto, ¿Seguiríamos
sintiendo la misma empatía?
“Cuando tiene una explicación, el dolor ya no parece tan malo. Podemos tolerar el sufrimiento cuando sabemos por qué ocurre. Por lo tanto, si encontramos sentido al sufrimiento de la gente inocente, si podemos racionalizar la tragedia, entonces podemos vivir con ella. Podríamos oír el lamento de dulces niños que sufren y no horrorizarnos. Podríamos tolerar el ver corazones quebrantados y vidas destruidas, pues podríamos explicarlo ingeniosamente. Nuestra pregunta sería contestada y podríamos seguir adelante. Pero mientras el dolor de los inocentes sigue siendo algo candente, nos molesta su existencia y mientras no podemos explicar el dolor, debemos aliviarlo. Si el sufrimiento de la gente inocente no es adecuado para nuestra visión del mundo, debemos erradicarlo. En lugar de justificar su dolor, necesitamos librarnos de él.”[1]
El sufrimiento no tiene leyes, al menos no las observamos.
El sufrimiento es una experiencia
independiente en sí misma. No tiene una manera única de comportarse, un orden
al que las personas pueden someterse y de esta manera evitarlo. El sufrimiento
no es un ente que nos diga “haz esto y me evitarás, o deja de hacer esto y me
evitarás”, como no tiene una estructura, las personas no podemos hacer nada para
no encontrarnos con él. ¿Será una cuestión de azar? ¿De probabilidades? ¿De
genética? El sufrimiento no se rige por una ley o leyes que nos proteja si las
obedecemos, ni es el resultado del obrar de una persona.
El sufrimiento es ciego
No distingue entre personas buenas y malas.
Así como el sol o la lluvia no hace distinción moral alguna, el sufrimiento
tampoco. Y viene como un torrente indeseable que no respeta clase social,
género, edad ni actividad. El sufrimiento nos iguala, nos hace humanos, y los
humanos sufren. No le pasan cosas a la gente buena y a la gente mala, solo suceden
cosas. Hay experiencias que son comunes a los “buenos” y a los “malos”:
enfermedades, accidentes, problemas relacionales, imprevistos, desastres
naturales, etc. Muchas veces intentamos controlar estas cosas que pasan por
medio de las supersticiones, o pensamiento mágico, que son rituales que suponen
evitarían esta cosas que pasan.
La genética
La gente buena está sujeta a las
leyes de la genética independiente de su comportamiento y mucha gente buena
arrastra enfermedades graves y sin cura que se manifiestan en diferentes edades
y de acuerdo al entorno en que viven. Algunos datos curiosos sobre la genética
por ejemplo son:[2]
1. Si
viviéramos lo suficiente, todos desarrollaríamos cáncer. El cáncer es
ocasionado por mutaciones en las secuencias de ADN, y aunque algunas de ellas
son ocasionadas por factores como la luz ultravioleta y los rayos X, otras
suceden simplemente por errores en la replicación del ADN. Es por eso que todas
las personas están propensas a desarrollar la enfermedad, y si todos vivieran
el tiempo suficiente, en algún momento de sus vidas la padecerían.
2. Los hombres
viven menos que las mujeres: la culpa es de los genes
En 2009, un
estudio de la Universidad de Agricultura de Tokio descubrió que un gen
específico que se activa sólo en los hombres podría determinar por qué las
mujeres viven más. El gen permite a los hombres desarrollar cuerpos más grandes
y fuertes, pero con el costo de tener un menor tiempo de vida.
3. Tomaría
50 años transcribir el ADN a una persona. Si alguien escribiera 60 palabras por
minuto en un teclado, en horario laboral (8 horas al día), le tomaría
aproximadamente 50 años transcribir el genoma humano.
4. El genoma
completo ocuparía 3GB en una computadora. La secuencia completa de nuestro ADN
es lo que se le llama genoma. Nuestro genoma tiene alrededor de 3 billones de
bases de ADN, lo que necesitaría 3 Giga Bytes de espacio de almacenamiento si
quisiéramos guardar cada base en una computadora.
5. ADN
desenrollado podría dar 600 vueltas de la Tierra al Sol. Si alguien tomara las
cadenas de ADN de todas las células que tiene en su cuerpo, las desenrollara y
las juntara punta a punta, tendría una cadena tan larga como para conectar el
Sol y la Tierra 600 veces, o para conectar la Luna y la Tierra 6,000 veces.
La maldad de otros
No hay nada que la gente buena pueda
hacer frente a la maldad de otros y a pesar de su bondad sufre por el daño
producido por terceros, “mi padre fue asesinado en un asalto” me contó una
persona hace poco tiempo. “mi madre murió por una negligencia médica” me contó
otra persona, muy afectada, un daño ajeno voluntario e involuntario.
Son muchos los ejemplos de gente
buena que sufre por la maldad, por actos específicos de otros, maldad que la ley
no siempre puede controlar. Maldad que ocurre al interior de los hogares, en
los trabajos. Gente buena que sufre por la maldad de personas que debían
amarlos y protegerlos y sin embargo los daña. No hay manera de impedir este
daño de la gente buena. Un claro ejemplo de lo que estoy mencionando es la
historia de Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten.
“El incesto
existe desde el principio de los tiempos, sin embargo, uno de los casos más
impactantes es la historia de Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten, en Austria.
Fritzl
mantuvo por 24 años secuestrada a una de sus hijas, periodo en el que no sólo
abusó sexualmente de ella en más de tres mil ocasiones, sino que además
procrearon siete hijos.
El hombre
comenzó a violar a la niña cuando ella apenas tenía 11 años y a los 18 decidió
encerrarla para siempre en el sótano del hostal donde él vivía junto a su
esposa, y donde además arrendaba habitaciones.
Antes de
convertirse en uno de los hombres más repudiados del mundo, Josef vivió junto a
sus padres en Amstetten y fue criado
como hijo único. Su familia tenía serios problemas de dinero y su padre
-también de nombre Josef- no hacía nada por solucionarlos, además le era
constantemente infiel a su esposa.
Cuando
Fritzl tenía cuatro años, su padre los abandonó y nunca más volvió a
contactarlos, aunque con el tiempo se enteraron que el hombre había fallecido
en 1944 mientras luchaba en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
Su madre
Mary, en tanto, era una mujer muy estricta y se esforzó por educarlo a como
diera lugar. Lo matriculó en una escuela de Amstetten, donde era dos años más
grande que sus compañeros. “Probablemente fue por la guerra que empezó la
escuela tan tarde. Pero era un alumno que pasaba totalmente inadvertido.
Incluso diría que fue uno de los mejores alumnos que teníamos”, señaló uno de
sus compañeros, Karl Dunki, en el documental Josef Fritzl: Story of a Monster.
La relación
con su madre era muy complicada y aunque de cierta forma se sentía una especie de esposo para ella,
tenía que aguantar constantes maltratos. “Ella nunca me mostró amor, ella me
mordía y me pateaba hasta que yo estaba en el suelo y sangrando”, señaló Fritzl
en una sesión con el psiquiatra austriaco Adelheid Kastner, la cual fue
filtrada por el diario Österreich y posteriormente publicada por el diario
inglés The Guardian.
“Me sentía
débil y humillado. Nunca me dio un beso o un abrazo a pesar que traté de
complacerla siempre. La única cosa que hizo conmigo fue llevarme a la Iglesia
(…) Ella me insultaba, me decía era Satán y que no era bueno”, agregó.
Durante la
investigación por el secuestro de su hija, también se descubrió que Josef
mantuvo a su madre en cautiverio por alrededor de 20 años.
En 1965, la
mujer se trasladó al hogar de Fritzl quien aún dolido por la vida que ella le
dio, decidió vengarse encerrándola en el ático cuyas ventanas fueron tapiadas
con ladrillos para mantenerla en la oscuridad. El hombre la mantuvo allí hasta que la mujer murió en 1980.
La esposa de
Josef, Rosemarie, aseguró que nunca sospechó lo que ocurría con su suegra.
Tras salir
del colegio, Josef se comenzó a trabajar como ingeniero. En ese periodo conoció
a una tímida joven de nombre Rosemarie, quien se convertiría en su compañera de
años.
“Mi hermana
siempre fue muy tranquila, una persona muy tranquila y silenciosa. No
sobresalía entre la multitud como otros adolescentes. Era una chica tranquila.
Se conocieron en una cafetería. Ella nunca había tenido un novio antes. Él fue
el primero. Unas semanas después lo llevó a casa para conocer a nuestros
padres”, señaló al mencionado documental, la cuñada de Fritzl, quien pidió ser
identificada como Christine R.
La primera
impresión de la familia fue buena. Casi todos vieron al hombre como una persona
trabajadora y cariñosa, sin embargo, con el correr del tiempo esa opinión fue
cambiando. A pesar de esto, Rosemarie de 17 años, se casó con Josef sólo meses
después de conocerse en 1955.
El
matrimonio se fue a vivir junto a los padres de la joven y con el tiempo
formaron una familia compuesta por dos hijos y cinco hijas.
Josef
continúo con los maltratos hacia su esposa los que no sólo eran físicos, sino
que también psicológicos. Además de decirle gorda en cada oportunidad que
tenía, se limitaba a darle dinero sólo para la comida y la amenazaba con
echarla del hostal donde ahora vivían si no hacía lo que él decía. Por temor,
ella siempre lo complacía.
Tras su
captura por los horrores que cometió con su hija en 2008, Josef seguía pensando que su esposa lo
perdonaría. “Le he escrito ocho cartas. No he recibido respuesta. Pero sé que
aún me ama porque ella siempre ha mantenido su fe en mí”, señaló en una
entrevista con el diario Bild.
En 1966 la
pareja tuvo a su cuarta hija a quien nombraron Elisabeth. Al igual que su
madre, la niña tenía una personalidad tímida y tranquila, algo que no le
gustaba a su padre pero que no impidió que comenzara abusar de ella cuando
apenas tenía 11 años.
En 1983,
cuando tuvo la edad suficiente para cuidarse de sí misma, huyó de su casa y se
escondió en Viena, en el hogar de un amigo. La policía, sin embargo, dio con su
paradero y la regresaron con sus padres.
Josef
comentaba a todos sus amigos que la joven tenía malas compañías y que incluso
bebía y se drogaba, por lo que no le extrañaría que volviera a huir de casa.
El 29 de
agosto de 1984, Fritzl le pidió ayuda a Elisabeth para llevar una puerta al
sótano -donde había construido una habitación secreta- . Cuando estuvieron allí
el hombre puso una toalla con cloroformo en el rostro de la joven, quien quedó
inconsciente de inmediato. Desde ese día, nunca más volvió a salir de ese
cuarto. El hombre la mantuvo encadenada a la pared y sólo la liberaba para
violarla.
Mientras eso
ocurría la madre de Elisabeth presentó una denuncia por la desaparición de su hija,
pero su esposo se encargó de difundir el rumor que la joven se había unido a
una secta.
Cerca de un
mes después de su partida, la familia recibió una carta supuestamente enviada
por Elisabeth donde les pedía a sus padres que no la buscaran.
“Queridos mamá y papá. He decidido mudarme para ser independiente. Estoy con gente que me quiere y estoy a salvo. Por favor no se preocupes por mi ni vengan a buscarme. Esto es mi decisión, mi vida. Por favor, mándenle mi amor a la familia”, decía el mensaje, según consigna The Guardian.
En tanto, prohibió a toda familia e inquilinos que se acercaran al sótano diciendo que había problemas con la electricidad y podrían recibir una descarga.
Durante el
tiempo que mantuvo a Elisabeth aislada, la mujer tuvo siete hijos con su padre.
Según declaró ella, en 1996 tuvo gemelos, pero uno de los bebés nació con
problemas respiratorio y Fritzl se negó a llevarlo a un hospital… El niño murió
a los pocos días. Su padre se hizo cargo del cuerpo y lo cremó en la caldera
del hostal.
Otros tres
menores fueron arrebatados del lado de su madre y dejados en diferentes
ocasiones afuera del hogar de los Fritzl para que fueran criados por Rosemarie.
Junto a cada
bebé que no superaban los seis meses de edad, iba una carta supuestamente escrita por Elisabeth, donde decía que no podía
hacerse cargo de ellos.
Las
autoridades permitieron que Rosemarie y Josef cuidaran a los niños, aunque eran
frecuentemente visitados por asistentes sociales, quienes tampoco descubrieron
los horrores que ocurrían en la casa.
10 años
después del secuestro, Fritzl había adecuado la habitación para la joven y los
hijos que vivían con ella. En el cuarto se podía encontrar radio, televisión,
video, cocina y refrigerador con comida, la cual ellos podían preparar. Sin embargo,
cuando el hombre quería castigarlos, simplemente no bajaba a dejarles alimento
durante semanas o les cortaba la luz. Además los amenazaba diciendo que si
intentaban escapar abriría el gas para que muriesen asfixiados, lo que no era
cierto pues jamás se encontró evidencias de instalaciones de gas en el cuarto.
El hombre
bajaba al sótano a diario a las 9 de la mañana y a veces se quedaba toda la
noche allí, sin que nadie sospechara nada. Un día, sin embargo, uno de los
inquilinos de Fritzl le hizo ver que cada cierto tiempo escuchaba ruidos en
providentes del sótano y que su perro ladraba permanentemente hacía el lugar.
Josef le aseguró que sólo se trabaja de un calentador de aire viejo.
El 19 de
abril de 2008, la hija mayor de Josef y Elisabeth, Kerstin, comenzó a sufrir de
fuertes dolores de estómago cayendo inconsciente a las pocas horas. La mujer le
rogó a su padre llevarla a un hospital, quien finalmente accedió y llamó a una
ambulancia diciendo que había encontrado a la joven así en la puerta de su
casa.
En la
clínica, los médicos descubrieron que Kirsten de 19 años sufría de un problema
renal pero como no contaban con su historial médico comenzaron a buscar a sus
padres.
Al día
siguiente Josef volvió al hospital señalando que encontró una nota de la mamá
de la joven y que era nada menos que Elisabeth. “Por favor, por favor,
cuídenla. Kirsten le tiene miedo a la gente. Kirsten, por favor, mantente
fuerte hasta que nos volvamos a ver”, decía el papel.
La carta
dejó más preguntas que respuestas, por lo que la policía decidió investigar a
Fritzl y reabrir el caso de la desaparición de Elisabeth. Desesperado, el
hombre sacó a su hija del encierro y la llevó hasta el hospital, esta fue la
primera vez en 24 años que la mujer veía el exterior.
El médico a
cargo del caso de Kirsten dio aviso a la policía, quienes interrogaron a
Elisabeth, quien se negó hablar hasta que le aseguraran que no volvería a ver a
su padre. Fue entonces cuando contó toda la historia en detalle, señalando
incluso cómo la había obligado a recrear escenas de películas pornográficas en
frente de sus niños.
El 28 de
abril de 2008, Fritzl fue arrestado por cargos de asesinato, violación,
incesto, coacción y esclavización. El hombre reconoció todas las acusaciones y
fue condenado a cadena perpetua. No quiso apelar, se encuentra internado en
prisión para enfermos criminales de Stein, Austria, donde ha comenzado a
mostrar signos de demencia senil. Tiene 80 años.”[1]
¿Por qué sufre la gente buena? Sufre porque otras personas las hacen sufrir, aun existiendo fuertes lazos sanguíneos.
[1] Tomado de Bernardita
Villa. (2016) La historia del hombre que secuestró a su hija por 24 años y la
violó 3 mil veces en Bío bío.cl https://www.biobiochile.cl/noticias/sociedad/curiosidades/2016/08/13/la-historia-del-hombre-que-secuestro-a-su-hija-por-24-anos-y-la-violo-3-mil-veces.shtml.
Bajado el 13/01/2022
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