lunes, 18 de julio de 2022

Por qué sufre la gente buena.II

 Por qué sufre la gente buena. II

Mis amigos, gracias por leer mis textos. Les deseo un buen inicio de semana. Comparto con ustedes la continuación del escrito ¿Por qué sufre la gente buena?.

Espero sus comentarios

Un abrazo

Juan

La incertezas

No hay certezas en la vida. Esta es otra paradoja. La cultura nos enseña a creer en las certezas. Esta es una de las pretensiones de la ciencia, hacernos creer que el hombre tiene todo bajo control, que las probabilidades que algo pase son mínimas. “Si te portas bien de seguro te irá bien”. El naturalismo nos enseña casi que la materia es eterna, que lo que vemos es todo lo que hay y que todo se rige por leyes, leyes que no fallan (al menos en el laboratorio)

Lo mejor tal vez sea aprender desde niños que el devenir nos deparará muchas sorpresas y que la mejor escuela es estar preparado para cuando estos cambios lleguen. No hay nada fijo, no hay certezas, no entramos al mismo río dos veces, existen solo unas pocas verdades absolutas a las que acedemos por la fe.

 ¿Y si supiéramos la respuesta?

¿Qué sentimos  cuando escuchamos que alguien considerado malo está sufriendo? ¿Qué emoción experimentamos al oír que un violador de mujeres o de niños ha sido encarcelado? Habrá un grupo grande que sentirá alguna compasión, pero la gran mayoría experimentará alguna inconfesable satisfacción interior. La gente considerada mala no nos genera empatía. Nos genera rechazo y deseamos que paguen por sus actos. El sufrimiento de la gente que consideramos buena, en cambio nos produce empatía. Lamentamos lo que les ha ocurrido. Vemos el noticiero y lloramos al ver cómo la gente buena sufre y muchas veces se exacerban estos hechos para ganar sintonía. Hay una conexión inmediata con la gente buena. ¿Y si supiéramos algo más? una respuesta que nos sorprendiera y el misterio del sufrimiento de la gente buena fuera resuelto, ¿Seguiríamos sintiendo la misma empatía?

“Cuando tiene una explicación, el dolor ya no parece tan malo. Podemos tolerar el sufrimiento cuando sabemos por qué ocurre. Por lo tanto, si encontramos sentido al sufrimiento de la gente inocente, si podemos racionalizar la tragedia, entonces podemos vivir con ella. Podríamos oír el lamento de dulces niños que sufren y no horrorizarnos. Podríamos tolerar el ver corazones quebrantados y vidas destruidas, pues podríamos explicarlo ingeniosamente. Nuestra pregunta sería contestada y podríamos seguir adelante. Pero mientras el dolor de los inocentes sigue siendo algo candente, nos molesta su existencia y mientras no podemos explicar el dolor, debemos aliviarlo. Si el sufrimiento de la gente inocente no es adecuado para nuestra visión del mundo, debemos erradicarlo. En lugar de justificar su dolor, necesitamos librarnos de él.”[1]

El sufrimiento no tiene leyes, al menos no las observamos.

El sufrimiento es una experiencia independiente en sí misma. No tiene una manera única de comportarse, un orden al que las personas pueden someterse y de esta manera evitarlo. El sufrimiento no es un ente que nos diga “haz esto y me evitarás, o deja de hacer esto y me evitarás”, como no tiene una estructura, las personas no podemos hacer nada para no encontrarnos con él. ¿Será una cuestión de azar? ¿De probabilidades? ¿De genética? El sufrimiento no se rige por una ley o leyes que nos proteja si las obedecemos, ni es el resultado del obrar de una persona.

El sufrimiento es ciego

 No distingue entre personas buenas y malas. Así como el sol o la lluvia no hace distinción moral alguna, el sufrimiento tampoco. Y viene como un torrente indeseable que no respeta clase social, género, edad ni actividad. El sufrimiento nos iguala, nos hace humanos, y los humanos sufren. No le pasan cosas a la gente buena y a la gente mala, solo suceden cosas. Hay experiencias que son comunes a los “buenos” y a los “malos”: enfermedades, accidentes, problemas relacionales, imprevistos, desastres naturales, etc. Muchas veces intentamos controlar estas cosas que pasan por medio de las supersticiones, o pensamiento mágico, que son rituales que suponen evitarían esta cosas que pasan.

La genética

La gente buena está sujeta a las leyes de la genética independiente de su comportamiento y mucha gente buena arrastra enfermedades graves y sin cura que se manifiestan en diferentes edades y de acuerdo al entorno en que viven. Algunos datos curiosos sobre la genética por ejemplo son:[2]

1. Si viviéramos lo suficiente, todos desarrollaríamos cáncer. El cáncer es ocasionado por mutaciones en las secuencias de ADN, y aunque algunas de ellas son ocasionadas por factores como la luz ultravioleta y los rayos X, otras suceden simplemente por errores en la replicación del ADN. Es por eso que todas las personas están propensas a desarrollar la enfermedad, y si todos vivieran el tiempo suficiente, en algún momento de sus vidas la padecerían.

2. Los hombres viven menos que las mujeres: la culpa es de los genes

En 2009, un estudio de la Universidad de Agricultura de Tokio descubrió que un gen específico que se activa sólo en los hombres podría determinar por qué las mujeres viven más. El gen permite a los hombres desarrollar cuerpos más grandes y fuertes, pero con el costo de tener un menor tiempo de vida.

3. Tomaría 50 años transcribir el ADN a una persona. Si alguien escribiera 60 palabras por minuto en un teclado, en horario laboral (8 horas al día), le tomaría aproximadamente 50 años transcribir el genoma humano.

4. El genoma completo ocuparía 3GB en una computadora. La secuencia completa de nuestro ADN es lo que se le llama genoma. Nuestro genoma tiene alrededor de 3 billones de bases de ADN, lo que necesitaría 3 Giga Bytes de espacio de almacenamiento si quisiéramos guardar cada base en una computadora.

5. ADN desenrollado podría dar 600 vueltas de la Tierra al Sol. Si alguien tomara las cadenas de ADN de todas las células que tiene en su cuerpo, las desenrollara y las juntara punta a punta, tendría una cadena tan larga como para conectar el Sol y la Tierra 600 veces, o para conectar la Luna y la Tierra 6,000 veces.

 Joseph Merrick nació en 1862 en Inglaterra y murió a los 27 años. En sus primeros años de vida ya presentó anomalías en su piel que era grumosa y espesa, le salió un bulto grande en la frente. Sufría de una rara enfermedad de origen genética llamada Síndrome de Proteus, que es producido por un gen anormal del cromosoma 10, conocido como PTEN, Phosphatase and Tensine homologue, sólo existen un poco más de 200 casos en todo el mundo identificados, es decir, ¡una incidencia de 1 de cada 65.600.000 millones de personas. Fue conocido como el hombre elefante.

La maldad de otros

No hay nada que la gente buena pueda hacer frente a la maldad de otros y a pesar de su bondad sufre por el daño producido por terceros, “mi padre fue asesinado en un asalto” me contó una persona hace poco tiempo. “mi madre murió por una negligencia médica” me contó otra persona, muy afectada, un daño ajeno voluntario e involuntario.

Son muchos los ejemplos de gente buena que sufre por la maldad, por actos específicos de otros, maldad que la ley no siempre puede controlar. Maldad que ocurre al interior de los hogares, en los trabajos. Gente buena que sufre por la maldad de personas que debían amarlos y protegerlos y sin embargo los daña. No hay manera de impedir este daño de la gente buena. Un claro ejemplo de lo que estoy mencionando es la historia de Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten.

“El incesto existe desde el principio de los tiempos, sin embargo, uno de los casos más impactantes es la historia de Josef Fritzl, el monstruo de Amstetten, en Austria.

Fritzl mantuvo por 24 años secuestrada a una de sus hijas, periodo en el que no sólo abusó sexualmente de ella en más de tres mil ocasiones, sino que además procrearon siete hijos.

El hombre comenzó a violar a la niña cuando ella apenas tenía 11 años y a los 18 decidió encerrarla para siempre en el sótano del hostal donde él vivía junto a su esposa, y donde además arrendaba habitaciones.

Antes de convertirse en uno de los hombres más repudiados del mundo, Josef vivió junto a sus padres en Amstetten  y fue criado como hijo único. Su familia tenía serios problemas de dinero y su padre -también de nombre Josef- no hacía nada por solucionarlos, además le era constantemente infiel a su esposa.

Cuando Fritzl tenía cuatro años, su padre los abandonó y nunca más volvió a contactarlos, aunque con el tiempo se enteraron que el hombre había fallecido en 1944 mientras luchaba en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.

Su madre Mary, en tanto, era una mujer muy estricta y se esforzó por educarlo a como diera lugar. Lo matriculó en una escuela de Amstetten, donde era dos años más grande que sus compañeros. “Probablemente fue por la guerra que empezó la escuela tan tarde. Pero era un alumno que pasaba totalmente inadvertido. Incluso diría que fue uno de los mejores alumnos que teníamos”, señaló uno de sus compañeros, Karl Dunki, en el documental Josef Fritzl: Story of a Monster.

La relación con su madre era muy complicada y aunque de cierta forma  se sentía una especie de esposo para ella, tenía que aguantar constantes maltratos. “Ella nunca me mostró amor, ella me mordía y me pateaba hasta que yo estaba en el suelo y sangrando”, señaló Fritzl en una sesión con el psiquiatra austriaco Adelheid Kastner, la cual fue filtrada por el diario Österreich y posteriormente publicada por el diario inglés The Guardian.

“Me sentía débil y humillado. Nunca me dio un beso o un abrazo a pesar que traté de complacerla siempre. La única cosa que hizo conmigo fue llevarme a la Iglesia (…) Ella me insultaba, me decía era Satán y que no era bueno”, agregó.

Durante la investigación por el secuestro de su hija, también se descubrió que Josef mantuvo a su madre en cautiverio por alrededor de 20 años.

En 1965, la mujer se trasladó al hogar de Fritzl quien aún dolido por la vida que ella le dio, decidió vengarse encerrándola en el ático cuyas ventanas fueron tapiadas con ladrillos para mantenerla en la oscuridad. El hombre la mantuvo allí  hasta que la mujer murió en 1980.

La esposa de Josef, Rosemarie, aseguró que nunca sospechó lo que ocurría con su suegra.

Tras salir del colegio, Josef se comenzó a trabajar como ingeniero. En ese periodo conoció a una tímida joven de nombre Rosemarie, quien se convertiría en su compañera de años.

“Mi hermana siempre fue muy tranquila, una persona muy tranquila y silenciosa. No sobresalía entre la multitud como otros adolescentes. Era una chica tranquila. Se conocieron en una cafetería. Ella nunca había tenido un novio antes. Él fue el primero. Unas semanas después lo llevó a casa para conocer a nuestros padres”, señaló al mencionado documental, la cuñada de Fritzl, quien pidió ser identificada como Christine R.

La primera impresión de la familia fue buena. Casi todos vieron al hombre como una persona trabajadora y cariñosa, sin embargo, con el correr del tiempo esa opinión fue cambiando. A pesar de esto, Rosemarie de 17 años, se casó con Josef sólo meses después de conocerse en 1955.

El matrimonio se fue a vivir junto a los padres de la joven y con el tiempo formaron una familia compuesta por dos hijos y cinco hijas.

Josef continúo con los maltratos hacia su esposa los que no sólo eran físicos, sino que también psicológicos. Además de decirle gorda en cada oportunidad que tenía, se limitaba a darle dinero sólo para la comida y la amenazaba con echarla del hostal donde ahora vivían si no hacía lo que él decía. Por temor, ella siempre lo complacía.

Tras su captura por los horrores que cometió con su hija en 2008,  Josef seguía pensando que su esposa lo perdonaría. “Le he escrito ocho cartas. No he recibido respuesta. Pero sé que aún me ama porque ella siempre ha mantenido su fe en mí”, señaló en una entrevista con el diario Bild.

En 1966 la pareja tuvo a su cuarta hija a quien nombraron Elisabeth. Al igual que su madre, la niña tenía una personalidad tímida y tranquila, algo que no le gustaba a su padre pero que no impidió que comenzara abusar de ella cuando apenas tenía 11 años.

En 1983, cuando tuvo la edad suficiente para cuidarse de sí misma, huyó de su casa y se escondió en Viena, en el hogar de un amigo. La policía, sin embargo, dio con su paradero y la regresaron con sus padres.

Josef comentaba a todos sus amigos que la joven tenía malas compañías y que incluso bebía y se drogaba, por lo que no le extrañaría que volviera a huir de casa.

El 29 de agosto de 1984, Fritzl le pidió ayuda a Elisabeth para llevar una puerta al sótano -donde había construido una habitación secreta- . Cuando estuvieron allí el hombre puso una toalla con cloroformo en el rostro de la joven, quien quedó inconsciente de inmediato. Desde ese día, nunca más volvió a salir de ese cuarto. El hombre la mantuvo encadenada a la pared y sólo la liberaba para violarla.

Mientras eso ocurría la madre de Elisabeth presentó una denuncia por la desaparición de su hija, pero su esposo se encargó de difundir el rumor que la joven se había unido a una secta.

Cerca de un mes después de su partida, la familia recibió una carta supuestamente enviada por Elisabeth donde les pedía a sus padres que no la buscaran.

“Queridos mamá y papá. He decidido mudarme para ser independiente. Estoy con gente que me quiere y estoy a salvo. Por favor no se preocupes por mi ni vengan a buscarme. Esto es mi decisión, mi vida. Por favor, mándenle mi amor a la familia”, decía el mensaje, según consigna The Guardian.

En tanto, prohibió a toda familia e inquilinos que se acercaran al sótano diciendo que había problemas con la electricidad y podrían recibir una descarga.

Durante el tiempo que mantuvo a Elisabeth aislada, la mujer tuvo siete hijos con su padre. Según declaró ella, en 1996 tuvo gemelos, pero uno de los bebés nació con problemas respiratorio y Fritzl se negó a llevarlo a un hospital… El niño murió a los pocos días. Su padre se hizo cargo del cuerpo y lo cremó en la caldera del hostal.

Otros tres menores fueron arrebatados del lado de su madre y dejados en diferentes ocasiones afuera del hogar de los Fritzl para que fueran criados por Rosemarie.

Junto a cada bebé que no superaban los seis meses de edad, iba una carta supuestamente escrita  por Elisabeth, donde decía que no podía hacerse cargo de ellos.

Las autoridades permitieron que Rosemarie y Josef cuidaran a los niños, aunque eran frecuentemente visitados por asistentes sociales, quienes tampoco descubrieron los horrores que ocurrían en la casa.

10 años después del secuestro, Fritzl había adecuado la habitación para la joven y los hijos que vivían con ella. En el cuarto se podía encontrar radio, televisión, video, cocina y refrigerador con comida, la cual ellos podían preparar. Sin embargo, cuando el hombre quería castigarlos, simplemente no bajaba a dejarles alimento durante semanas o les cortaba la luz. Además los amenazaba diciendo que si intentaban escapar abriría el gas para que muriesen asfixiados, lo que no era cierto pues jamás se encontró evidencias de instalaciones de gas en el cuarto.

El hombre bajaba al sótano a diario a las 9 de la mañana y a veces se quedaba toda la noche allí, sin que nadie sospechara nada. Un día, sin embargo, uno de los inquilinos de Fritzl le hizo ver que cada cierto tiempo escuchaba ruidos en providentes del sótano y que su perro ladraba permanentemente hacía el lugar. Josef le aseguró que sólo se trabaja de un calentador de aire viejo.

El 19 de abril de 2008, la hija mayor de Josef y Elisabeth, Kerstin, comenzó a sufrir de fuertes dolores de estómago cayendo inconsciente a las pocas horas. La mujer le rogó a su padre llevarla a un hospital, quien finalmente accedió y llamó a una ambulancia diciendo que había encontrado a la joven así en la puerta de su casa.

En la clínica, los médicos descubrieron que Kirsten de 19 años sufría de un problema renal pero como no contaban con su historial médico comenzaron a buscar a sus padres.

Al día siguiente Josef volvió al hospital señalando que encontró una nota de la mamá de la joven y que era nada menos que Elisabeth. “Por favor, por favor, cuídenla. Kirsten le tiene miedo a la gente. Kirsten, por favor, mantente fuerte hasta que nos volvamos a ver”, decía el papel.

La carta dejó más preguntas que respuestas, por lo que la policía decidió investigar a Fritzl y reabrir el caso de la desaparición de Elisabeth. Desesperado, el hombre sacó a su hija del encierro y la llevó hasta el hospital, esta fue la primera vez en 24 años que la mujer veía el exterior.

El médico a cargo del caso de Kirsten dio aviso a la policía, quienes interrogaron a Elisabeth, quien se negó hablar hasta que le aseguraran que no volvería a ver a su padre. Fue entonces cuando contó toda la historia en detalle, señalando incluso cómo la había obligado a recrear escenas de películas pornográficas en frente de sus niños.

El 28 de abril de 2008, Fritzl fue arrestado por cargos de asesinato, violación, incesto, coacción y esclavización. El hombre reconoció todas las acusaciones y fue condenado a cadena perpetua. No quiso apelar, se encuentra internado en prisión para enfermos criminales de Stein, Austria, donde ha comenzado a mostrar signos de demencia senil. Tiene 80 años.”[1]

 ¿Por qué sufre la gente buena? Sufre porque otras personas las hacen sufrir, aun existiendo fuertes lazos sanguíneos.

 



[1] Tomado de Bernardita Villa. (2016) La historia del hombre que secuestró a su hija por 24 años y la violó 3 mil veces en Bío bío.cl https://www.biobiochile.cl/noticias/sociedad/curiosidades/2016/08/13/la-historia-del-hombre-que-secuestro-a-su-hija-por-24-anos-y-la-violo-3-mil-veces.shtml. Bajado el 13/01/2022

 



[1] Arón Moss

[2] https://www.vertigopolitico.com/todo-menos-politica/subetealtren/la-culpa-es-del-adn-10-datos-curiosos-sobre-el-genoma-humano

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