miércoles, 13 de mayo de 2015

Amigos, les comparto un adelanto de mi segundo libro. Espero que sea de bendición .
Tengo un hijo en el cielo. La experiencia de ver partir un hijo.
Saludos
Juan

En mi libro “Ahora que nos casamos” abordo también esta dimensión espiritual como parte integrante de la psiquis humana a la que deberíamos prestar atención y abrir el corazón, sobre todo ante la dolorosa muerte de un hijo. En ese capítulo me baso en tres fuentes para hablar sobre la dimensión espiritual del hombre: lo que dicen Las Escrituras, la psicología, y la evidencia empírica, estudios realizados al respecto.
El abordaje pastoral camina al borde del riesgo frente a la muerte de un hijo, porque hay muchas posibilidades que las personas se resientan con Dios, que sus convicciones religiosas se anulen y que la fe desaparezca. Son muchos los que luego de perder un hijo o enfrentar una pérdida dejan de creer en Dios, de hecho una de las bases del ateísmo moderno es la falta de respuesta frente al dolor, al sufrimiento. Viene a mi mente una mujer quien frente a su pérdida entre gritos desgarradores, abrazada al ataúd de su joven marido repetía una y otra vez ¡Dios no existe! ¡Dios no existe!
Sin embargo son muchos los testimonios que nos muestran casos donde los padres reconciliados con Dios dejaban partir a sus hijos confiando que iban a un lugar mejor y que su tiempo había llegado. Los abrazaban, les daban las gracias por el tiempo que los tuvieron, les decían cuanto los amaban y luego los dejaban partir.
Los sentimientos de enojo y traición con Dios
Enojo. Muchos padres en lugar de buscar refugio en Dios se enojan y se resienten. En estudios realizados se menciona que de los padres entrevistados, que habían perdido un hijo algunos habían dejado de creer en Dios. Es comprensible que muchos padres reaccionen de esa manera por el impacto y horror que se experimenta. Muchos se hacen inmediatamente la pregunta ¿Por qué Dios permitió que pasara? ¿Dónde estaba Dios? Son preguntas terribles porque no tienen una explicación sencilla y llevan a un debate teológico importante.
Tampoco se puede negar la subjetividad de esta reacción de enojo con Dios, porque muchos de los padres o familiares lo sienten cuando es el hijo propio y no siente el mismo malestar cuando es el hijo de otro, incluso muchas veces se reciben esas noticias con indiferencia o apatía, sin embargo el enojo contra Dios aparece cuando la muerte es cercana.
Personalmente, como pastor, graduado en Teología, tampoco me resultó indiferente la partida de mi hijo. He realizado un esfuerzo consciente por no cuestionar a Dios, ni preguntar ¿Por qué?, para ello me propuse desde el primer día fundamentar mi confianza en el carácter de Dios. Reconozco que la muerte de mi hijo ha sido duro, sin embargo he asumido (no sin dolor y resistencia) la actitud de siervo. Dios es bueno, no puede dejar de serlo porque él es perfecto, no importa lo que pase en esta Tierra, eso no cambia nada en él y yo no tengo la autoridad para cuestionar sus decisiones.
Traición. Hace años circula un texto sin autoría titulado Huellas en la arena, que dice:
Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.
Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.
Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.
Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: "Señor, Tu me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tu me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba".
Entonces, El, clavando en mi su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".

Este hermoso texto ilustra de manera perfecta la sensación de traición que los sufrientes experimentan y que de acuerdo a lo citado por el doctor Dobson alcanza a la mayoría de los cristianos…

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