El tiempo en un baúl de juguetes
Dedicado a Joaquín Andrés Barrera Torres
El tiempo se detuvo en un baúl de juguetes hace unos años, tu
baúl, tus juguetes. Hace seis años que el tiempo paró y hoy cumplirías 16. El
reloj detuvo su tic-tac en ese viejo cajón el día que partiste. Allí entre
super héroes, pelotas y camiones quedó atrapado algo de ti. Fuera del baúl, la
vida ha transcurrido con normalidad, para muchas personas, pero no para
nosotros, tu madre, tu hermano y yo. Nuestro sentido de normalidad cambió para
siempre ¡Oh! si al abrir aquel baúl viejo de mimbre amarillento y desgastado salieras
tú, con tu risa que lo llenaba todo y tus dientes de conejo, y nos hicieras
reír con las cosas que decías “buenos días mi chico”, “hola cochino Larry”, “me
siento mal por la riple”…y con ello volvieran las risas de una infancia hogareña
ya lejana, difusa y morriñosa. Pero eso no ocurrirá y como nosotros lo sabemos
preferimos no abrirlo, no deseamos develar el misterio o la magia, deseamos
mantener la esperanza, la alegría y el recuerdo. Allí están hace seis años tus
juguetes, esperándote silentes, inmóviles, sintiendo tu ausencia, tal vez entre
ellos hablan de ti y te extrañan tanto como nosotros.
El tiempo paró en el baúl de tus juguetes y atrapó ahí entre
el polvo y tus recuerdos, tus aventuras de niño. Tus sueños de niño, tu voz y
tu risa de niño y atrapó también mis sueños de papá, mis anhelos y mis lágrimas
de papá. Te confieso, Joaquín, que nunca lo abro aunque se donde está. No lo
hago, para no despertar la nostalgia adormecida, por algo de tiempo transcurrido
y para no sentir ese golpe desagradable en el estómago y ese nudo estrecho que
cada vez me viene a la garganta cuando te nombro ¿y si tu presencia se escapa
al sacar la tapa del baúl y me quedo sin tu recuerdo? No lo abro porque
prefiero dejar tu memoria atrapada entre los plásticos de colores, tu aroma,
tus huellas y los rayos de sol que se filtran por el baúl.
Joaquín, hoy cumplirías 16 años y ya no usarías tus
juguetes. Hoy serías un niño fuerte y lindo, un adolescente risueño y
agradable, como siempre fuiste, pero no jugarías con ellos. Por eso tampoco
quiero abrir el baúl, allí está encerrado el niño pequeño que eras cuando
partiste.
Estos eran los objetos queridos por ti, tus tesoros, tus
peticiones al viejo pascuero, tus regalos de cumpleaños. Los que tocabas,
manipulabas, con los que dormías, viajabas al espacio o al fondo de la Tierra, con
los que te divertías, con los que salías de aventura. Cada uno habla algo de
ti: Bob Esponja, Bart Simpson, el rey León, el señor cara de papa, el vaquero,
los barquitos para la piscina, las pelotas, los baldes para la playa, tus
revistas amarillentas ya, todo tiene algo de ti, en ellos hay algo de ti.
No abro el baúl porque si alguno de ellos me pregunta por
ti, tendré que decirles que te has ido para no volver y que donde estás no son
necesarios los juguetes y no deseo ponerlos tristes, porque desde tu partida se
han quedado , quietos y silenciosos, a la espera de que abras la tapa y los
invites a jugar. Entonces, yo tendría que inventar una mentira, pero ellos son
muy inteligentes y lo descubrirían y hasta el forzudo Max Steel se
entristecería, así que prefiero no abrirlo.
Feliz cumpleaños Joaquín Andrés, mi tesoro número tres
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