viernes, 27 de enero de 2012

Querido papá: La imagen paterna perdida


Querido papá: La imagen paterna perdida
Juan E. Barrera

Querido Papá

Parecías alto, altísimo, cuando yo era muy pequeño,/eras mi gigante bueno, compañero de mis juegos
mientras tú contabas lento, me escondía en el pasillo,/y como disfrutábamos cuando al fin dabas conmigo.
Eras grande, eras muy fuerte, inspirabas gran respeto,/eras mi caballo mágico trotando por el cielo,
me metía en tus zapatos intentando no caerme,/me sentía el rey del mundo dando pasos de gigante.
Era bello, era bellísimo,/lo recuerdo y te lo digo,/eras un perfecto ejemplo,/eras mi mejor amigo.
Pero un día, poco a poco, sin saber cual fue el motivo,/regresabas tarde a casa y mama sufría contigo.
Luego yo me despertaba asustado por tus gritos,/te notaba muy nervioso, nunca hablabas ya conmigo.
Otras veces me pegabas, tus palabras eran duras/y mi vida se llenaba de temores y de dudas.
Era duro, era durísimo,/yo te odiaba y te lo digo,/eras mi ídolo caído/mi tortura, mi enemigo.
Para mi llevar tu sangre era casi una condena,/pero al fin era la misma que corría por mis venas,
y ahora, padre, te lo escribo, como cuando era pequeño,/como cuando me llevabas de la mano por tus sueños./Ahora estoy muy confundido,/lloro mientras te lo digo,/la esperanza no he perdido,/padre, vuelve a ser mi amigo./Era bello; era bellísimo,/lo comprendo y te lo escribo,/cuantas veces tengo que morirme/para estar de nuevo vivo.
Marco Massini

Occidente ha perdido muchas cosas, ha perdido la paz, la seguridad, ha perdido la fe y está perdiendo la familia. Podrá parecer una visión apocalíptica pero las evidencias así lo indican. Fuertes índices de criminalidad en distintas partes del mundo, crisis económicas, que siempre golpean a los más pobres, falta de trabajo, menos tiempo libre, más horas de trabajo, para ganar lo mismo, una educación que ha abierto la brecha social más que unirla, un crecimiento demográfico que convierte a algunas ciudades de América latina en un lugar difícil de vivir y de soportar. Pero por sobre todo occidente está perdiendo la familia. Un modelo económico homogeneizante también ha infiltrado la familia, no podía ser de otro modo, ser familia hoy no es lo mismo que hace diez, veinte o treinta años atrás. Uno de los cambios que es posible notar es la pérdida de la imagen paterna, tal vez para nosotros esta pérdida ha sido sutil y hasta imperceptible, pero está ahí, trabajando. Estamos perdiendo a nuestros padres. Algunas de las razones que me atrevo a esgrimir son:
La legalización moral y jurídica de la homosexualidad. No existe, en muchos lugares y en muchos niños la diferenciación clara y unívoca de ser mujer y de ser hombre. Es posible ver en la televisión abierta, aún en horarios en que muchos niños miran la televisión, hombres besándose, hombres con aspecto muy varonil pero que son homosexuales, vemos adolescentes varones que “juegan” a besarse entre ellos. ¿Pensábamos que practicar abiertamente una preferencia sexual distinta no traería confusión en los niños? Con esto, y es muy fácil que ocurra, no quiero ser tildado de prejuicioso u otro adjetivo, de los que están de moda, sino solo meditar ¿Será que la práctica abierta de la homosexualidad traerá algún cambio en el desarrollo moral de nuestras generaciones? ¿Provocará algún cambio en nuestra concepción de familia? En este artículo menciono uno de esos cambios, la pérdida de la imagen masculina del padre.
Una segunda razón, creo se relaciona con el tema de la autoridad. Existe una pérdida de la autoridad masculina y los motivos creo, van desde los factores macro a los factores micro. Occidente ha perdido el concepto sano de autoridad. Por tantos años, los latinos estuvimos expuestos a regímenes autoritarios, de izquierda y de derecha, que ahora reaccionamos en sentido opuesto. Todo lo que huela a autoridad o “autoritarismo” lo rechazamos de inmediato, y en nombre de la democracia aceptamos cosas que hace unos años ni siquiera hubiéramos imaginado. Creo también que esta pérdida de autoridad resiente, de manera especial, a las clases pobre y media de nuestro continente. La falta de autoridad se refleja por ejemplo en leyes que se dictan para ser rotas, leyes que nadie respeta. Jueces que no hacen lo que tienen que hacer, que no ejercen su autoridad, influenciados muchos por ideologías distintas. Jueces que no protegen al débil y protegen al fuerte. Menoscabo de la autoridad policial. Es muy fácil burlar la acción policial, de una y mil formas. Vemos a diario como organizaciones, grandes instituciones, personas consideradas “importantes” nunca van a la cárcel. Los presidios están colmados de gente, pero siempre es gente pobre. Existen muchos otros que burlan la acción de la policía y siguen libres en nuestras calles.
Hay una pérdida de autoridad a nivel político. La clase política ha perdido autoridad y por dos razones, el descrédito que ha recaído sobre ella producto de su propio actuar, traducida en corrupción, robo, vida fácil, sus eternas discusiones, que muchas veces los entretienen y desvían de las cosas importantes de un país y la otra razón, su sustento ideológico. Por un lado existe un grupo de políticos atrincherados en sus ideas, tan atrincherados que eso no les permite ver lo que sucede a su alrededor, por otro lado existe un grupo que defiende los derechos de unos pocos y deja en la indefensión a muchos y otro grupo “pegado” en ideologías del pasado, que los beneficiaron prácticamente solo a ellos y a los que les resulta muy difícil abandonar su discurso predilecto. Existe, en este rápido examen, otro grupo de personas que son honradas, que tienen una verdadera vocación de servicio
¿Tienen estas personas autoridad cuando hablan?
La tercera razón es un menoscabo no sé si soterrado o abierto hacia la imagen paterna misma. Los medios de comunicación y la publicidad ensalzan al hombre de éxito, al hombre que gana mucho dinero, que viaja, que tienes lujos, pero no veo imágenes que exalten al hombre común, anónimo que trabaja día a día y cuya prioridad es su familia. Cada cierto tiempo los medios de comunicación muestran imágenes de hombres famosos jugando con sus hijos y lo hacen ver como algo excepcional, cuando en realidad debiera ser lo cotidiano.
Esta cotidianeidad también ha variado, las largas jornadas laborales no dejan tiempo para estar en familia, ya sea que ese padre gane mucho o gane poco, de todas maneras trabaja largas jornadas ¿Cuántos minutos dedica a diario un padre para hablar con sus hijos? El concepto de calidad por sobre cantidad es un substituto pobre de quienes no pasan tiempo con sus hijos, ambos deben ir de la mano, cantidad y calidad, e incluso el tiempo perdido con los hijos es tiempo ganado, por lo que no es perdido, es invertido. La imagen masculina se pierde si el padre está ausente, un padre trabajólico no es un padre, un padre que abandona a sus hijos no es un padre, un padre que no se involucra no es un padre, porque esta identidad no viene tan solo por un proceso biológico, sino que también por una decisión, una elección, la de ser padres, y a muchos no hacen esta elección.

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