jueves, 26 de noviembre de 2015


El tiempo en un baúl de juguetes
                              Dedicado a Joaquín Andrés Barrera Torres
El tiempo se detuvo en un baúl de juguetes hace unos años, tu baúl, tus juguetes. Hace seis años que el tiempo paró y hoy cumplirías 16. El reloj detuvo su tic-tac en ese viejo cajón el día que partiste. Allí entre super héroes, pelotas y camiones quedó atrapado algo de ti. Fuera del baúl, la vida ha transcurrido con normalidad, para muchas personas, pero no para nosotros, tu madre, tu hermano y yo. Nuestro sentido de normalidad cambió para siempre ¡Oh! si al abrir aquel baúl viejo de mimbre amarillento y desgastado salieras tú, con tu risa que lo llenaba todo y tus dientes de conejo, y nos hicieras reír con las cosas que decías “buenos días mi chico”, “hola cochino Larry”, “me siento mal por la riple”…y con ello volvieran las risas de una infancia hogareña ya lejana, difusa y morriñosa. Pero eso no ocurrirá y como nosotros lo sabemos preferimos no abrirlo, no deseamos develar el misterio o la magia, deseamos mantener la esperanza, la alegría y el recuerdo. Allí están hace seis años tus juguetes, esperándote silentes, inmóviles, sintiendo tu ausencia, tal vez entre ellos hablan de ti y te extrañan tanto como nosotros.
El tiempo paró en el baúl de tus juguetes y atrapó ahí entre el polvo y tus recuerdos, tus aventuras de niño. Tus sueños de niño, tu voz y tu risa de niño y atrapó también mis sueños de papá, mis anhelos y mis lágrimas de papá. Te confieso, Joaquín, que nunca lo abro aunque se donde está. No lo hago, para no despertar la nostalgia adormecida, por algo de tiempo transcurrido y para no sentir ese golpe desagradable en el estómago y ese nudo estrecho que cada vez me viene a la garganta cuando te nombro ¿y si tu presencia se escapa al sacar la tapa del baúl y me quedo sin tu recuerdo? No lo abro porque prefiero dejar tu memoria atrapada entre los plásticos de colores, tu aroma, tus huellas y los rayos de sol que se filtran por el baúl.
Joaquín, hoy cumplirías 16 años y ya no usarías tus juguetes. Hoy serías un niño fuerte y lindo, un adolescente risueño y agradable, como siempre fuiste, pero no jugarías con ellos. Por eso tampoco quiero abrir el baúl, allí está encerrado el niño pequeño que eras cuando partiste.
Estos eran los objetos queridos por ti, tus tesoros, tus peticiones al viejo pascuero, tus regalos de cumpleaños. Los que tocabas, manipulabas, con los que dormías, viajabas al espacio o al fondo de la Tierra, con los que te divertías, con los que salías de aventura. Cada uno habla algo de ti: Bob Esponja, Bart Simpson, el rey León, el señor cara de papa, el vaquero, los barquitos para la piscina, las pelotas, los baldes para la playa, tus revistas amarillentas ya, todo tiene algo de ti, en ellos hay algo de ti.
No abro el baúl porque si alguno de ellos me pregunta por ti, tendré que decirles que te has ido para no volver y que donde estás no son necesarios los juguetes y no deseo ponerlos tristes, porque desde tu partida se han quedado , quietos y silenciosos, a la espera de que abras la tapa y los invites a jugar. Entonces, yo tendría que inventar una mentira, pero ellos son muy inteligentes y lo descubrirían y hasta el forzudo Max Steel se entristecería, así que prefiero no abrirlo.
Feliz cumpleaños Joaquín Andrés, mi tesoro número tres