jueves, 29 de enero de 2015

Tu ausencia

                              TU AUSENCIA
Este 19 de enero hace seis años que te fuiste Joaquín, seis años que estamos sin ti, sin tu alegría y tu sencillez. Seis años del inicio, con tu partida, de un estado mental distinto y desconocido para mí llamado ausencia, y no me equivoco al usar la palabra estado, hace seis años vivimos en un estado de ausencia. Tus nueve años con nosotros me enseñaron muchas cosas inolvidables, profundas, fundamentales, pero con tu partida también he aprendido otras que jamás imaginé. He aprendido lo que es la nostalgia, el anhelo profundo, la melancolía. He aprendido que aunque ya no te volveré a ver más en esta tierra, tu ausencia es solo una no presencia física, porque siempre estás. Hablo de ti, te veo, te escucho, te huelo; en un remolino, en un volantín, en una canción y la ausencia se vuelve mayor, más sentida y más lacerante. Tu ausencia es la contradicción entre mi mente y mi corazón. Mi mente dice que ya no estás, desde ese Lunes , como hoy hace un tiempo atrás y que por lo tanto , la vida debería continuar, y eso hemos hecho, a pesar nuestro, pero la contradicción es con el corazón que dice que todavía estás aquí, que no te has ido, un corazón porfiado que te ve en cada cosa, cada día en cada detalle ¿Existirá alguna vez el pleno equilibrio entre mente y corazón? ¿El equilibrio entre olvido y recuerdo?
Joaquín, por ahora, tu ausencia es como una margarita que nunca ceso de deshojar o que nunca quiero acabar de deshojar, como si en ese último pétalo te volviera a perder otra vez. Tu ausencia es la herida de una amputación, ¿de mi corazón? No lo sé, que va sanando con el tiempo pero con la marca del órgano que ya no está y que duele aunque no existe. Tu ausencia es un dejo de tristeza en cada alegría, un vacío en cada llenura. Es la pena en cada risa. Es el amanecer que se espera con ansias luego de una pesadilla atroz, de un insomnio inquietante o de un dolor, que se piensa pasará al salir el sol, pero este nunca llega.
Tu ausencia es ese estado que, estoy convencido, no me dejará jamás y para el cual no tengo remedio natural. No hay una agüita para calmar la ausencia, no hay una píldora para aminorar la nostalgia de la no presencia. Pero he descubierto algo, cuando tu ausencia se vuelve desgarradora pienso, orando, en Jesús, el Gran Vencedor y te imagino caminando junto a él, de su mano, sí esa con la cicatriz de un clavo, e imagino lo que conversas ¿de tu madre? ¿de tu hermano? ¿de mi? ¿de tus abuelos? Te imagino sonriente, feliz, pleno, paseando por un gran campo lleno de árboles que se inclinan ante él y pájaros que cantando le adoran y recuerdan su perfección y su hermosura. Me imagino una vieja cruz en un rincón del cielo como recuerdo del sacrificio del Cordero y del dolor de ese evento y llevo a los pies de esa cruz horrible pero preciosa el dolor de tu ausencia y entonces recién siento paz y me vuelve la alegría y recupero mi equilibrio y siento que puedo vivir feliz un día más, un mes más, un año más. Finalmente Joaquín, te imagino junto a millones de personas cantando, al atardecer del día eterno “Digno es el cordero que inmolado fue” Te imagino alzando tus brazos y adorando a Jesús, lleno de su gloria y de su hermosura. Guarda un lugar para mi junto a ti, hijo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario