viernes, 6 de diciembre de 2013

El niño rey

El Niño Rey
       
Ps Juan E. Barrera     

Cada vez son mayores las quejas que provienen del ámbito educacional y que guardan relación con la conducta de los niños. Los profesores suelen lamentarse ante los padres “su hijo no puede quedarse quieto”, “Su hijo no obedece ni respeta las normas”, “Su hijo desea hacer lo que él quiere”, etc. Los padres muchas veces no alcanzan a escuchar nada más porque comienzan a defender al niño rey. La mala conducta de los niños es multicausal y el abuso infantil transita desde el abandono hasta la sobre protección y es esta última causa la generadora de grandes estragos en la conducta y en la vida emocional de los niños. Chiquillos que hacen pataletas, estudiantes que no cumplen sus tareas y no tienen responsabilidad alguna son respaldados muchas veces por unos padres sobre protectores. ¿Qué hacer? Es difícil porque en la sobre protección se entretejen experiencias personales traumáticas de los padres, temores, emociones negativas muy fuertes, falta de límites y la negación como defensa psicológica, entre otras situaciones. Muchas veces es necesario un tiempo de terapia en la que se trabajará básicamente varios aspectos: -los temores de los padres - la cultura familiar a la base de la sobre protección. -Otro aspecto a trabajar en la terapia consiste en sacar al niño del centro de la familia y reubicarlo en el lugar que le corresponde, el de hijo, el de hermano, el de nieto, no el de amigo, ni el de consejero o de tirano o rey. El “niño rey” debe dejar de ser rey sin perder con ello el amor y la preocupación paterna. Muchas veces el “niño rey” es el que verdaderamente manda en la casa. Los padres le consultan todo, ¡y obedecen! Por culpa, por remordimientos, por una ley de compensación, etc. Finalmente, se deberían trabajar de manera especial las fronteras y límites familiares. Poner límites es preparar al niño hasta cuando sea un adulto. Poner límites es ordenar el hogar, establecer roles, responsabilidades, horarios, un sistema de disciplina, de esfuerzo, de perseverancia. El autor de los proverbios escribió hace casi mil años antes de Cristo: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (22:6) ¡Cuánta vigencia tienen estas palabras hoy para nosotros!