sábado, 17 de agosto de 2013

Soldados de Dios
                      Ps. Juan E. Barrera 

         
Dime Señor/ si es verdad que el dolor/solo puede curarlo tu amor/si es que esta noche tan larga se irá/ y despierte./ Dime Señor/como puedo cambiar/ y entregarme a la paz sin temor/y que brille la luz entre la oscuridad/y seré tu soldado mejor/solo somos soldados de Dios./ En las montañas más altas del sur/ en lo más hondo del mar/busco un camino de vuelta al lugar/dame la verdad.

Estos no son versos de una canción “cristiana”, son versos de una canción popular, son de Vicentico y fueron puestos en su mente y corazón, si es que él es el autor, ¿Por gracia común? como un regalo en medio de otras canciones de amor y desamor. Lo cierto es que hay una gran verdad en estos versos por lo que resulta difícil no impresionarse. Hay una manera distinta de mirar el sufrimiento. Coloca a Dios en primer lugar y no al herido. Este último es solo un soldado de Dios. Hay muchas situaciones que parecieran ser una larga noche, tristezas que duran un año o cinco o diez o toda una vida y que resulta casi imposible dejar atrás, que son como un largo sueño del que no se despierta y cuya sanidad solo está en el revelado amor de Dios al sufriente. Aquí no hay rebelión ni enojo con Dios, al contrario hay un reconocimiento al amor de Dios que todo lo cura y la petición de sanidad no es por motivos propios como la felicidad o la comodidad, sino que es una petición de sanidad para seguir luchando y hacerlo sin temor. Lucen estos versos también un reconocimiento a la soberanía de Dios, ¡somos soldados de Dios! El Gran Comandante tiene el control y esta guerra es su guerra, no la nuestra, solo somos soldados de Dios, así que existe la posibilidad de salir heridos, porque la batalla es así, pero el soldado no está quejándose a pesar de estar en lo más hondo del mar o en la cima de una gran montaña. La verdad de Dios es lo que lo llevará de vuelta al lugar, el soldado de Dios busca la sanidad para seguir peleando. Isaías en el cap. 35:10 nos recuerda “y los redimidos del Señor volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido”. Ya no habrá más batalla sino paz y descanso y el abrazo del Capitán diciendo, “bien, buen soldado y fiel”.