lunes, 3 de diciembre de 2012

El arte de ser pareja


                                               Ps. Juan E. Barrera 
Ser pareja, en la opinión de los expertos es un arte, es decir, que es una mezcla de técnica y capacidades “innatas”, como lo es la pintura o la música. Esto pudiera parecer una exageración dada la gran cantidad de parejas que existen en comparación con el desarrollo artístico, siguiendo el mismo ejemplo, pero no lo es. Ser pareja es algo que se aprende, pero que necesita construirse a partir de algunos elementos básicos. Elementos emocionales desarrollados en la niñez, en la familia, en una red emocional sana. Existen muchas parejas, pero no todas se llevan bien ni son felices. Algunas sobreviven por años a la rutina y el tedio. Otras viven peleando y este llega a ser el único vínculo que los une. Si dejaran de pelear verían que no tienen nada. Otras parejas jamás debieron casarse. ¿Pueden cambiar las personas? ¿Se puede esperar un cambio del cónyuge? Sí, el cambio es posible, no obstante éste se produce bajo ciertas condiciones elementales para su realización. La primera es que la persona desee cambiar. No porque el cónyuge desee que cambie este lo va a hacer. Hay parejas que llevan años esperando que su cónyuge cambie, sin embargo esto no ocurre. El cambio es un proceso profundamente interior, un deseo íntimo de renunciar a ciertos hábitos, conductas, pensamientos, actitudes que son los que están dañando a la otra persona. La bibliografía y la propia experiencia clínica revelan que las condiciones para el cambio son:
1. Hacerse cargo de uno mismo. Escribí sobre esto en mi blog (Contra el mundo a favor del mundo) Esto quiere decir, en pocas palabras, que la persona debe asumir la responsabilidad por sus actos. No escudarse en un “es que yo soy así” ni culpar al otro, sino que en un acto de reflexión debe reconocer aquello que está dañando la relación y buscar el cambio.
2. Calmarse ante la situación conflictiva. Dejar de enredarse en los conflictos, “bajarse” de ellos y en lugar de gastar tiempo y energía en conflictos repetitivos o circulares, centrarse en la búsqueda de un cambio verdadero, perdurable, restaurador. Dejar de pelear y centrarse en el cambio.
3. Ordenar el “desorden”. Determinar cuáles son las conductas o actitudes que están dañando la relación. Priorizar en esta lista negativa. Focalizarse en los verdaderos conflictos y no en el ruido que ha inundado a la pareja. Dejar de buscar responsables y centrarse en la relación conflicto-emoción-interacción, pues este es el verdadero origen de los conflictos. El tipo de interacción que la pareja ha forjado, la música con la que bailan y las emociones involucradas.
4. Ser preciso.Centrarse en un problema a la vez. Partir con aquella conducta-emoción-interacción que más daño causa y que requiere urgente un cambio. Reflexionar (lo que ya es un desafío para muchos) cuándo y cómo se inició esa interacción negativa y los caminos hacia el cambio. Centrarse en ello hasta ver resultados.
5. Escribir la historia de los intentos de las soluciones pasadas, las que en lugar de producir el cambio lo han perpetuado. Los conflictos no se resuelven solos, el tiempo no arregla los problemas, al contrario, si estos no se solucionan el conflicto crece hasta el punto en que ya no hay marcha atrás, por cansancio, falta de compromiso, desinterés, etc. ¿Cuáles han sido las soluciones planteadas para cambiar? ¿Han resultado?
Hasta aquí algunas sugerencias en la búsqueda del cambio en la pareja. Recordemos las palabras del profeta Amós en el capítulo tres de su libro “¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo?” y las palabras de Salomón en el Cantar número 2  “Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas, porque nuestras viñas están en cierne”. Para ser pareja hay que caminar en la misma dirección, estar de acuerdo, caminar “enyugados”: El cambio es posible pero el yugo debe ser compartido. Las zorras pequeñas son aquellos conflictos, al parecer menos importantes y que si no se les toma en cuenta acabarán con el matrimonio. No cazarlas en el momento oportuno hará que el cambio se vuelva cada vez más difícil de realizar.