miércoles, 24 de agosto de 2011

Tatuajes y personalidad


Tatuajes y personalidad
Juan E. Barrera
Hasta hace unos cuantos a años atrás los tatuajes se relacionaban al mundo del hampa o a una clase social baja, pero hace un buen rato ya que eso ha cambiado y hoy es transversal. Es una moda que ha ingresado de la mano de los adolescentes y proviene, como todas las modas, de otros países, como Estados Unidos, algunos países europeos y latinoamericanos como Brasil y Argentina. ¿Por qué algunas personas, adolescentes y adultas usan tatuajes? ¿Se puede hablar de un perfil psicológico de quienes usan tatuajes? Sí, incluso existe una psicología del tatuaje. A modo general se puede decir que muchos de quienes usan tatuajes son personas que siguen una moda de la cual no pueden arrepentirse y que puede traer consecuencias negativas al momento de conseguir un trabajo o cuando sencillamente no quieran seguir luciéndolo. Otro grupo son idealistas, con un sentido de estética más refinado. Personas con un alto valor estético, unido a un grado importante de narcisismo y erotismo. Son personas transgresoras, que quieren decir algo y no siempre se atreven a hacerlo abiertamente. El tatuaje también puede jugar el rol de identidad, de pertenencia. Otro grupo numeroso ha vivido pérdidas significativas, duelos que les han dejado marcas y de los que desean dejar una huella imborrable. En este caso el tatuaje es un homenaje y un recordatorio de quienes ya no están, dolores inconfesables pero que son delatados por el cuerpo.
El lugar, el tamaño, la cantidad y el color del tatuaje dice mucho de la personalidad de la persona que lo lleva. En los pies indicará el deseo de estabilidad, de plantarse correctamente en la vida. En los glúteos, obviamente indica narcisismo, deseos de destacar, de ser mirada, de transgredir, de jugar. Si es pequeño es un indicador de represión, tener el deseo de decir algo pero sin atreverse. El color azul es un indicador de sensibilidad, de intuición pero de baja estima. Dos tatuajes refieren a personas indecisas, uno a quien transgrede, pero que tiene límites, sabe hasta donde llegar.
Una palabra especial merecen las personas que usan muchos tatuajes, tatuajes recargados. Su perfil psicológico responde a personas que disfrutan del dolor y la violencia y lo vuelcan sobre sí mismos. Si son hombres puede ser un fetiche de virilidad, por el dolor soportado en proceso del tatuaje. En algunos casos tatuarse llega a convertirse en una adicción. La persona siempre quiere hacerse otro tatuaje, y luego otro, y luego otro y va llenando su cuerpo de dibujos y figuras de distintos tamaños y colores. Muchos tatuajes son indicadores de emociones negativas totalmente identificadas. Insatisfacción. La persona se encuentra peleando contra el mundo y todos están en contra suya. Está en oposición al sistema, a lo convencional. Se siente inadecuada, inadaptada, sin hallar su lugar. Tiene ganas, convicciones, deseos, pero por alguna razón es incapaz de comunicarlos, de mostrarlos y lo hace a través del cuerpo, del que tampoco está contenta e intenta arreglarlo, decorarlo. Es una persona que tiene convicciones, que almacena violencia, dolores, erotismo, pero que la confunden y sigue luchando contra todo. El cuerpo abundantemente tatuado, con distintos tamaños y colores es el reflejo de esa confusión.

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