martes, 15 de junio de 2010

Las cosas que me han sucedido



Iglesia Bíblica Independiente
San Joaquín. Santiago Chile
Domingo 6 de Junio de 2010

Título. “Las cosas que me han sucedido”
Texto: Filipenses 1:12-30

Introducción.
Este pasaje. Nos lleva de un empujón a uno de los temas complicados del cristianismo actual, aunque en realidad siempre ha sido un tema delicado ¿Por qué sufre un cristiano? ¿Por qué sufre la gente buena? ¿Por qué Dios no interviene en situaciones donde esperamos que él lo haga?
Pablo, el fiel y apasionado apóstol de Dios, el proto misionero, el apóstol de los gentiles, está encarcelado en Roma, probablemente. Está con muy pocos amigos, viejo y cansado, pero lleno de fe, de amor, de gozo y de esperanza. Está sufriendo, en circunstancias duras pero su carta irradia gozo ¿Cuál es su secreto? ¿Se puede ser feliz a pesar de las circunstancias contrarias? ¿Se puede construir de alguna manera la felicidad? ¿O la antigua canción de amor tiene la razón: no se puede reparar un corazón destrozado?
¿Por qué enferma el esposo amado o la esposa tan querida muere? ¿Por qué falla el negocio donde estaban invertidos todos los ahorros de una vida? ¿Por qué la gente que ama a Dios sufre? ¿Por qué existe el dolor? ¿Por qué existe la muerte, el llanto, el clamor y el dolor?
En este pasaje el apóstol, bajo su declaración de “Las cosas que me han pasado” no nos da respuestas, no aclara los porqués. Simplemente nos muestra con su vida como sobrellevar el sufrimiento, como vivir con el dolor, como dar sentido al dolor y cual debe ser la actitud de un creyente fiel frente a las circunstancias adversas. En este pasaje, a pesar de las circunstancias contrarias por las que atraviesa este siervo del Señor él nos enseña como obtener gozo frente a ellas. ¿Es posible tener gozo frente a las circunstancias negativas o al menos una actitud serena y de confianza ¿Cuál es la receta, si es que existe? El apóstol nos da dos de sus secretos, secretos revelados por el Espíritu del Señor a nosotros, hombres débiles, dolientes, heridos y quebrantados.
¿Qué hace que el apóstol Pablo pueda mantener su gozo en medio de las circunstancias que le son tan contrarias? ¿qué es lo que él nos enseña?
Veamos:
I. El sufrimiento tiene un sentido: “…han redundado más bien para el progreso del evangelio”V.12
Frente a la pérdida, cualquiera sea esta, humana o material, real o imaginaria la persona entra en un período de depresión, sufre un trastorno en su ánimo, que puede variar desde leve hasta muy severo. Los síntomas de una depresión son:
caída del ánimo
• pérdida de energía e interés
• sensación de enfermedad física o debilitamiento
• baja concentración
• apetito y sueño alterados
• disminución de las funciones físicas y mentales
-problemas físicos genuinos dolor pre-cordial
-indigestión
- dolores de cabeza
- periodos alterados, en el caso de las mujeres
Además de sentimientos de:
• desesperanza
• desamparo
• culpa
• ansiedad
• tristeza
¿Vemos alguno de estos síntomas en el apóstol Pablo? Cuando uno lee la epístola completa y con detención descubre un espíritu contrario al cuadro presentado. Uno lee repetidamente la palabra gozo, gozaos, ánimo. Una sola vez aparece la palabra tristeza (2:27-28) que deja ver que el apóstol también pasó por un período de tristeza. Con excepción de estas palabras La epístola huele a eternidad a triunfo, a victoria, a cielo.
¿Qué produce esta actitud en este hombre? El sentido que él le da. Está solo, lejos de su casa, sin comodidades, viejo, debilitado, casi ciego. Abandonado por muchos, carente de las cosas mínimas, privado de sus derechos básicos, de la libertad, de la privacidad, de su familia, prisionero de un imperio perverso y sanguinario que es contrario a su fe. En un sótano de algún edificio imperial en Roma o en Efeso, encadenado a un guarda día y noche, en el total anonimato y olvidado por muchos, salvo un puñado de amigos que le envía una ofrenda y un representante para reconfortarlo y que después de un tiempo prefiere partir de regreso.
Sin embargo al hacer una evaluación de su situación es capaz de decir:
“las cosas que me han sucedido han redundado más bien para el progreso del evangelio”V.12
Los hermanos, los amigos del apóstol, las personas que formaban la comunidad cristiana en Filipos, al ver la fidelidad de Pablo y saber que estaba prisionero sólo por el hecho de ser un testigo de Cristo, cobraron ánimo.
La idea original de estos vocablos “Cobrar ánimo” es la de una persona que se abre camino por entre la maleza con un machete. Así que el concepto sugiere la idea que los hermanos comenzaron a avanzar otra vez eliminando los obstáculos, la “maleza” del camino y comenzaron a predicar la palabra.
Describir no es lo mismo que explicar y lo que este hombre de Dios hace en este pasaje no es explicar el por qué del sufrimiento, no hace una reflexión filosófica ni discursiva acerca del dolor, pero si describe lo que ha acontecido a su alrededor con las cosas que le han sucedido. Su encarcelamiento, la privación de su libertad “Ha redundado más bien para el progreso del evangelio”.
El creyente maduro frente a la adversidad no puede no dolerse, ni entristecerse, pero debe ser capaz de crear esta actitud. Lo que ha sucedido no se puede cambiar, hay cosas que no pueden volver atrás, sin embargo el creyente maduro en algún momento y lleno de la gracia y la misericordia de Dios deberá buscar las consecuencias positivas de lo que sucede a su alrededor y pensar de que forma lo que le ha sucedido puede redundar parta el progreso del evangelio.

Para desarrollar esta actitud es necesario hacer otras cosas antes:
1. Tener un corazón para Dios y su obra
2. Ejercitar fe en la multiforme gracia de Dios
3. Vaciarse de si mismo y buscar la plenitud de Dios
Ilustración. Extracto de un mensaje sobre misiones que yo traduje del portugués.
Recuerdo que hace unos años volví a China a visitar una señora creyente, china. Ella estuvo presa durante 23 años y acababa de ser puesta en libertad. Esta señora venía exactamente del área cultural y tradicional budista en la China. Después de convertirse al cristianismo, quedó desligada de su familia, y se volvió una evangelista eficiente, viajando por toda la China, predicando la Palabra de Dios e invitando a la salvación a muchos millares de jóvenes. Pero en 1957 fue apresada y enviada a un campo de trabajo en Mongolia. Durante 23 años esta evangelista vivió “en el infierno”. Nosotros la visitamos en una pequeña “pieza” de madera en la terraza de un pequeño edificio. Nos sentamos frente a ella y entonces ella nos contó algunas de las torturas más inhumanas. Nos contó que fue esposada y se quedó así en los primeros años. Se negaban a quitarle las esposas. “Después de algunos meses las esposas comenzaron a oxidarse, a herir y a penetrar en mi carne. Después de algunos meses ya no podía ver las esposas, solo podía ver un poco de la cadena que salía por sobre la hinchazón de mi carne”. Ella dijo:” ¡era muy doloroso!... ¿Comida?-nunca me sirvieron comida; la arrojaban siempre en el piso y yo tenía que lamer y comer como un perro. Una joven en un campo de concentración chino fue violada innumerables veces”. Nosotros estuvimos allí sentados con aquella señora oyéndola hablar de aquellas torturas y no pudimos dejar de llorar, no aguantamos, no pudimos soportar. Pero ella nos confortó y nos dijo: “aunque a mi lado, estaba una mujer loca, descontrolada, que en su ira apuñaló a su marido y estranguló a sus propios hijos, y un poco más allá en un tipo de mazmorra había otro asesino, y más allá había otro homicida, aquí un ladrón…en torno a mi solo había asesinos, ladrones, personas que se odiaban unas a otras y al mismo Dios…”-ella continuó-“Cuanto deseaba yo poder ir hasta aquella mujer loca y descontrolada, tomarle las manos y decirle: Jesús te ama-Cuánto deseaba poder ir hasta el fondo del corredor, a la horrible celda de aquel asesino y decirle “para de blasfemar contra Dios, porque Dios te amó de tal manera que dio a su propio Hijo para morir por ti”, pero no tenía autorización para hablar. ¡Para mi esa era la peor de todas las torturas! Ese era el peor de todos los castigos!” Pero esa hermana siguió contándonos: “Una noche, 19 meses después, yo estaba durmiendo en ese piso helado, grasiento y horrible, toda enrollada para conseguir calentarme un poco, cuando de repente, me despertaron. Cuando miré hacia arriba, vi toda esa gente furiosa, la mujer loca, el asesino, el ladrón, el guardia comunista. Estaban allí de pie, empujándome y preguntándome con aire de desprecio:” ¿Qué pasa contigo?”¿Por qué estás tan feliz? Intenté levantarme; no osé hablar, solo moví la cabeza. Intenté negar que estuviera feliz, pero ellos continuaron incomodándome e hiriéndome y decían “sí tú estás feliz”. Aún ahora cuando estabas durmiendo, estabas sonriendo satisfecha, como un bebé. ¿Por qué estás tan feliz? Me apretaron contra la pared y yo no me atrevía a hablar, pero rápidamente usé el pie, y en aquel grasiento suelo escribí el nombre ¡J-E-S-U-S!”. ¿Por qué estás tan feliz?...al ver aquel nombre, todos ellos, como si hubieran sido tocados profundamente por Dios, cayeron sobre sus rostros y lloraron copiosamente. Y la señora continúo:”esa noche ¡todos se acogieron en los brazos de Jesús! ¡Veinte y tres años!, pero alabado sea el Señor porque más de 400 de mis compañeros de trabajos forzados encontraron a Jesús como su Salvador”.
Aplicación.
1. ¿Tendremos el corazón de Pablo para evaluar nuestras pérdidas y buscar en ellas la manera de que eso redunde para el bien del evangelio?
2. ¿Experimentaste un divorcio reciente? ¿Estás solo, estás sola? ¿De qué manera ese quiebre puede redundar para el bien de la obra de Dios?
3. ¿Podrá la crisis que acaban de enfrentar como iglesia redundar para el bien de la obra de Dios?
4. ¿El abandono, el rechazo, el desprecio, el abuso, la humillación de que somos víctimas tantas veces puede redundar para el progreso del evangelio?
5. ¿Pueden nuestras carencias, físicas, emocionales, económicas redundar para bien del evangelio?
6. Algo personal: Antes que tuviéramos auto yo me iba caminando hasta la escuela donde trabajo, en dirección oriente, temprano en la mañana, cuando el sol recién comienza a aparecer por la cordillera y entre lágrimas repetía el salmo “Alzaré mis ojos a los montes ¿De dónde vendrá mi socorro? Y le preguntaba y todavía hoy lo hago ¿Era necesario Señor? Han pasado 16 meses y recién tengo el coraje para preguntarle al Señor ¿Puede esto Señor redundar para bien de tu obra? ¿Yo te puedo servir mejor de esta manera? ¿Puedes usar la partida de mi hijo para bien de tu obra? No tengo respuesta, sólo lloro y pido en el nombre de Jesús que así sea.

II. El sufrimiento tiene un propósito: v.20 “Será magnificado Cristo en mi cuerpo o por vida o por muerte”v.20
Esta es la segunda actitud desarrollada por el apóstol Pablo, tampoco nos explica el por qué del dolor, pero ayuda a encausar el sufrimiento. Si pudiéramos parafrasear al apóstol el diría algo como, “No se por qué ocurre todo esto, no tengo una explicación, pero eso no es lo importante, lo que realmente vale es que Cristo sea glorificado en mi”.
¿Cómo es que un hombre puede hacer una declaración así? ¿La vida y la muerte es lo mismo para él? En este pasaje hay pistas de cómo es que el apóstol llega a esta conclusión.
1. Para Pablo la vida no tenía separación de esferas, vida-muerte. La vida no era dicotómica. Existía una sola vida y esa es la vida eterna, por lo tanto, ya fuera que Nerón lo libertara o dictaminara su ejecución no hacía diferencia. El no sería avergonzado jamás.
2. La vida, la verdadera vida es Cristo “porque para mi el vivir es Cristo” En este pasaje el pastor Pablo nos muestra todo su corazón, toda su fibra, toda su única preocupación Magnificar, glorificar a Cristo.
Resulta hasta extraño leer estas palabras, la vida, la salud, la enfermedad no era lo primordial, lo sustancial era que Cristo recibiera la gloria. Si estaba enfermo, si estaba solo, si estaba prisionero, eso era secundario. El que creía en Cristo debía tener también el privilegio de padecer por él. (v.29) y él encontraba gozo en ello.
3. La muerte para el apóstol tampoco era una experiencia terrible, era el traspaso a algo que él esperaba hacía mucho tiempo, su encuentro cara a cara con Jesús. Tampoco importaba el como de la experiencia de muerte, lo importante era quien lo esperaba, Cristo y esto también magnificaba a Cristo. Morir era ganancia, era mejor que estar vivo
¿No huele esto a eternidad? ¿No hay aroma a cielo en estas palabras?
La vida moderna, más que nunca en la historia pone el acento en:
-la belleza
-la comodidad
-en la calidad
-en la abundancia (aunque siempre es sólo para unos pocos)
- en lo lindo, lo estético
Todo lo que escape a estos cánones es rechazado, reprimido o negado: lo feo, lo tosco, lo asimétrico es negado o rechazado y valoramos la vida según estos principios cuando en realidad lo único que deberíamos tomar en cuenta es si todo lo que nos toca vivir glorifica a Dios, magnifica a Cristo.
Ilustración:
Hace muchos años atrás, antes del año 70 de nuestra época y contemporáneo de Jesús, el Señor, un hombre escribió lo siguiente:
“¿Y qué más tengo que decir? Tiempo me faltaría para hablar de la fe de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y de todos los profetas, individuos que por fe ganaron batallas, conquistaron reinos, gobernaron bien, alcanzaron lo que Dios les había prometido, salieron ilesos de cuevas de leones y de hornos encendidos, escaparon de morir a espada, recibieron fortaleza cuando estaban débiles, enfermos o en el fragor de la batalla y pusieron en fuga ejércitos extranjeros. Y hubo mujeres que por fe vieron resucitar a sus seres amados.
Otros murieron en medio de espantosos tormentos. Sin embargo, prefirieron morir antes que negar a Dios, porque tenían fe en que resucitarían a una vida mejor. Algunos sufrieron vituperios, azotes, cadenas y mazmorras, o murieron apedreado a serrados. A otro se les prometió la libertad si renunciaban a su fe y luego los mataron a espada. Algunos anduvieron vestido de piel de ovejas o cabras pobres, angustiados, maltratados. El mundo no merecía que vivieran en él. Anduvieron errantes por los desiertos, los montes, las cuevas y las cavernas. Más aún que confiaban en Dios y Dios los había probado no alcanzaron a ver cumplidas en este mundo todas sus promesas, porque el Señor quería que esperaran y participaran de la muy superior recompensa que había preparado para nosotros.
Se le atribuyen al mismo Pablo estas palabras, son de la epístola de Hebreos en al capítulo 11. Este pasaje es un himno en honor de los ,mártires, de aquellos, que prefirieron morir y glorificar a Cristo por medio de ello que renegar de su fe. ¿Nuestras pérdidas pueden glorificar a Cristo?
Aplicación.
1. ¿De qué manera glorifica a Cristo mi enfermedad?
2. ¿De qué manera un hijo rebelde o un matrimonio quebrado puede glorificar a Cristo?
3. ¿Puede Cristo ser glorificado aun en nuestros pecados?
4. ¿De qué manera nuestras pérdidas glorifican a Dios?
Conclusión.
El dolor de nuestras pérdidas será menor y el sufrimiento será menos, si somos capaces de cultivar estas dos actitudes:
1. Pensar de qué manera mis pérdidas pueden redundar para bien de la obra de Dios.
2. Pensar de qué manera mis pérdidas pueden glorificar a Dios.