sábado, 24 de mayo de 2008

La fatiga y la comunión con Dios


La fatiga y la vida cristiana
Juan E. Barrera

Este título casi de manera automática nos lleva a pensar en los grandes problemas de la vida moderna, entendiendo por estos términos, la vida de hoy, la vida actual y en verdad que el actual estilo de vida nos debe obligar a pensar en nuestra práctica cristiana de manera general, pero en este momento no es eso lo que quiero hacer. Mi interés es poner la atención en las cosas pequeñas, aunque tampoco estoy seguro si esa es una designación correcta, pero la diferencia que deseo hacer es entre las grandes presiones de la modernidad a la fe cristiana y las pequeñas presiones, puertas adentro, que repito no estoy seguro si en verdad son pequeñas, pero en fin, aquí van lagunas reflexiones.
¿Se puede ser cristiano y mantener una práctica cristiana sólida en el día de hoy? ¿Cuáles son algunas de las dificultades que enfrenta el cristiano común que desea ser fiel? ¿Existe salida para estas dificultades? Leemos acerca de los grandes hombres y mujeres de Dios en el pasado y quedamos sorprendidos y anhelamos la clase de vida que ellos llevaban. No salió el sol en la China antes que Hudson Taylor estuviera de rodillas orando a Dios e intercediendo por sus habitantes. Susana Wesley a pesar de sus muchos hijos y de los muchos quehaceres domésticos encontraba tiempo para Dios, de A.W. Tozer de dice que a pesar de sus muchas ocupaciones era un hombre de Dios, que procuraba la santidad en su vida y era un hombre de oración. La lista podría continuar, Lucero, Baxter, Muller, etc No hay duda que este fue el secreto del éxito de su vida y ministerio. Pero ¿Qué ocurre en el día de hoy? ¿Se puede vivir esa clase de vida? ¿Qué problemas enfrentamos los cristianos de hoy?
El problema de la fatiga.
La fatiga es uno de los problemas serios que debemos enfrentar en el mundo de hoy. Sentirse cansado, fatigado es una respuesta normal del cuerpo frente al esfuerzo físico, pero se convierte en un problema más serio si esa fatiga tiene además otras causales, que son las que deseo mencionar en este artículo.
El esfuerzo físico producido tras largas y agotadoras jornadas laborales. El día del trabajador fue instaurado luego del asesinato de unas mujeres trabajadoras textiles en Chicago quienes peleaban por tener jornadas solo de ocho horas además de otros beneficios. Bueno, en la actualidad han pasado muchos años y son muchas las personas que trabajan más de ocho horas al día, ya sean profesionales o no profesionales. También un importante grupo de personas tiene dos empleos como una forma obligada de mejorar sus ingresos económicos, los trabajos son extenuantes o llenos de tedio, cuando la labor resulta ser repetitiva, lo que también produce cansancio.
La fatiga puede provenir de hacer por años un trabajo repetitivo y considerado sin valor por el trabajador. Trabaja y trabaja pero nunca ve el resultado de su trabajo, es el caso de operarios que sirven en una línea de producción y que realizan una labor muy específica. El tedio puede provenir también de un trabajo mal considerado socialmente, un trabajo donde el trabajador es una persona inexistente, invisible. Todos hemos tenido la terrible sensación de mirar por la ventana del lugar donde laboramos, ver la gente pasar, ver el sol o la lluvia en invierno, ver todo ese movimiento y sentir que nos estamos perdiendo la vida allí encerrados. También hemos tenido la alegre sensación de salir temprano del trabajo sin anuncio y ver como todo funciona en el horario en que no estamos y llegar a casa.
Personas que conducen por la ciudad todo el día, mujeres que cuidan niños toda una jornada, médicos, profesores, vendedores, obreros en fábricas, altos ejecutivos, empresarios, todos están sujetos a largas jornadas de trabajo y que en la práctica pareciera que se seguirán extendiendo en lugar de acortarse. En Japón muchos empleados de grandes empresas arriendan un nicho, literalmente hablando cerca de la empresa y allí van a dormir un par de horas después de una larga jornada laboral, para luego continuar laborando muy de mañana, en lugar de volver a sus casas que quedan distantes de la empresa donde trabajan. No en vano este país tiene un altísimo índice de suicidios y de cuadros depresivos. La tecnología, los grandes edificios, las transacciones bursátiles, sus éxitos en educación les ha quitado lo más importante, la vida, la verdadera vida.
A las jornadas laborales hay que agregar el tiempo de demora en llegar a los lugares de trabajo. La explosión demográfica, la extensión de las ciudades hacia la periferia, el agrupamiento de los lugares de trabajo en zonas industriales, y otras tantas razones hace que las distancias en las ciudades sean cada vez mayores. Malas redes de transporte estatal o público convierten el viaje de ida y regreso al trabajo en una verdadera jornada más. Una hora y hasta dos horas son el promedio en Chile para llegar a los lugares de trabajo en la actualidad y basta tomar transporte a cualquier hora para ver gente durmiendo ya sea en el metro o en las micros.
Una persona promedio en nuestras ciudades se levanta a las seis de la mañana y vuelve a su casa a las ocho de la noche, es decir pasa 15 horas fuera de su casa, lo que le queda de ese día lo debe dedicar a su familia, a sí mismo, a su casa, lo que en verdad no hace porque solo desea dormir. Si la persona trabajadora es una mujer entonces el esfuerzo físico y la fatiga se duplica, porque después de una larga jornada debe llegar a trabajar a la casa. Cocinar para el otro día, ver los hijos, hacer las tareas escolares, planchar, etc no en vano, este grupo de mujeres se encuentra entre las más angustiadas de la sociedad actual. Esta situación varía un poco si el hombre se interesa en las cosa domésticas y los roles de la casa se comparten. Lentamente se está produciendo este cambio, tal vez con mayor rapidez en la clase profesional.
Algunos de los síntomas físicos de la fatiga son, sensación de no haber dormido bien, facilidad para dormirse si la persona se sienta o se está quieta, dormir en el bus, dormirse frente al televisor, síntomas físicos como dolores de espalda, en la nuca, en la cintura, cefaleas, etc. Los síntomas emocionales de esta fatiga son los trastornos anímicos: ansiedad, depresión (hasta la angustia) y estrés. La fatiga es esa sensación de que nunca se puede descansar, que aunque se duerma y se intente relajar no se puede, siempre hay cosas que hacer. La fatiga crea un camino que prácticamente todas las personas transitan: el ajetreo diario, la casa, el trabajo, las preocupaciones, las cuentas, la falta de dinero, la crianza de los hijos, si es que se los tiene, sumado a la falta de descanso y falta de sueño va produciendo estrés.
El estrés. Las señales más frecuentes de estrés son: irritabilidad, variación en el ánimo, olvidos, reacciones impulsivas, brusquedad en el trato con los otros, aumento en el consumo de sustancias, músculos contraídos, etc.
El estrés es la señal de alarma del cuerpo que indica que este debe parar. Hay algunos factores protectores del estrés como el diálogo interior, un locus de control interno y otros, pero finalmente el cuerpo avisa que ya no da más, que ya no queda energía, entonces se recurre al café, por ejemplo, que activa en el momento, pero que a la larga provoca más tensión. En las ciudades es fácil estresarse, son múltiples los factores, el trabajo, como estamos viendo, los problemas de transporte, problemas sociales no resueltos, excesivas actividades, falta de tiempo, problemas de relaciones, etc. Si la persona no obedece al cuerpo cuando este le avisa que debe parar, este se enferma, problemas a los riñones, gripes sorpresivas, dolores de espalda, cefaleas y otras muchas enfermedades, algunas graves como las gastrointestinales.
Si la persona no logra descansar lo suficiente, lo más probable que del estrés pase a un período de depresión. Al comienzo la persona trata de hacer todo lo que más puede, se esfuerza, pero se va quedando con la sensación que no puede más, que debido al trabajo, o a sus estudios se está perdiendo la vida, se está perdiendo de ver crecer a sus hijos, que ya no tiene tiempo para sí, se da cuenta que hace mucho que no hace sus actividades favoritas, y que nunca tiene tiempo libre. Esta sensación de pérdida lo deprime. Comienza a ver todo el entorno de manera negativa, siente que no tiene el control de su propia vida, que lo ha perdido, que no puede hacer nada para cambiar las situación, y comienza a reclamar: que si el gobierno realmente hiciera su parte la situación sería distinta, observa los indicadores económicos, los problemas del país y siente que en realidad el entorno se ve muy malo, que el sistema de salud es malo, que la educación es mala, que la delincuencia es tan elevada, etc. Ve la televisión y solamente hay noticias terribles. Se siente descontento con el trabajo, tampoco se siente feliz con su familia y entonces comienza a tener una visión mala también de sí mismo. Se ve a si mismo como muy malo, mal padre, mala madre, mal estudiante, inútil, incapaz, que por más que intenta hacer bien las cosas no las puede hacer o estas no resultan. Se levanta muy temprano cada día y se acuesta muy tarde por las noches .Comienza a recriminarse, sienta que tiene la culpa de lo que pasa, por no haber estudiado más, por no conseguir otro trabajo, no tiene tiempo libre, se siente eternamente postergado, relegado, se siente poca cosa, siente que no es más que un pequeño engranaje en el sistema económico y que en realidad él no le importa a nadie. Finalmente estas visiones negativas de su entorno y de sí mismo, crearán una visión negativa del futuro. El trabajo es malo, su relación de pareja es mala, piensa que quizás no debió escoger esa carrera, siente que la situación lo desborda, mira a su alrededor y todo se ve negro. De allí a ver el futuro como amenazante solo hay un paso ¿De qué vale sacrificarse tanto si al final nada va a cambiar? ¿Por qué otras personas tienen tanta suerte y ella que se sacrifica tanto siempre le va mal? se pregunta.
La persona fatigada, estresada y deprimida no ve el futuro con optimismo, si tiene hijos teme por ellos, le preocupa el tema ambiental, la delincuencia, siente que la vida no mejorará y que todo tiempo pasado fue mejor. Cuando estas tres visiones se conjugan la persona ha caído en un cuadro depresivo del que le costará mucho tiempo salir.
Muchas personas no soportan esta tensión y deben recurrir a un profesional de la salud. Generalmente van a visitar un médico, porque se sienten enfermos, decaídos, con poca energía. Luego de un diagnóstico el médico rápidamente lo deriva a un psiquiatra o aun psicólogo, quienes no buscan ayuda pueden caer en la fatiga crónica que es un trastorno severo.
He aquí un rápido trazado de la ruta de la fatiga en el día de hoy en cualquiera de nuestras ciudades. ¿Tendrá esto consecuencias en la vida cristiana? Por supuesto. Solo quiero centrar mi atención en una de estas consecuencias: El aspecto espiritual, la falta de intimidad con Dios.
Una buena relación con Dios demanda varias cosas: Demanda motivación, sed de Dios, también demanda tiempo y demanda un orden correcto en las prioridades. Estas tres cosas están muy relacionadas entre sí aunque no nos demos cuenta.
Motivación, la motivación son los motivos internos para hacer algo, son las razones que cada persona desarrolla para realizar tal o cual tarea. Un creyente tiene como motivación personal el o los encuentros que ha tenido con Dios durante su vida cristiana. Ha estado en la presencia del Señor, ha disfrutado de su compañía y lo que ha visto allí con los ojos del alma lo han dejado tan encandilado que busca esa compañía, estas experiencias son el resultado de su vida de oración, de meditación y reflexión en la Escritura, es el resultado de su búsqueda espiritual, de sus tiempos de adoración, del sano compañerismo cristiano. Por lo tanto esta motivación, esta sed de Dios irá menguando si el creyente no aparta tiempo para practicar estas disciplinas, para estar con Dios, y uno de los problemas de la vida de hoy es justamente esta falta de tiempo. Sin tiempo para Dios no hay Dios, sin tiempo para la oración no hay reposo en Dios, sin tiempo para la adoración no hay admiración y sin admiración no hay amor. Este es probablemente uno de los factores que más influye en la vida espiritual de las personas y de las iglesias. Muchas son las iglesias que en la actualidad vuelcan toda su actividad para el culto dominical, pero mantienen sus puertas cerradas durante la semana. No hay tiempo para Dios, las personas se sienten bien asistiendo a una sola reunión durante la semana, el domingo en la mañana y ojala que ese culto sea muy bueno, eso las hace sentir mejor, alzan sus brazos, cantan, se emocionan pero solo el domingo por la mañana. Luego llega el día lunes y la rutina es otra, la concentración es otra. Comienza la guerra. Nuevamente levantarse temprano, trabajar y estudiar o ambas cosas a la vez y da la sensación que la guerra comenzada cada lunes no termina hasta el día viernes en la tarde donde se llega rendido a la casa y muchas veces con la preocupación de no haber alcanzado a hacer todo lo que abina que realizar y con la alegría efímera de saber que esa noche puede dormir un poco más, si es que no trabaja los sábados.
En la semana no hay oración de rodillas por las mañanas, no hay lectura bíblica reposada y reflexionada, no hay estudio bíblico sistemático, es una vida cristiana a la carrera, con oraciones a la rápida en el metro, y con lecturas devocionales en medio de toda la gente que se apretuja por entrar, es una búsqueda de Dios entre codazos, manotazos y palabrones. Es una carrera, como muchas otras cosas que hacemos, nos vestimos a la carrera, nos tomamos un café por las mañanas a la carrera, parados mirando el reloj, estudiamos a la carrera, trabajamos a la carrera, amamos a la carrera y ¡vivimos a la carrera! Esta falta de tiempo se relaciona directamente con una falta de prioridad en nuestra vida. La vida moderna ha trastocado todas nuestras prioridades, hemos perdido de vista que es lo importante y que es lo urgente, vivimos siempre en función de lo inmediato, lo prioritario ¡el ahora ya! y no dedicamos tiempo a lo que realmente es la vida. Vivimos lamentando nuestra falta de tiempo para hacer las cosas que realmente deseamos, para desarrollar nuestra vocación, para estar con nuestra familia, para realizar nuestros hobbies, para conocer a Dios ¿Qué hacer, si es que hay algo que se puede hacer?
Establecer prioridades. Esto significa re estructurar nuestro estilo de vida. Si somos creyentes y en verdad sentimos la necesidad de una vida consagrada para Dios no hay otra salida, no hay atajos. Tenemos que re establecer nuestras prioridades. El Señor de manera profética hace ya muchos años atrás nos dijo:”Buscad primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas las cosas os serán añadidas”.Podríamos parafrasear esta última frase diciendo “y todas estas cosas os serán ordenadas” Por lo tanto, llevar esto a la práctica significa revisar cuales son aquellas actividades en la que no puedo hacer cambio.
Horas de sueño y descanso, horas de trabajo, horas de estudio, tiempo de traslado, horas dedicadas a la familia .De las horas semanales restantes hay que decidir en que las va a invertir ¿Qué hace con estas horas?
Algunas sugerencias para evitar la fatiga y recuperar la intimidad con Dios.
Revise muy bien la distribución de su tiempo
Duerma lo suficiente
Acuéstese temprano
No deje cosas a medio hacer
No deje para mañana lo que puede hacer hoy
Intente hasta donde sea posible resolver sus situaciones problemáticas
Intente no llegar al punto del estrés, sea pro activo
Haga ejercicio físico
Apague el televisor.
Me atrevería a decir que si la persona logra re estructurar su tiempo de acostarse y levantarse ya ha dado un paso importante. Establecer prioridades quiere decir que Dios vuelve a ser importante para mí, por lo tanto si deseo pasar al menos 15 minutos en oración por las mañanas debo obligarme a ir a la cama antes de la medianoche. No entretenerse con una película o con una charla interminable. Establecer la prioridad es hacer una cita con Dios cada mañana e intentar no faltar a ella. Si no tengo tiempo para leer la Biblia, entonces a la hora de la colación podría darme prisa y dejar unos minutos para leer la Biblia en forma sistemática. Prioridad es no hacer compromisos el día en que la iglesia tiene el culto de oración o estudio bíblico y hacer caso omiso del cansancio o de tantas otras actividades que siempre hay para hacer. El camino de retorno es lento, pero en la medida en que se es firme en la re estructuración de las prioridades la fatiga va desapareciendo y comenzamos a sentir nuevamente el gozo del Señor, gozo perdido entre los locos afanes de esta vida.