sábado, 20 de septiembre de 2008

El manejo del dinero. Una fuente de conflicto matrimonial


El manejo del dinero. Una fuente de conflicto matrimonial
Juan E. Barrera

Este es otro paso de esta primera tarea y es muy importante decidir como se va a llevar acabo el manejo del dinero. Una de las razones de por qué las parejas se separan es el uso del dinero por lo que no deja de ser un tema vital en el nuevo matrimonio.
Hasta hace unas décadas el modelo tradicional era que el hombre llevaba el dinero a casa, y para muchos era quien debía también administrarlo. La esposa y los hijos debían contentarse con lo que este proveedor entregaba. Muchas mujeres, y es probable que hasta el día de hoy ocurra, ni siquiera sabían cuanto dinero ganaba su esposo. Si el trabajo de este hombre era bueno, entonces la familia disfrutaba de un buen pasar y cada uno recibía el dinero que se le daba. Si el trabajo de este proveedor no era bueno, entonces la familia debía conformarse con lo poco que se recibía.
En otros casos era la mujer la que administraba el dinero que ganaba el hombre y era ella quien llevaba el presupuesto familiar, quien distribuía el dinero de acuerdo a las necesidades familiares y muchas veces hacía “malabares” para estirar el presupuesto si este era escaso.
En esta forma de administrar el dinero los problemas se relacionan con: su mala administración o que el dinero en realidad no alcanzaba para cubrir todas las necesidades de la familia.
Hoy el panorama ha cambiado, los adolescentes comienzan a trabajar tempranamente y las mujeres también lo hacen y ambos manejan su propio dinero, lo que ocasiona algunos cambios. Esta es una tendencia cada vez mayor, pues, cada día son más las mujeres que hacen estudios universitarios y se insertan en el campo laboral ¡y lo hacen muy bien! Por lo que es mejor decidir al comienzo que tipo de matrimonio es el que se quiere tener respecto de las finanzas.

Mirowsky y Ross, (¿? citado en Davidoff, 1998), en un estudio para identificar los factores que moldean la naturaleza del matrimonio, los clasificaron en cuatro categorías.

Matrimonio tipo I: Las mujeres se quedan en la casa para cuidar y encargarse de los niños:
Las mujeres así lo quieren
Los hombres están de acuerdo
Ambos cónyuges se sienten satisfechos.
El hombre siente más poder y prestigio
Matrimonio tipo II: La mujer trabaja fuera del hogar pero solo circunstancialmente.
La mujer trabaja si la familia atraviesa una crisis económica
La mujer igual cumple con las labores de la casa y el cuidado de los niños
Existe un elevado nivel de angustia en la pareja.
Las mujeres no están contentas porque deben trabajar el doble
Los maridos se sienten fracasados por no ser capaz de sostener a la familia.
Matrimonio tipo III: La mujer trabaja y ambos cónyuges están de acuerdo.
Las funciones internas del hogar están en transición
Las esposas realizan la mayor parte del trabajo doméstico.
Los hombres disfrutan de beneficios económicos sin mucho costo y tienden a experimentar bienestar psicológico.
Las mujeres se sienten tensas pero no tanto como en el matrimonio tipo II
Matrimonio tipo IV: La mujer trabaja y ambos cónyuges están de acuerdo
Esposo y esposa comparten los deberes hogareños
El nivel de ansiedad es mínima para ambos cónyuges.

De acuerdo a Aylwin y Walker, (1996) hasta esa fecha la taza de participación de la mujer en la fuerza de trabajo en Chile alcanzaba el 34,3 %. Las mujeres entre los 24 y 44 años tenían una taza de participación cercana al 50% y las mujeres profesionales cercanas al 75%. “Esto demuestra”-dicen los autores citados, “a diferencia de lo que comúnmente se cree, las mujeres no se retiran del mercado laboral cuando tienen hijos, ya sea porque requieren de ese ingreso o porque el trabajo fuera del hogar es una fuente de autonomía y realización personal.”
Esta es una tendencia que crece en el país y va de la mano con el modelo económico que Chile ha adoptado y también el mundo entero. Esto obliga seriamente a las parejas, de manera especial las creyentes, a pensar o decidir desde el inicio que tipo de matrimonio es el que se desea tener para ser fiel a los principios divinos. No creo que sea prudente alentar a todas las mujeres a dejar sus casas y salir a trabajar, pero tampoco es prudente mirar la inserción de la mujer en el campo laboral como el provocador del desastre de la familia. Es la tendencia mundial y hay que aceptarlo como parte de lo normal, porque en realidad es lo normal desde hace muchos años para miles de parejas. En el caso de Chile, cada día resulta más difícil vivir de un solo salario.
En un estudio sobre Calidad de vida en Salud, publicado en el Diario La Tercera, (2006) elaborado por la administración de la presidenta Bachelet, un 72% de las mujeres encuestadas se declaró, angustiada, deprimida y sobre exigida, razón por la que las mujeres visitan más que los hombres al psiquiatra. Este número va a aumentar cuando la depresión entre al Plan Auge, el nuevo plan de salud del gobierno chileno. La relación de mujeres con los hombres en atenciones psiquiátricas es de tres a uno.
Si el modelo donde ambos trabajan es el que la pareja decide adaptar, entonces se debe poner atención especial en como se distribuyen las responsabilidades hogareñas en el matrimonio. Una de las quejas femeninas y que produce desencanto matrimonial es la falta de participación de los hombres en el trabajo doméstico.
Muchas veces escuchamos el refrán “La plata no hace la felicidad”, ¡Y eso lo dicen los que tienen mucha plata!, es verdad, no hace la felicidad, pero ayuda bastante. Vean las siguientes estadísticas e interpreten libremente:

Nivel de felicidad en el matrimonio, según nivel socioeconómico (en casados y convivientes)
Nivel de
Felicidad % Nivel socioeconómico
Alto Medio Bajo
Muy feliz 49,3 45,4 35,2
Bastante feliz 42,7 40,3 39,0
No muy feliz 7,9 10,9 23.2
Total 100 100 100
Fuente: Desuc-Copesa; “Estudio Nacional de Opinión Pública”,Noviembre de 1995

Nivel de felicidad en la relación de matrimonio o de pareja según sexo y estado civil
Muy feliz Bastante feliz No muy feliz Total
Hombre
46,3 41,6 8,8 100

Mujer 36,0 38,4 23,5 100

Casados 45,8 41,8 11,2 100
No casados con pareja
33.6 32,2 33,1 100
Fuente: Desuc-Copesa;”Estudio nacional de opinión pública”, noviembre de 1995

Preguntas para la reflexión

¿Es el dinero el único factor que influye en la felicidad?
¿La felicidad se relaciona con el tipo de red social que la persona tenga?
¿Cuál es el grupo más feliz y el menos feliz?
¿En el matrimonio quién es más feliz?
¿En qué grupo estás tú?
¿En cuál te gustaría estar en unos años más?

Más datos para reflexionar y conversar en pareja.

Una fotografía de la mujer chilena de 30 años
En Noviembre de 2006, el Centro de Estudios Estratégicos y Mediáticos de la Universidad UNIAC y la empresa Atento encuestaron 425 mujeres de entre 18y 45 años de los estratos socioeconómicos ABC1, C2, C3 de la ciudad de Santiago de Chile. Después de analizar los datos, los especialistas hablaron de un cambio radical en la mentalidad de las mujeres. Estos cambios están sintetizados en siete principales rasgos de las mujeres de alrededor de los 30 años.
1. Desean familias pequeñas El 48% de las encuestadas desea tener dos hijos y el 60% aduce como principal justificación la cuestión económica.
2. No tienen una vida de pareja rica. El 70% de las mujeres encuestadas por UNIAC tiene parejas y coincide que las cosas que cambiarían serían:

-Falta de tiempo para estar con la pareja
-La rutina
-La comunicación
-La calidad de su vida sexual
3. Tienen fuertes aspiraciones profesionales. El 72% de las encuestadas tiene como un proyecto principal estudiar y ascender profesionalmente. Solo el 27% dice que formar una familia o tener una pareja estable está dentro de sus proyectos.
4. Están presionadas económicamente. La explicación la da, una de las psicólogas participantes en la investigación, Teresa Valdés, “Si bien la presión económica afecta a la sociedad en su conjunto, se radicaliza en las mujeres de 30, porque está la expectativa de ser todo, de hacerlo todo y de tenerlo todo. Quieren viajar, tener casa, llevar a los niños a los mejores colegios. Y ya no existe la idea de que vendrá un señor que te va a mantener”
5. Están asustadas de perder el trabajo: Para el 50% de las encuestadas, este era el miedo mayor. Un 27,8 por ciento teme perder a su pareja y un 20 por ciento a no tener hijos.
6. Padecen una fuerte tensión entre la vida doméstica y la laboral: Conciliar trabajo y casa resultó ser la preocupación en todos los estratos sociales, pero de manera especial en el sector alto, donde un 43,9 confiesa la mayor tensión, contra el 28,3 por ciento en el C3 y también entre las mujeres en torno a los 30 años, 47 por ciento de las menciones.
7. Son individualistas: “Lo social ha perdido relevancia. Es un proceso cultural general, pero también, un proceso chileno, y afecta especialmente a esta generación de mujeres” Teresa Valdés. “Aportar a la familia y a la sociedad” fue la alternativa menos mencionadas por las mujeres. Diario El Mercurio, 2006)

Dados estos cambios es necesario referirnos a los roles bíblicos, conocidos por todos. Es mi opinión que deben ser flexibilizados, que en lo sustancial se deben llevar a cabo como la Palabra de Dios lo indica, pero que no hay una sola manera de cumplir con ellos. El modelo tradicional que correspondería al matrimonio tipo I, hombre trabajador-mujer dueña de casa, no es la única manera de cumplir con lo que Dios desea. En la actualidad hay muchos factores que no permiten el matrimonio tipo I como único. Factores culturales, sociales y sobre todo económicos. No todos los empleos del hombre permiten vivir con un solo salario. En chile son muy pocos. Al contrario entre las familias más pobres y sin educación formal, en Chile, la situación se da en que entre tres miembros trabajadores recién logran hacer el salario medio, lo que aún está por debajo del salario de un profesional o de una pareja de profesionales. Los arriendos son caros, es necesario movilizarse largas distancia para ir al lugar de trabajo. Los planes de privatización que forman parte del modelo económico, obliga a pagar por todo y los sueldos no suben al ritmo del alza del costo de la vida y el crédito se está convirtiendo en la forma habitual de compra. La educación no es gratuita y la mujer tiene mayor acceso a la enseñanza superior. Son muchos los padres que invierten varios millones de pesos en una carrera para su hija y lo obvio es que ella trabaje. Como decía un profesor en la universidad hoy es más difícil ser pobre que antes.
Creo que es posible ser fiel a los principios bíblicos con cualquiera de los modelos matrimoniales mencionados. Requiere hacer, claro está ajustes para que no sea la mujer la que acabe llevando más responsabilidad y trabajando el doble.
A la mujer se le pide ser ayuda idónea, aunque esta petición es de aplicación mutua, recíproca. ¿Cómo puede una mujer convertirse en ayuda idónea para su esposo, aunque su modelo familiar no sea el modelo tradicional?

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